domingo, 2 de junio de 2024

La OTAN: un bombero que apaga el incendio con lanzallamas (Orban)

 

Hay inicios de que Ucrania podría perder la guerra. Los primeros en lanzar el grito de alarma fueron los expertos de la inteligencia militar británica. Al día siguiente, las portadas de algunos tabloides estadounidenses anunciaban sin miramientos: Ucrania está perdiendo la guerra. No se trataba, claro está, de una constatación objetiva; el ataque iba dirigido ante todo contra la política del inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, acérrimo defensor del infructuoso esfuerzo bélico de Volodímir Zelenski.

En las últimas semanas, el contingente ruso logró apoderarse de unos 800 kilómetros cuadrados de tierra ucrania. La ofensiva contra Járkov, el segundo centro urbano más poblado del país, parecía imparable. Kiev exigía el envío de armamento sofisticado, pero la Casa Blanca tropezaba con el obstinado rechazo del legislativo. A las maniobras dilatorias del Senado estadounidense se sumaba la irritación de algunos miembros de la UE, poco propensos a seguir financiando el conflicto.

¿Error de cálculo?  Por supuesto; los analistas occidentales, los estragas atlantistas, habían contado con una guerra relámpago, con el espectacular debilitamiento del sistema exsoviético, con la estrepitosa caída del castillo de naipes de Vladimir Putin. O, en el peor de los casos, con la internacionalización del conflicto.

En primero en aludir a la posibilidad de enviar tropas extranjeras a Ucrania fue el presidente francés, Emmanuel Macron. ¿Soldados de la OTAN en suelo ucranio?  ¡Descartado!, contestaron los portavoces de las altas esferas de la Alianza. Sin embargo, Moscú no tardó en corregir el tiro, desvelando la presencia en Ucrania de unidades de la Legión Extranjera gala. París se salió del paso alegando que se trataba de un reducido número de instructores militares. Macron no se sintió obligado a facilitar más detalles. Pero la opción de una intervención militar occidental seguía vigente.

El Secretario General de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, cuyo mandato finaliza en otoño, no tardó en sugerir el posible empleo de misiles de largo alcance de fabricación estadounidense para frenar la retirada de las tropas de Kiev en las inmediaciones de Járkov. Se trataba de artefactos que podían alcanzar objetivos en territorio de Rusia, lejos de la zona de combates. Apoyaron la propuesta Joe Biden, Emmanuel Macron, Olaf Scholz y otros gobernantes europeos.

Biden se apresuró en puntualizar: se trata sólo de objetivos estratégicos o militares. Una advertencia muy parecida a la enviada hace unas semanas al Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu. El líder del Likud optó por hacer oídos sordos. ¿Y Zelenski? 

Lo cierto es que los misiles están disponibles; basta con apretar el botón.

Huelga decir que la reacción negativa más contundente procede de un país… miembro de la OTAN: Hungría. El jefe del Ejecutivo de Budapest, Viktor Orban, el amigo de Putin, según los eurócratas de Bruselas, cargó contra la iniciativa de Stoltenberg alegando: La OTAN se asemeja a un bombero que apaga un incendio con un lanzallamas…Cuanto más disparen los ucranios, más avanzarán los rusos. Existe el riesgo, y hay que tenerlo muy presente, de que si apoyamos a Ucrania en el bombardeo del territorio ruso, podemos conseguir que los rusos se acerquen a nosotros, señaló Orban en una entrevista concedida a la emisora nacional radio Kossuth.

Conviene señalar que Orban no es el único detractor de esa iniciativa. Varios países del Este europeo comparten sus inquietudes.

Los jerarcas rusos se han limitado, al menos, de momento, a… levantar la voz. Claro que en su caso se trata de amenazar con una escalada que podría desembocar en una guerra nuclear.

Rusia responderá asimétricamente a los ataques ucranianos a su territorio con armas suministradas por los Estados Unidos, señaló el presidente del Comité de Defensa de la Duma, Andrei Kartapolov, quien añadió que la decisión de Biden de permitir ataques limitados dentro de Rusia con armamento estadounidense no afectará la operación militar rusa en Ucrania.

 

Por su parte, el vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitry Medvedev, advirtió el pasado viernes que Rusia no fanfarronea cuando habla de la posibilidad de utilizar armas nucleares tácticas contra Ucrania y que su conflicto con Occidente podría escalar hasta convertirse en una guerra total.

Asimismo, señaló que Moscú destruiría el personal militar y el armamento occidental en Ucrania o más allá de las fronteras del país si estuvieran involucrados en ataques contra Rusia.

 

Esto, lamentablemente, no es ni intimidación ni engaño, afirmó Medvedev. Por lo tanto, nadie puede descartar hoy la transición del conflicto a su etapa final…

¡Una guerra nuclear! ¿Preparados?


martes, 21 de mayo de 2024

¿Es la voluntad de Alá?

 

El presidente de Irán, víctima de un atentado. Los medios de comunicación anglosajones vehicularon esta primera versión del accidente aéreo que causó la muerte de Ebrahim Raisi, el número dos del sofisticado sistema de gobierno de la teocrática República Islámica de Irán.

¿Qué ocultaba esta precipitada versión periodística? ¿Un atentado? ¿Un heroico acto de resistencia de la oposición iraní? ¿La larga mano del Mossad israelí? ¿Una acción encubierta de la omnipresente CIA? ¿Un ajuste de cuentas proveniente de la plana mayor del clero que dirige, con mano de hierro, los destinos del país persa? ¿Una simple elucubración de un redactor de mesa que pretendía revalorizar una escueta noticia de agencia?

Con el paso de las horas, la palabra atentado se convirtió en accidente, que a su vez fue sustituido por aterrizaje forzoso. Decididamente, nadie sabía qué había sucedido con el helicóptero militar que transportaba al presidente Raisi y al ministro de asuntos exteriores iraní, Hossein Amir-Abdollahian, un camaleónico halcón que ansiaba mejorar su imagen frente al Gran Satán yanqui. Huelga decir que lo consiguió durante las negociaciones sobre el conflicto de Gaza y la liberación de rehenes, adaptando su fluctuante discurso… según las circunstancias. Una flexibilidad ésta que recusaron los emisarios israelíes. Con razón: Abdollahian estuvo en contacto permanente con los lideres de Hamas antes y después del ataque del 7 de octubre, en el que la mano de Irán estuvo claramente involucrada. 

Detalle interesante: el accidente aéreo se produjo a 50 kilómetros de la base aérea de Tabriz, destino final de los tres helicópteros iraníes que volvían de la frontera con Azerbaiyán. Las otras aeronaves, que trasportaban el sequito de Raisi, aterrizaron sin novedad en Tabriz. Curiosamente, las condiciones meteorológicas – idénticas – no parecen ser la causa del accidente.

¿La voluntad de Alá? Lo cierto es que el líder supremo del país, el ayatolá Alí Jamenei, había pedido a los iraníes que recen por Raisi. Si el pueblo mantiene la calma, el país seguirá trabajando con normalidad", dijo Jamenei, al reclamar tranquilidad. Sin embargo, los habitantes de la capital notaron un considerable aumento de la presencia militar en las calles de Teherán.

¿Quién era, en realidad, Ebrahim Raisi? Un destacado político iraní, según el telegrama de pésame enviado por Vladímir Putin. Para la oposición iraní se trataba del Carnicero de Teherán, merecido apodo por el sinfín de juicios políticos y religiosos celebrados durante su paso por la Fiscalía de la capital persa.  El presidente de Irán era considerado como un clérigo de línea dura con posturas políticas ultraconservadoras. Nombrado fiscal general en 2014, sorprendió al postularse a la presidencia del país por primera vez en 2017, cuando salió segundo. En 2019, el ayatolá Jamenei lo designó jefe del sistema judicial.

En junio de 2021, tras el asesinato del general Qasem Soleimani, jefe de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), fue elegido presidente de la república, es decir, la segunda autoridad del país tras el líder supremo. Si bien el presidente de Irán mantiene un alto perfil público, su poder está limitado por la Constitución, que subordina el poder Ejecutivo al líder supremo: el ayatolá Jamenei.

Bajo la presidencia de Raisi, Irán ha llevado a cabo una política pragmática destinada a estrechar los lazos con los países asiáticos. Para el nuevo presidente, Occidente ya no importaba.

 

El principal objetivo de Ebrahim Raisi era aumentar los contactos con Rusia negociar acuerdos con China. Su estrategia asiática dio sus frutos: en 2023, Pekín facilitó la reconciliación entre la República Islámica y Arabia Saudita. 


Raisi confiaba en la capacidad de Irán de crear nuevas industrias autóctonas; a los drones y los temibles misiles balísticos se sumaron complejos sistemas aeroespaciales. Irán exportó a Rusia sus drones Shahed 136, que se han convertido en un elemento clave de su poderío militar en la región.

 

La desaparición de Ebrahim Raisi, principal candidato a la sucesión del líder supremo, reaviva la pugna entre los miembros del ala más conservador de la jerarquía religiosa. Esas luchas intestinas podrían desembocar en un caos desestabilizador. 


De momento, el presidente interino, Mohammad Mokhber, se encarga de organizar la consulta electoral que debe celebrarse en un plazo de 50 días. Mokhber administró durante años las finanzas del líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, convirtiéndose en el principal asesor económico de la cúpula dirigente - Jamenei y Raisi - encargado de mantener a flote la economía iraní sorteando las sanciones impuestas por Occidente. 


No está nada claro si – pese a su relación privilegiada con Alí Jamenei - Mokhbar llegue a ocupar el cargo de Raisi. De hecho, en 2010, la Unión Europea lo sancionó por su supuesta participación en actividades nucleares o desarrollo de misiles balísticos, aunque dos años más tarde lo eliminó de la lista negra.


¿Su porvenir? Cúmplase la voluntad de Alá.

domingo, 5 de mayo de 2024

Biden – Netanyahu: del apoyo incondicional al cálculo electoral

 

Muchos fueron los errores de cálculo cometidos por el octogenario inquilino de la Casa Blanca en política internacional o geopolítica planetaria. Empezando con la caótica retirada de tropas estadounidenses de Afganistán, coincidiendo con el inicio de su mandato, en enfrentamiento con el presidente Erdogan, que impuso en veto de Ankara al ingreso en la OTAN de Suecia y Finlandia, cuyo “rescate” le costó al Tesoro norteamericano la friolera de 13.500 millones de dólares, el espectacular abandono de Arabia Saudita, que sucumbió a los cantos de sirena de Pekín, sumándose  sorpresivamente al bloque de los BRICS, liderado por Rusia y China, potenciales enemigas de Washington, los roces con algunos países comunitarios, que contemplan la creación de un sistema de defensa europeo, el espaldarazo “incondicional” a las autoridades de Tel Aviv ante la incursión en la Franja de Gaza.

Se trata, qué duda cabe, de desatinos que la diplomacia estadounidense tendrá que corregir, cueste lo que cueste, para preservar el papel hegemónico de los Estados Unidos en el mundo. Lo contrario supondría una claudicación, el reconocimiento implícito del estrepitoso fracaso de la tan cacareada Pax Americana.

Durante décadas, Norteamérica nos había acostumbrado a aceptar la dicotomía democracia – soborno; todo se compra, todo se vende. Los países y sus gobernantes tienen un precio. Lo que había funcionado en algunos países suramericanos, en el “patio trasero” del Imperio, tiene que amoldarse al resto del mundo. Sin embargo…

En el caso del actual conflicto de Oriente Medio, la mal llamada guerra de Gaza, los cálculos del presidente Biden no se ajustaron a la realidad. Lo que podía haber sido una operación de castigo relámpago, dirigida contra los batallones de Hamas, se tornó en una intervención militar prolongada del Ejército judío, en un combate contra un enemigo invisible, que empleaba las viejas, aunque no obsoletas, tácticas del Vietcong. Y todo esto, coincidiendo ¡ay! con una fecha clave para el inquilino de la Casa Blanca: la celebración de las elecciones presidenciales.

Joe Biden, el aliado incondicional de Netanyahu en la lucha contra el terrorismo palestino, necesita cuidar a sus electores, a sumar votos. Pero las movilizaciones pro palestinas en los campus universitarios norteamericanos, generadas por el rechazo a los métodos empleados por las tropas israelíes en la Franja de Gaza, requieren respuestas transparentes por parte de la Administración. Pese a las recientes desavenencias con el archiconservador Netanyahu, poco propenso a aceptar las sugerencias del octogenario presidente, Biden mantiene su inquebrantable apoyo a Israel.

Eso le va a costar muchos votos, estiman los políticos demócratas, señalando que su principal contrincante, Donald Trump, adopta una postura muy prudente frente al cisma social provocado por la rebelión de los jóvenes.

Pero Biden no rectifica. Reconoce la existencia del malestar en los campus, pero no considera necesario pronunciarse al respecto. Su fiel escudero, Antony Blinken, responsable de la política exterior de Washington, cosecha un sinfín de fracasos durante sus giras por Oriente Medio. Hace unas semanas, al comprobar el aparente rechazo de Hamas a la última propuesta de tregua de Tel Aviv y Washington, Blinken contactó con el primer ministro de Qatar, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, instándole que expulse a la plana mayor de Hamas refugiada en el emirato si el movimiento sigue negándose a aceptar las condiciones de la tregua, presentada en las conversaciones de El Cairo. Extraña manera de solucionar una crisis internacional. Lejos quedan los tiempos en los que un huraño doctor Kissinger conseguía el acercamiento entre Washington y Pekín durante… un partido de ping-pong.

Al desacierto de Antony Blinken se suma también la última amenaza de Netanyahu, quien advirtió a la plana mayor de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) que las presiones ejercidas por el gobierno de Ramallah para que la Corte Penal Internacional (CIP) emita órdenes de detención contra políticos hebreos podrían desembocar en una ofensiva de Tel Aviv que conduciría al colapso de la Autoridad Palestina. Huelga decir que en la solicitud cursada por la ANP figuran el propio Netanyahu, su ministro de defensa, Yoav Gallant y el jefe del Estado Mayor del Ejército, el teniente general Herzi Halevi. 

Por ahora, tanto Washington como Londres aseguran que no acatarán una hipotética orden de arresto del CIP contra los dignatarios hebreos, que gozarán de una inmunidad diplomática especial en sus desplazamientos en el extranjero.

De momento, la Corte Penal Internacional se limitó a emitir una segunda orden internacional de detención contra… Vladímir Putin. Ya lo decía el padrecito de todas las Rusias, José Stalin: Hay guerras justas y guerras que no lo son…


jueves, 18 de abril de 2024

UE - Turquía: y volvamos al amor...



Hay momentos en la vida en los que las estrofas o los estribillos de una vieja canción acompañan – voluntaria o involuntariamente – acontecimientos palpables. Noticias tristes, sorprendentes, dramáticas, aberrantes… impactantes. Los insomnes adictos a la información nocturna, devoradores de últimas horas que muy raras veces inciden en los destinos de la Humanidad, tienen la manía de asociar la noticia a la letra de alguna copla cuyo recuerdo perdura en memorias privilegiadas

Olvidemos nuestro enfado, olvidemos nuestro enfado y volvamos al amor, cantaba allá por los años 60 del pasado siglo la famosa interprete francesa Marie Laforêt. Un sugestivo acompañamiento éste para la información procedente de Bruselas, sí, de Bruselas, que se hacía eco del deseo de los líderes de la Unión Europea de establecer – restablecer, mejor dicho – una relación mutuamente beneficiosa con Turquía, destinada a crear un entorno estable en el Mediterráneo oriental.

Señalaba la declaración de los jefes de Gobierno de los 27 que la Comisión estaba trabajando en la elaboración de un paquete de medidas que incluían el reinicio de consultas sobre la modernización del acuerdo de unión aduanera, la liberalización de visados para los ciudadanos turcos negociada por Ankara desde hace más de una década y las más que accidentadas negociaciones sobre la adhesión de Turquía a la UE. En resumidas cuentas: un auténticamente fingido volvamos al amor.

Un amor que en esos momentos no comparten los despechados novios turcos, que se habían hecho a la idea de que los eurócratas de Bruselas brillan por ser adalides de la estrategia del palo y la zanahoria. Los novios saben que la cacareada luz al final del túnel no deja de ser un mero espejismo.

¿Reanudar el diálogo con la Turquía de Erdogan? Decididamente, se trata de un… mal útil. El mapa geopolítico de Oriente está en plena mutación. Los vasallos de ayer se han convertido en los guerreros de hoy, en los lideres de mañana.  Los vasallos de ayer han dejado de acatar órdenes.

En su reciente negociación con la Casa Blanca, Erdogan puso precio al ingreso de Suecia en la OTAN: 13.000 millones de dólares, una flotilla de cazas F 16, otras ventajas ocultas para Ankara. Por otra parte, Erdogan se ha distanciado mucho de la postura de Occidente, criticando la política de Israel, la guerra de Gaza y el conflicto, cada vez más patente, entre el Occidente colectivo y el mundo islámico. Por si fuera poco, Turquía baraja la posibilidad de pedir el ingreso en los BRICS, el bloque económico liderado por Rusia y China, que cuenta actualmente con una cuarentena de solicitudes de adhesión. La estrategia de los BRICS contempla la voladura de la estructura económica internacional creada después de la Segunda Guerra Mundial y liderada por los Estados Unidos y la desdolarización de los intercambios comerciales. En las Cancillerías occidentales proliferan las señales de alerta: Turquía se nos va. Y no sólo Turquía. 

Otros vecinos del país de Erdogan – Georgia y Armenia – se hallan en pleno proceso de ebullición. Las autoridades de Ereván tratan de deshacerse de la tutela del Kremlin. Se trata de una maniobra de los gobernantes armenios, que apuestan por una nueva alianza con Bruselas y Washington. La apuesta no cuenta con el beneplácito de la opinión pública. Los armenios recuerdan que Rusia fue, durante siglos, la única protectora de la minoría cristiana del Cáucaso. Cabe preguntarse si el nivel de vida de la población experimentará mejoras notables bajo el paraguas – los paraguas – de Occidente.

Georgia, país candidato al ingreso a la UE desde el pasado mes de diciembre, tiene que hacer frente a una oleada de protestas provocada por el acalorado debate de un proyecto de ley destinado a limitar la actuación de agentes extranjeros.  La oposición clama que se trata de una copia conforme de la legislación coercitiva rusa de 2014. Otros recuerdan que dicha normativa legal es vigente en varios países occidentales, entre ellos, los Estados Unidos. Pero los ánimos se están caldeando. ¿Se puede contemplar un posible enfrentamiento civil?

Curiosamente, en los tres casos intervienen factores externos. Lejos quedan de tus estrofas, admirada Marie Laforêt… y volvamos al amor. Hoy en día, el mundo se rige por el mantra: haz la guerra, no el amor. Los tiempos cambian…


domingo, 14 de abril de 2024

¿Contención?


Octubre de 1978. Las oficinas de la censura del Ministerio de Información de Irán se habían convertido en un lugar muy concurrido. Los periodistas extranjeros enviados a cubrir los disturbios que precedieron la caída del Sha se amontonaban para escuchar los mensajes dirigidos al pueblo persa por un clérigo exiliado en Francia: el ayatolá Jomeini. Eran llamadas a la rebelión, a la lucha contra el despótico régimen de Mohamed Reza Pahlevi, el rey de los reyes, emperador de los emperadores.

¿Las grabaciones de Jomeini? No, no temeos copias. Pero podrán encontrarlas en el Bazar, aseguraba Farideh, la joven interprete licenciada en filología inglesa por la Universidad de California. ¿Mis opiniones políticas? Miren; nosotros, los expatriados, hemos probado el néctar de la democracia…

¿Y el programa político de Jomeini, señorita Farideh? ¿Qué opina el último punto del mensaje: la destrucción de la entidad sionista, del Estado de Israel?

En Irán viven muchos judíos. Pero hay poca simpatía por lo hebreo entre las clases populares, contesta la joven traductora.

En aquella época, el Estado de Israel contaba con una nutrida representación comercial y consular en Teherán. Sin embargo, la mayoría de sus empleados no se dedicaba al comercio ni a las tareas… consulares. Tras la salida del Sha y el advenimiento de la revolución islámica, el bunker judío del centro de la capital iraní se convirtió en… la representación oficial de Palestina.

El ayatola Ruhollah Musavi Jomeini regresó a Irán en febrero de 1979. Había pasado varios años exiliado en Irak y unos meses – pocos – en Francia. En enero de 1979, en plena ebullición del país persa, el entonces presidente francés, Valery Giscard d’Estaing se reunió en la isla de Guadalupe con su homólogo norteamericano, Jimmy Carter, al que le informó apresuradamente: Mon cher ami, tengo un sustituto para el Sha. Se trataba, según Giscard, de un clérigo iraní, anciano y fácilmente manipulable. Tres semanas más tarde, el futuro líder de la revolución islámica aterrizaba en Teherán.  A su llegada, el ayatolá daba a conocer las líneas maestras de su política, que podrían resumirse de la siguiente manera:

· Establecimiento de la República islámica;

· Unificación de todos los países musulmanes;

· Creación de la tercera potencia mundial, que congregue a los países       árabes productores de petróleo;

· Utilización del “oro negro” como arma para imponer el punto de vista  del Islam en todos los problemas clave para la Humanidad; y

· Destrucción del Estado de Israel.

Los sucesivos gobiernos iraníes siguieron a rajatabla el programa Jomeini.

En 2001, cuando el general Ariel Sharon asumió el cargo de Primer Ministro de Israel, las autoridades de Tel Aviv designaron a Teherán como principal enemigo del Estado judío en la región. ¿Pura paranoia? No, en absoluto. Había indicios para pensar que Teherán estaba poniendo en marcha un ambicioso programa nuclear. Los temores de Sharon se confirmaron años más tarde. Pero las sanciones económicas impuestas entre 2006 y 2010 no surtieron efecto. Con el paso del tiempo, Irán logró afianzarse como potencia militar regional y global. Sus alianzas con los movimientos radicales islámicos de Oriente Medio – Hezbollah, Hamas, hutíes yemenitas, agrupaciones islamistas armadas sirias e iraquíes – lo convierte en un temible adversario de las monarquías pro occidentales de la región y, ante todo, de la abominable entidad sionista. Desde hace más de medio siglo, los ayatolás sueñan con borrar a Israel del mapa; desde hace más de cinco lustros, el establishment castrense hebreo espera una señal para acabar con las instalaciones nucleares iraníes. Pero… hacía falta una chispa, un detonante. El ataque de la aviación israelí contra el consulado de Irán en Damasco fue el pretexto ideal. El régimen islámico se sentía con derecho para lanzar su operativo La Verdadera Promesa.

No vamos a insistir sobre los pormenores de esa espectacular operación militar, una terrorífica exhibición que ha tenido en vilo a los Estados Mayores de numerosos ejércitos. Estiman los estrategas que el forcejeo termino en un empate: Teherán dejó constancia de su capacidad de combate; Israel, la de su eficaz defensa frente a los ataques enemigos.

Al término de la pesadilla, el actual inquilino de la Casa Blanca se precipitó en informar a los ayatolás que los Estados Unidos no participarán en una posible (y muy probable) ofensiva israelí contra la república islámica, mientras que al detestable amigo Netanyahu le aseguró que el fracaso de la operación iraní suponía una victoria de Israel y de sus aliados sobre el malvado régimen de los clérigos chiitas.

Aprovecha la vitoria, le recomendó Biden al Primer Ministro hebreo, recordándole, una vez más, el mantra de las últimas horas: contención.

¿Victoria? ¿Miedo? ¿Contención? Pues bien, al menos de momento, conviene emplear el eufemismo contención. 

martes, 9 de abril de 2024

Eslovaquia de frutas

 

Pero, ¿qué estoy diciendo? En realidad, deberíamos decir Macedonia de frutas. Sería lo correcto y lo más comprensible. Pero en este caso concreto, la balcánica Macedonia nos queda un poco lejos. Esos apuntes tratan sobre la actualidad en otro minúsculo país europeo – Eslovaquia – situado en el corazón de Europa. Un Estado cuyo porvenir inquieta a los eurognomos de Bruselas y a los uniformados atlantistas. Un país que pertenece – junto con la República Checa, Polonia y Hungría, al problemático Grupo de Visegrado, que tantos quebraderos de cabeza provoca en las Cancillerías occidentales. Se trata, recordémoslo, de los díscolos de la UE y también – desde hace algún tiempo – de la Alianza Atlántica.

Polonia, que volvió al redil hace apenas unos meses, no consigue desembarazarse de sus tics autoritarios de sus gobernantes radicales, que tanto molestaban a los eurócratas: vigilancia del sistema judicial, rechazo de las políticas de genero de la UE, intimidación de la Prensa.

Hungría siguió la senda de Varsovia, apostando por el nacionalismo y ¡ay! la férrea defensa de la soberanía y los intereses nacionales, amén de una sospechosa amistad con el hombre fuerte del Kremlin: Vladímir Putin.

Las andanzas del primer ministro húngaro, Víctor Orban, no han terminado. Actualmente, el régimen de Budapest se ha convertido en la oveja negra comunitaria. Mas cuando parecía que los húngaros iban a asumir en solitario su ostracismo, surgió un nuevo protagonista dispuesto a actuar de malo de la película: Eslovaquia.

En septiembre de 2023, el socialdemócrata Robert Fico se alzó con la victoria en las elecciones generales celebradas en el país. Malas noticias para el mundillo bruselense: Fico, que ya había ostentando en cargo de primer ministro en dos ocasiones, no duda en hacer alarde de su postura prorrusa. Un golpe bajo, sentencia el grupo socialista del Parlamento Europeo, que contempla la expulsión o suspensión de la agrupación parlamentaria bruselense de Smer, el partido de Fico, y de su ala disidente, Hlas, liderada por el hasta ahora presidente del Parlamento de Bratislava, Peter Pellegrini. Sin embargo, los dos políticos no tardaron en comprobar que… había vida después del involuntario destierro.

El pasado fin de semana, Pellegrini se alzó con la victoria en las elecciones presidenciales que lograron poner fin a una etapa de dominación conservadora.

Los socialdemócratas se han apoderado del Parlamento, el Gobierno y la Presidencia de la República, señalaba en la noche del domingo el comentarista político de la BBC. Para el público español interesado en la (buena) marcha del proyecto europeo, la lluvia de epítetos empleada por algunos medios de comunicación enturbió una posible y necesaria visión panorámica. Si bien al nuevo Presidente eslovaco, Peter Pellegrini, se le tacha de prorruso y aliado de Viktor Orban el Primer Ministro Fico cumula los calificativos de antiliberal, socialista, prorruso y populista, que moviliza al electorado joven utilizando narrativas de la extrema derecha.

Frente a ellos, hallamos al candidato derrotado, Iván Korčok, exministro de Asuntos Exteriores, un liberal prooccidental apoyado por la oposición liberal y conservadora. Una auténtica Eslovaquia de frutas.

En resumidas cuentas, lo que insinúa esta avalancha de calificaciones (descalificaciones, en este caso) es que el tándem Fico – Pellegrini podría convertir al país en un incómodo aliado de Orban y Putin.

De todos modos, sería recomendable que los lectores de la prensa mainstream de la Península consulten las noticias – muy escuetas y reveladoras – del servicio español de la BBC.

Los coleccionistas de despropósitos recordarán probablemente la disputa entre dos ciudadanos israelíes que termina con la imprecación: ¡Eres un… antisemita! Y la inevitable coletilla:  Pero, ¿qué estoy diciendo?

¡Ay, sí! una auténtica Eslovaquia de frutas.


viernes, 16 de febrero de 2024

Putin no insulta

 

Ahora, que ya sabemos que Joe Biden es el candidato predilecto de Vladimir Putin a la presidencia de los Estados Unidos, que Donald Trump se ha convertido en un personaje demasiado conflictivo para la élite demócrata de Washington, la OTAN y… el Kremlin, no nos queda más remedio que analizar – con una inevitable mezcolanza de humor y preocupación – las nuevas normas impuestas por el actual inquilino de la Casa Blanca en las cada vez más fluctuantes e impredecibles relaciones internacionales. Puntualicemos: al escrutinio diplomático se suma, en este caso concreto, la evaluación lingüística.


La lectura o relectura de la magistral novela El Señor Presidente, del Premio Nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias nos asombra con el párrafo en el que el líder máximo despide a gritos al medicucho Barreño: ¡Retírese, salga y… llame a ese animal!


¡Yo soy ese animal! explica el secretario del Señor Presidente de la República, acostumbrado con el discurso algo florido de su amo y señor.


En las últimas semanas, Joe Biden tildó al Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, de idiota, imbécil, mala persona y otras lindezas reproducidas instantáneamente por los principales medios audiovisuales estadounidenses. Curiosamente, no hubo desmentidos de la Casa Blanca; sabido es que Biden no controla sus… lapsus. Pero, ¿se trata de meros traspiés?


En Israel, donde la opinión pública está dividida entre el rechazo a la política llevada a cabo por el líder del Likud y sus socios ultranacionalistas y el apoyo al operativo bélico de Gaza, los reiterados deslices de Biden causaron un profundo malestar.


 Biden, no puedes llamar idiota a nuestro primer ministro; sólo nosotros podemos hacerlo, rezaba el editorial del rotativo Jerusalem Post, una de las pocas publicaciones de referencia en la casi totalidad de los países de Oriente Medio. De hecho, los traspiés de Biden distan mucho de las promesas de apoyo incondicional formuladas por el propio Presidente tras el ataque del 7 de octubre, cuando Tel Aviv manifestó su intención de intervenir militarmente en la Franja de Gaza


Para los redactores del Jerusalem Post, el aliado transatlántico se había equivocado. En lugar de presionar a Israel para que detenga su ofensiva, Estados Unidos y el resto del mundo deberían aumentar la presión sobre el grupo terrorista para que libere a los rehenes y se rinda. Una opinión ésta compartida por la gran mayoría de israelíes, traumatizados por el impacto de la incursión de Hamas. Obviamente, Israel había perdido su halo de fortaleza inexpugnable.

Sin embargo, los analistas y estrategas hebreos coinciden en que Joe Biden tiene sobradas razones para estar molesto con Netanyahu. En primer lugar, porque el jefe del Ejecutivo de Tel Aviv se ha distanciado del plan de Biden para Gaza del día después, de vincular la normalización de las relaciones con Arabia Saudita a un control reforzado de la Franja otorgado a la Autoridad Nacional Palestina, lo que conduciría a la aceptación de la fórmula de dos Estados, rechazada por Israel.

Por otra parte, la insistencia de Netanyahu en mantener a sus socios de extrema derecha Itamar Ben-Gvir y Bezalel Smotrich en la coalición también debe irritar, así como la percepción de Biden de que el gobierno israelí no está tomando medidas para frenar las acciones violentas de los colonos extremistas de Cisjordania.

Finalmente, la obstinación de Netanyahu en continuar la guerra de Gaza hasta su conclusión de invadir Rafah y eliminar a los combatientes y las bases de Hamas, sin un plan claro para proporcionar una retirada segura a los más de un millón de gazatíes que se han congregado en la ciudad asediada durante la guerra, es probablemente el tema que más indujo a Biden a hablar de Netanyahu en términos… poco diplomáticos.

Pero también hay otro factor, tal vez más importante: con cada gazatí que muere en la ofensiva israelí, Biden está perdiendo apoyo político para su campaña de reelección por parte del ala progresista de su electorado. Es cierto que un operativo bélico importante en Rafah pondrá en peligro a muchos más civiles, incluso si se aplica un plan de evacuación.

Pero curiosamente, aunque Biden le guarde rencor a Netanyahu, también es cierto que el general Benny Gantz, miembro del actual Gabinete de guerra israelí, a quien algunos ven como la alternativa moderada a Netanyahu, apoya la ampliación de la ofensiva en el sur de Gaza y Rafah.

Cabe preguntarse, pues: ¿serán todos los políticos israelíes idiotas, imbéciles, a malas personas? ¿Será Donald Trump este personaje peligroso del que los norteamericanos deberían desembarazarse a la mayor brevedad?

Extrañamente, Vladímir Putin no insulta. 

jueves, 8 de febrero de 2024

Palestina libre, a la conquista del Parlamento Europeo

 

Uno de los principales caballos de batalla del Partido para la Justicia y el Desarrollo (AKP) en la consulta electoral celebrada en Turquía en 2002 fue el lema: Islamizar la diáspora. Pero pocos gobernantes europeos tomaron en serio en programa electoral del AKP, tal vez partiendo del supuesto de que los partidos prometen, pero no cumplen. ¡Craso error! En el caso de Turquía, la agrupación islámica liderada por Recep Tayyip Erdogan logró que las promesas se materialicen.

Remusulmanizar Turquía e islamizar la diáspora, rezaba en programa del partido de corte religioso, emanación del Refah (Partido del Bienestar), que no logró sobrevivir a los ataques de los sectores laicos de la sociedad, más propensos a aceptar las estructuras irreligiosas del estado moderno creado por Mustafá Kemal Atatürk en 1923.

Pero con el advenimiento del AKP los datos del problema cambiaron radicalmente. Turquía acabó convirtiéndose en un país musulmán respetuoso de los conceptos básicos del Corán y la nutrida diáspora procedente de Anatolia en el… caballo de Troya del islamismo que – según las agrupaciones democristianas del Viejo Continente – amenaza la convivencia confesional europea.

Recientemente, los grandes rotativos alemanes se hacían eco de un proyecto ideado por Erdogan para aprovechar a la diáspora turca como trampolín para llegar al corazón de Europa. Se trataba de la creación – con miras a las elecciones europeas del próximo mes de junio – de un partido turco-alemán, la Alianza Democrática para la Diversidad y el Despertar (DAVA) llamado a aglutinar los votos de la emigración musulmana residente en la República Federal.

Al grito de alarma del democristiano CDU se sumaron las advertencias de algunos medios de comunicación europeos, que denunciaron la amenaza otomana. Es cierto que la diáspora turca representa de la comunidad musulmana más numerosa de Alemania. De los casi 2 millones de inmigrantes, más de la mitad contempla la posibilidad de echar raíces en suelo germano. También es cierto que las políticas de integración del Estado federal fueron mucho más laxas en el caso de los turcos, que gozaron con numerosas ventajas para la obtención de los permisos de residencia, la nacionalización y la inserción laboral. Actualmente, varios ciudadanos de origen turco ocupan puestos clave en los Gobiernos regionales o en la Administración municipal. Pero no serán ellos quienes movilicen a la diáspora para depositar sus votos para el partido auspiciado por Erdogan. Hay otros actores encargados de mover los hilos.

En febrero de 2022, Erdogan recibió en Ankara a una nutrida delegación de la Unión de Demócratas Internacionales (UID), apéndice de su partido en Europa, a la que instó a crear mecanismos capaces de influir en la política nacional de los países de residencia. Asimismo, hizo hincapié en el hecho de que unidos, ningún Estado, partido u organización europea podrán manipularles, pues se convertirán en una comunidad difícilmente ignorada por las fuerzas políticas del Viejo Continente.

 

Al abordar el tema de una posible injerencia de Ankara en las elecciones europeas, los políticos alemanes hacen caso omiso de otra realidad, mucho más impactante: la reciente creación de un grupo de partidos musulmanes nacionales que se presentará a la consulta de junio con la denominación de Palestina libre. Se trata, según sus promotores, de una herramienta capaz de contrarrestar el impacto de los éxitos electorales de la derecha conservadora.

 

Los integrantes de este grupo son: el Partido Andalusí, la agrupación musulmana holandesa NIDA, la Unión Democrática. de los Musulmanes Franceses (UDMF)el Movimiento Islámico Democrático Italiano (MIID), a los que podrían sumarse otros grupos musulmanes europeos o pertenecientes a la diáspora. En principio, los candidatos que obtengan escaños en el Parlamento Europeo se integrarían en la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica, materializando el proyecto del islamista egipcio Tarik Ramadan, ciudadano suizo y nieto de Hassan al Banna, fundador de la cofradía de los Hermanos Musulmanes.

 

Curiosamente, nadie menciona en los medios europeos la existencia de la agrupación Palestina libre.

 

Entre los objetivos prioritarios de la recién creada agrupación figuran: la libertad de movimiento de los inmigrantes en suelo europeo, integración multicultural, la lucha contra la islamofobia. Se trata de Temas prioritarios, que figuraban también en los programas de los partidos socialistas y ecologistas alemanes o de las centrales sindicales germanas.

 

¿Caballos de Troya?  La Unión Democrática. de los Musulmanes Franceses (UDMF) asegura que no tiene intención de islamizar Francia; el Partido Andalusí quiso enfatizar que el hecho de enseñar árabe a los niños no debe considerarse de ninguna manera como proselitismo, ya que resta importancia al factor religioso. El Movimiento Islámico Democrático Italiano (MIID), quiere centrar su campaña en el combate contra la política antimusulana del Gobierno de Giorgia Meloni.

¿Y Palestina? Nosotros contemplamos la creación de un nuevo Estado, donde dentro de 100 o 200 años los cristianos, musulmanes y judíos vivirían pacíficamente, señala Driss Mohamed Amar, líder del partido islámico-humanista español.

De momento, la próxima cita de Palestina libre es… con las elecciones europeas del mes de junio. 

viernes, 2 de febrero de 2024

Biden a Netanyahu: elimine al enemigo con gentileza y elegancia

 

El fallo de la Corte Internacional de Justicia sobre la acusación de genocidio perpetrado por Israel en la Franja de Gaza sorprendió a los inocentes y las almas caritativas. Tal vez no a quienes conocen el funcionamiento de los organismos internacionales, que se rigen siempre por la norma: una de cal y otra de arena. ¿Condenar a Israel? Sí, pero… ¿Satisfacer al régimen surafricano? Por supuesto, pero sin ofender a nadie.

La lectura del primer editorial publicado por el rotativo israelí The Jerusalem Post tras darse a conocer el fallo del Tribunal de La Haya es reveladora: Durante 35 minutos, la Corte Internacional de Justicia se dedicó a vituperar a Israel, pero luego sorprendió al Estado judío al no emitir ninguna orden concreta contra las Fuerzas de Defensa (Ejército)… No hubo dictaminen alguno sobre el cese de las hostilidades ni sobre la retirada de las FDI de Gaza.

Alivio en Israel; satisfacción en Sudáfrica. No hubo descontentos. Una de cal…

Luego surgieron las acusaciones de Tel Aviv sobre la participación de personal de las Naciones Unidas en el ataque del 7 de octubre. ¿La neutralidad de los funcionarios internacionales? Sí, pero en este caso concreto se trata de nacionales de un país en conflicto. ¿Agravante o atenuante? Simple reconocimiento de los hechos.

Durante varias semanas, partidarios y detractores de Israel y Palestina, de los árabes y los judíos, trataron de expresar sus puntos de vista, de manifestar, de imponer públicamente sus creencias. Las intervenciones – no siempre acertadas – de los poderes públicos alimentaron el confusionismo, ensancharon la brecha entre gobernantes y gobernados. ¿Quién defiende la causa justa? ¿Cómo explicar a las víctimas potenciales de un conflicto armado que se encuentran del buen o el mal lado de la Historia? ¿De verdad ello importa?

Lo cierto es que la ofensiva mediática que presenciamos en las últimas semanas nos deparó algunas sorpresas. Entre las más sonadas figura la gestión de la Fiscalía General de Suiza, que confirmó que el Presidente de Israel, Isaac Herzog, había sido objeto de varias denuncias penales durante su visita al Foro Económico Mundial en Davos. La Fiscalía no reveló detalles sobre la naturaleza o el número de las denuncias ni sobre la identidad de los querellantes. Indicó, eso sí, que se pondría en contacto con el Ministerio de Asuntos Exteriores suizo para examinar la cuestión de la inmunidad del Presidente. Una gestión que parece insólita en un país que cuenta con numerosas juristas de renombre especializados en el derecho internacional. Pero reconozcámoslo; los habitantes de este país centroeuropeo, que se enorgullece ser el laboratorio de ideas de Europa, viven en… otro mundo.

No, Isaac Herzog, abogado de profesión e hijo de un afamado militar que ostentó dos veces el cargo de Presidente del Estado de Israel, no está involucrado directamente en ningún operativo bélico que podría asociarse el genocidio. Un genocidio que Herzog negó en Davos, alegando el derecho del Estado judío a la legítima defensa.

¿Iniciar un proceso de paz? ¿Contemplar la solución de dos Estados?  Nadie en su sano juicio está dispuesto ahora a pensar en un proceso de paz, manifestó Herzog en Davos. Israel ha perdido la confianza en los procesos de paz porque ve que nuestros vecinos glorifican el terror… esta guerra no es solo entre Israel y Hamás; hay un imperio del mal que emana de Irán, señaló. Decididamente, la postura del laborista Herzog no dista mucho de la del conservador Netanyahu.

Si bien es cierto que a Isaac Herzog no se le podría perseguir por crímenes contra la Humanidad, hay que reconocer que otros destacados políticos israelíes sí fueron involucrados en actos de terrorismo. Se trata de Menájem Begin, antiguo primer ministro de Israel que compartió el Premio Nobel de la Paz con el presidente egipcio Anwar El Sadat, y de Isaac Shamir, también primer ministro de Israel y copatrocinador de la Conferencia de Paz de Madrid de 1991.

En 1946, siendo Beguín líder del Irgún, una organización paramilitar judía radical, coordinó el atentado contra el Hotel King David de Jerusalén, cuartel general del Gobierno militar británico de Palestina. La explosión acabó con la vida de 91 personas.

Isaac Shamir, miembro del triunvirato que dirigió el Irgún en la misma época, ordenó numerosos atentados y asesinatos, entre otros el del conde sueco Folke Bernadotte, primer enviado de la ONU a Palestina al final de la Segunda Guerra Mundial. Bernadotte fue – conviene recordar – el primer defensor de la solución de los dos Estados.

Tanto Begin como Shamir fueron perseguidos por la justicia europea; ambos tenían inmunidad.

El ambiente eufórico que se adueñó de la plana mayor del Gobierno sudafricano tras darse a conocer el fallo del Tribunal de La Haya resulta difícilmente comprensible para quienes desconocen la complejidad de las relaciones entre Johannesburgo y Tel Aviv. Unas relaciones que se remontan a la época del apartheid puro y duro, del aislamiento impuesto al régimen de Pretoria por la presión internacional. En aquel periodo, el desierto de Namibia se convirtió en el banco de pruebas de los primeros ensayos nucleares israelíes. Las explosiones atómicas no podían ni debían llamar la atención de los vecinos árabes del Estado judío. Siguieron las ventas masivas de armas a Sudáfrica, la cooperación militar…

En 1981, el entonces Presidente sudafricano, Pieter W. Botha, dio luz verde al ultrasecreto proyecto Coast, que contemplaba el acceso de Pretoria a armas químicas y biológicas, indispensables para la defensa del país contra sus enemigos externos: Angola y Mozambique, donde la guerrilla marxista logró hacerse con el poder.

Hacia finales de 1982, el Coast se cobró las primeras víctimas. Se trataba de varios centenares de guerrilleros del SWAPO, detenidos por el ejército sudafricano.

Entre los años 1983 y 1986, se desarrollaron vacunas capaces de provocar la esterilización masiva de hombres y mujeres de raza negra. Curiosamente, alguien alertó a los militantes del Consejo Nacional Africano, partido nacionalista liderado por Nelson Mandela, sobre la existencia del proyecto, en el que supuestamente participaban científicos israelíes. La noticia, divulgada por los rotativos de Tel Aviv, provocó un hondo malestar en el seno de la opinión pública hebrea. Los portavoces oficiales se apresuraron en desmentir la información, anunciando al mismo tiempo el cese definitivo de la colaboración científica con Sudáfrica. Fue a partir de este incidente que el Consejo Nacional Africano empezó a centrar su atención en la lucha del pueblo palestino. En este contexto, los rumores acerca de las inmejorables relaciones entre los actuales Gobiernos de Johannesburgo y Teherán parecen irrelevantes. Pero irrelevantes no significa forzosamente inexistentes…

¿Qué sorpresas nos depara el porvenir?


domingo, 21 de enero de 2024

Netanyahu - accidentado final de trayecto


Trato de hacer memoria. Sucedió hace tiempo; hace más de tres décadas. Jerusalén, 18 de octubre de 1988. El candidato del derechista Likud en las elecciones legislativas, Isaac Shamir, celebraba su enésima rueda de prensa anterior a la contienda electoral. Le preguntamos sobre iniciativa de la OLP de proclamar la independencia de Palestina. El proyecto coincidía, recordémoslo, con el innegable impacto mediático de la primera Intifada. ¿Un Estado Palestino? ¡No habrá jamás un Estado Palestino! aseveró el líder conservador.

Argel, 15 de noviembre de 1988. El Consejo Nacional Palestino (Parlamento de la OLP), reunido en la capital argelina, proclama la independencia de Palestina.  Las emisoras de los países árabes transmiten en directo los debates del Parlamento: …ejerciendo el derecho del pueblo árabe palestino a la autodeterminación, a la independencia política y a la soberanía sobre su territorio, el Consejo Nacional Palestino, en nombre de Dios y del pueblo árabe palestino, proclama la creación del Estado de Palestina sobre nuestra tierra palestina, con su capital en Jerusalén, al-Quds al-Sharif.

No hubo grandes festejos en el sector árabe de Jerusalén. Los pobladores palestinos de la urbe tuvieron que contentarse con esporádicos fuegos artificiales, disparados tras el paso de las patrullas del ejército israelí. La canción Biladi (mí país) convertida en himno nacional, sonó en algunos vecindarios nacionalistas. Mas había que enfrentar los hechos: la ciudad, capital eterna e indivisible de Israel, seguía bajo ocupación. Palestina contaba con su territorio - las tierras ocupadas por el Estado judío en la guerra de 1967 – pero sin soberanía internacionalmente reconocida.

Después de la euforia inicial, los pobladores de la ciudad Tres Veces Santa asistieron a la puesta en marcha de la implacable maquinaria de propaganda israelí, que no tardó en advertir a los países amigos de Tel Aviv sobre la temeridad de posibles actuaciones unilaterales. En este caso concreto, la temeridad consistía en el reconocimiento del Estado Palestino. A la ofensiva del Likud se sumó la voz del recién elegido Presidente de los Estados Unidos, George Bush, antiguo director de la CIA, que tenía sobradas razones para no enemistarse con el establishment israelí.

La proclamación del Estado Palestino fue el detonante de la puesta en marcha de las consultas que desembocaron en la celebración, en 1992, de la Conferencia de Madrid y las discretas negociaciones diplomáticas que llevaron a la firma de los Acuerdos de Oslo. El propio Isaac Shamir decidió corregir su discurso, pasando del no habrá jamás un Estado palestino al más presumible tal vez en un plazo de diez años. Una postura posibilista, que permitía a los sucesivos Gobiernos israelíes celebrar nuevas reuniones destinadas a vaciar de contenido los Acuerdos de Oslo y el Memorando de Wye Plantation. Todos los jefes de Gobierno conservadores - Shamir, Olmert, Sharon, Netanyahu – y sus relevos laboristas - Barak, Ben Ami - navegaron en la misma dirección. La extensión de tierras asignadas a la Autonomía palestina disminuyó considerablemente tras la creación de nuevos asentamientos judíos en Cisjordania. Por si fuera poco, tanto Ariel Sharon como Benjamín Netanyahu manifestaron que el Presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, había dejado de ser un interlocutor válido en el accidentado diálogo con Tel Aviv. Curiosamente, los datos del problema cambiaron radicalmente después del ataque de Hamas del 7 de octubre del pasado año, cuando Washington y Tel Aviv llegaron a la conclusión de que el único elemento moderado al que podían recurrir era… Mahmud Abbas. Para conquistarlo, israelíes y norteamericanos optaron por recurrir tanto al coqueteo como al chantaje.

El chantaje se ha convertido en la principal baza del actual maratón diplomático meso oriental estadounidense. El Secretario de Estado Antony Blinken se empeñó en convencer al Presidente Erdogan sobre la necesidad de apoyar la postura de Israel en la pugna con los palestinos. ¿A cambio de la entrega de unos cazas F-16? Un error garrafal, teniendo en cuenta la trayectoria ideológica del político turco, hábil negociador y ferviente islamista. O de ofrecer un trato equitativo a Benjamín Netanyahu, persuadiéndole de que Arabia Saudita costeará los gastos para la reconstrucción de Gaza y normalizará sus relaciones con Tel Aviv a cambio del plácet israelí para la creación de un Estado palestino. Tropezó, una vez más, con la negativa rotunda del Primer Ministro hebreo, poco propenso a aceptar la existencia de este Estado, liderado por los elementos moderados de la OLP o por una coalición internacional integrada por saudíes, egipcios, palestinos y… norteamericanos. Netanyahu dejó las cosas claras en su último discurso: El día después de la era Netanyahu habrá un Estado gobernado por la Autoridad Palestina. Él, Netanyahu, no tiene intención alguna de claudicar.  Y ello, pese a la advertencia de Washington: La paciencia de Joe Biden se ha agotado. Aviso a los políticos noveles y las almas caritativas que acaban de descubrir la problemática del conflicto. No hay que tratar de amenazar con la opción de dos Estados ni con la imposición de un Estado creado por Occidente, por países que durante décadas hicieron suya la estrategia de la no intervención unilateral en los asuntos de la región.

En las últimas semanas, la Administración Biden trató de eludir los contactos con Netanyahu a la hora de sentar las bases para posibles soluciones del día después del operativo bélico, recurriendo al diálogo con otros políticos israelíes o representantes de la sociedad civil. Sin embargo, los altos cargos del Departamento de Estado reconocen que, al término del conflicto, alguien tendrá que reconstruir Gaza, alguien tendrá que gobernar Gaza, alguien tendrá que proporcionar seguridad en Gaza. Israel se enfrenta a decisiones muy difíciles en los próximos meses, estiman los jefes de la diplomacia estadounidense. ¿Simple constatación o advertencia? Pero Israel no es una república bananera.

Tampoco los palestinos parecen dispuestos a ceder: el precio pagado por los gazatíes desde el inicio de la operación militar ha sido demasiado elevado.

Subsiste, pues, el doble dilema: Netanyahu no tiene intención de dimitir; tiene cuentas pendientes con la Justicia israelí. El Estado judío no quiere claudicar; tiene cuentas pendientes con… Hamas.


jueves, 18 de enero de 2024

La otra guerra de Putin

 

¿Otra guerra auspiciada por el Kremlin? Pero no se trata, en este caso concreto, de un conflicto armado, sino más bien de una ofensiva de… desarme. De desarme económico y financiero; de un enfrentamiento entre gigantes de la economía global, de sistemas financieros diametralmente opuestos, por no decir, antagónicos.

A finales de octubre del pasado año, el presidente Biden advirtió que, a su juicio, la humanidad necesita un nuevo orden mundial para reemplazar al vigente en los últimos 50 años. Un orden que – según el actual inquilino de la Casa Blanca – había funcionado bastante bien, pero que de alguna manera se quedó… sin aliento. Es preciso crear un nuevo orden, basado, claro está, en las normas y las reglas establecidas por la economía dominante – la norteamericana – y supervisadas por sus fieles lugartenientes: el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Añadió Biden, eso sí, sin ahondar en el tema, de que también Rusia es partidaria de crear un nuevo orden. La nueva estructura, promovida por Moscú y Pekín, se llama… BRICS. Es el acrónimo de los fundadores del movimiento: Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, creado en 2006 por potencias económicas emergentes dispuestas a contrarrestar la hegemonía estadounidense. En la última ampliación, acordada el pasado año, se sumaron al grupo otros seis países: Argentina, Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí y Etiopía. Tras la victoria electoral del populista Javier Milei, Argentina reconsideró su decisión de integrar los BRICS. Aparentemente, a Milei le apetece más una audiencia en  el Despacho Oval de la Casa Blanca que una foto en el Kremlin o la Gran Muralla china. Aun así, la deserción de Buenos Aires no parece preocupar sobremanera a los artífices de la multipolaridad. El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, reveló que el bloque considerará este año las candidaturas de una treintena de Estados dispuestos a adherirse a BRICS.

El principal objetivo de BRICS consiste en reemplazar el orden mundial unipolar (léase norteamericano) por un sistema multipolar, algo que ocultó en su discurso Joe Biden.

Los países miembros de BRICS, que aglutinan al 46% de la población mundial, representan el 29% del PIB del planeta, controlan el 22% de los intercambios comerciales, el 42% de la producción global de petróleo y el 55% de las reservas de gas natural, podrían convertirse en la piedra angular de un orden mundial emergente, en una pieza clave en el debate sobre el futuro de un mundo multipolar.

Rusia ostenta este año la presidencia rotatoria de BRICS, un ejercicio que permitirá al Kremlin organizar alrededor de 200 actos y una docena de reuniones ministeriales en suelo de la Federación Rusa. Una estrategia que pretende ofrecer una imagen de normalidad, fuera del conflicto de Ucrania.

Para Moscú, es importante ampliar la influencia de la asociación, convertir BRICS en un punto de encuentro y diálogo entre países con sistemas económicos y sociales diferentes, disponer de una herramienta jurídica capaz de neutralizar las sanciones arbitrarias, ilegítimas y unilaterales impuestas por los Estados Unidos y sus aliados. Los altos cargos del Kremlin advierten: Rusia es un banco de ensayo. Las sanciones se aplicarán mañana a China. ¿Política ficción? No forzosamente.

Otro frente importante es el de la desdolarización, la ofensiva destinada a acabar con la hegemonía del dólar en los intercambios comerciales internacionales. De momento, BRICS se centra en introducir los pagos en monedas nacionales. La creación de una moneda común, deseada por algunos socios, contemplada por los expertos del Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS, queda por ahora relegada a un segundo plano.


viernes, 5 de enero de 2024

Negociando sobre escombros


Resulta sumamente difícil, cuando no, imposible, tratar de analizar con calma y detenimiento la problemática real de nuestro mundo al comprobar que los hasta ahora insignificante rebeldes hutiés, que siembran el terror en las aguas del Mar Rojo, hacen caso omiso de las advertencias de Washington y ¡de Londres! que les instan a abandonar su postura belicosa frente a los mercantes que transportan fletes destinados a Israel, que el líder máximo de la revolución islámica iraní confunde a los terroristas del Estado Islámico con los agentes del Mossad, que los políticos del jardín de Occidente, que se merece las loas del diplomático jefe de la UE, Josep Borrell, achacan el constante deterioro de sus boyantes economías a la guerra de Putin (¿por qué de Putin? ¿Están en guerra con Rusia?), que los politólogos del universo postsoviético se hartan en escribir la palabra “Israel” con un extraño entrecomillado, que gobernantes inexpertos proclaman que la solución de la crisis de Gaza estriba en la proclamación de un Estado Palestino.

Resulta sumamente difícil, cuando no, imposible, pronunciarse sobre el somnambulismo político del actual inquilino de la Casa Blanca (término acuñado esta misma semana por los medios de comunicación transatlánticos), teniendo en cuenta los vaivenes de la Administración estadounidense. En efecto, parece incomprensible que un estadista que proclama su apoyo incondicional a Israel, exija a sus interlocutores que eliminen al enemigo con delicadeza, olvidado los trágicos episodios de las guerras de Vietnam, Afganistán, Irak o Siria. ¿Simple amnesia?

Lo cierto es que tras el constante deterioro de la situación en Oriente Medio – eliminación del número dos de Hamas en la capital libanesa, el sangriento atentado de Kerman, el recrudecimiento de los ataques hutíes en el Mar Rojo – el Tío Joe (nada despectivo, simple homenaje a un gran literato -Mark Twain) decidió enviar a su criado Antony (homenaje a Shakespeare) a un viaje relámpago de cuatro días por países y territorios de la región, encargándole a defender una agenda que incluye  importancia de proteger las vidas de civiles en Israel, Cisjordania y Gaza, la liberación de todos los rehenes de Hamas, la entrega de asistencia humanitaria a los civiles en Gaza, el freno a las deportaciones forzosas de los pobladores de la Franja, la creación de  mecanismos para frenar la violencia y reducir las tensiones regionales  y evitar una escalada bélica en el Líbano.

En resumidas cuentas, una agenda de cuatro días que requeriría cuatro décadas para su implementación. ¿Arrogancia somnambulística o supina ignorancia?  

Lo cierto es que el periplo del jefe de la diplomacia estadounidense a la región coincide con el estado de alerta máxima decretado por las autoridades de Tel Aviv en la frontera con el Líbano. La plana mayor del Ejército judío no descarta la inminencia de un operativo bélico de Hezbollah en respuesta por la ejecución de Saleh al Aruri, el fundador de la Brigadas Izzadín al Qasem, brazo armado de Hamas, abatido en las dependencias beirutíes del movimiento islámico libanés.

La desaparición de Al Aruri presupone la apertura de un nuevo frente para Israel. Con la agravante de que, en este caso concreto, Irán podría involucrarse directamente en los combates, apoyando a sus aliados libaneses. De todos modos, ello no implica el abandono de la operación militar de Gaza, aunque…

Por primera vez, la prensa estadounidense se hace eco esos días de la dramática situación de los gazatíes, de la crisis humanitaria que afecta a alrededor del 90 por ciento de los habitantes desplazados y a los más de 2 millones de pobladores del territorio al borde de la hambruna. Cabe preguntarse, pues, ¿qué supondría para esta población afligida por los horrores de la guerra la creación de un Estado Palestino?

Cuando se trata de buscar soluciones para la posguerra, las opiniones divergen. Algunos miembros de la coalición de derechas de Benjamín Netanyahu han pedido lanzar una bomba atómica sobre Gaza, la aniquilación total del territorio como represalia por los atentados del 7 de octubre o el empobrecimiento de la población que se viera obligada a abandonar la Franja. Por su parte, la embajadora de Israel en Gran Bretaña manifestó en una entrevista radiofónica que la única solución para Israel sería arrasar las escuelas, las mezquitas y las viviendas para acabar con la infraestructura militar de Hamás.

Los altos mandos militares que supervisan el operativo de Gaza serían partidarios de entregar la gestión de la Franja a clanes tradicionalmente conectados con localidades o sectores específicos, es decir, a las familias de los viejos caciques gazatíes.  

La idea sería reemplazar a Hamás con grupos familiares que no hayan estado conectados con el movimiento terrorista y que se encargarían de controlar la distribución de alimentos, agua y otros suministros clave. Esto supondría un auténtico reto, ya que Hamás ha gobernado en solitario la Franja durante 16 años.

Los miliares hebreos no explican cuál sería el modus operandi, pero recuerdan que este modelo fue aplicado por los Estados Unidos en Irak y Afganistán después del derrocamiento de los regímenes enemigos.

Tampoco está claro cómo funcionará el nuevo operativo en el Norte de Gaza, dado que casi la totalidad de sus 1,4 millones de habitantes fueron evacuados al sur y se espera que la zona norte de Gaza, completamente arrasada. sea inhabitable durante un lustro.

 

Conviene señalar que los Estados Unidos y los países occidentales serían partidarios de contar con el sombrero de la Autoridad Nacional Palestina, algo a lo que el primer ministro Benjamín Netanyahu se resiste, aunque su futuro rival para el cargo de primer ministro, Benny Gantz, mantiene como opción abierta.

 

Otra alternativa sería contemplar una coalición de clanes locales con la Autoridad Nacional Palestina y otros países árabes de la zona - Arabia Saudita, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos - involucrados bajo algún tipo de paraguas de la ONU. Es decir, una especie de protectorado inviable, igual o peor que Kosovo.