jueves, 18 de abril de 2024

UE - Turquía: y volvamos al amor...



Hay momentos en la vida en los que las estrofas o los estribillos de una vieja canción acompañan – voluntaria o involuntariamente – acontecimientos palpables. Noticias tristes, sorprendentes, dramáticas, aberrantes… impactantes. Los insomnes adictos a la información nocturna, devoradores de últimas horas que muy raras veces inciden en los destinos de la Humanidad, tienen la manía de asociar la noticia a la letra de alguna copla cuyo recuerdo perdura en memorias privilegiadas

Olvidemos nuestro enfado, olvidemos nuestro enfado y volvamos al amor, cantaba allá por los años 60 del pasado siglo la famosa interprete francesa Marie Laforêt. Un sugestivo acompañamiento éste para la información procedente de Bruselas, sí, de Bruselas, que se hacía eco del deseo de los líderes de la Unión Europea de establecer – restablecer, mejor dicho – una relación mutuamente beneficiosa con Turquía, destinada a crear un entorno estable en el Mediterráneo oriental.

Señalaba la declaración de los jefes de Gobierno de los 27 que la Comisión estaba trabajando en la elaboración de un paquete de medidas que incluían el reinicio de consultas sobre la modernización del acuerdo de unión aduanera, la liberalización de visados para los ciudadanos turcos negociada por Ankara desde hace más de una década y las más que accidentadas negociaciones sobre la adhesión de Turquía a la UE. En resumidas cuentas: un auténticamente fingido volvamos al amor.

Un amor que en esos momentos no comparten los despechados novios turcos, que se habían hecho a la idea de que los eurócratas de Bruselas brillan por ser adalides de la estrategia del palo y la zanahoria. Los novios saben que la cacareada luz al final del túnel no deja de ser un mero espejismo.

¿Reanudar el diálogo con la Turquía de Erdogan? Decididamente, se trata de un… mal útil. El mapa geopolítico de Oriente está en plena mutación. Los vasallos de ayer se han convertido en los guerreros de hoy, en los lideres de mañana.  Los vasallos de ayer han dejado de acatar órdenes.

En su reciente negociación con la Casa Blanca, Erdogan puso precio al ingreso de Suecia en la OTAN: 13.000 millones de dólares, una flotilla de cazas F 16, otras ventajas ocultas para Ankara. Por otra parte, Erdogan se ha distanciado mucho de la postura de Occidente, criticando la política de Israel, la guerra de Gaza y el conflicto, cada vez más patente, entre el Occidente colectivo y el mundo islámico. Por si fuera poco, Turquía baraja la posibilidad de pedir el ingreso en los BRICS, el bloque económico liderado por Rusia y China, que cuenta actualmente con una cuarentena de solicitudes de adhesión. La estrategia de los BRICS contempla la voladura de la estructura económica internacional creada después de la Segunda Guerra Mundial y liderada por los Estados Unidos y la desdolarización de los intercambios comerciales. En las Cancillerías occidentales proliferan las señales de alerta: Turquía se nos va. Y no sólo Turquía. 

Otros vecinos del país de Erdogan – Georgia y Armenia – se hallan en pleno proceso de ebullición. Las autoridades de Ereván tratan de deshacerse de la tutela del Kremlin. Se trata de una maniobra de los gobernantes armenios, que apuestan por una nueva alianza con Bruselas y Washington. La apuesta no cuenta con el beneplácito de la opinión pública. Los armenios recuerdan que Rusia fue, durante siglos, la única protectora de la minoría cristiana del Cáucaso. Cabe preguntarse si el nivel de vida de la población experimentará mejoras notables bajo el paraguas – los paraguas – de Occidente.

Georgia, país candidato al ingreso a la UE desde el pasado mes de diciembre, tiene que hacer frente a una oleada de protestas provocada por el acalorado debate de un proyecto de ley destinado a limitar la actuación de agentes extranjeros.  La oposición clama que se trata de una copia conforme de la legislación coercitiva rusa de 2014. Otros recuerdan que dicha normativa legal es vigente en varios países occidentales, entre ellos, los Estados Unidos. Pero los ánimos se están caldeando. ¿Se puede contemplar un posible enfrentamiento civil?

Curiosamente, en los tres casos intervienen factores externos. Lejos quedan de tus estrofas, admirada Marie Laforêt… y volvamos al amor. Hoy en día, el mundo se rige por el mantra: haz la guerra, no el amor. Los tiempos cambian…


domingo, 14 de abril de 2024

¿Contención?


Octubre de 1978. Las oficinas de la censura del Ministerio de Información de Irán se habían convertido en un lugar muy concurrido. Los periodistas extranjeros enviados a cubrir los disturbios que precedieron la caída del Sha se amontonaban para escuchar los mensajes dirigidos al pueblo persa por un clérigo exiliado en Francia: el ayatolá Jomeini. Eran llamadas a la rebelión, a la lucha contra el despótico régimen de Mohamed Reza Pahlevi, el rey de los reyes, emperador de los emperadores.

¿Las grabaciones de Jomeini? No, no temeos copias. Pero podrán encontrarlas en el Bazar, aseguraba Farideh, la joven interprete licenciada en filología inglesa por la Universidad de California. ¿Mis opiniones políticas? Miren; nosotros, los expatriados, hemos probado el néctar de la democracia…

¿Y el programa político de Jomeini, señorita Farideh? ¿Qué opina el último punto del mensaje: la destrucción de la entidad sionista, del Estado de Israel?

En Irán viven muchos judíos. Pero hay poca simpatía por lo hebreo entre las clases populares, contesta la joven traductora.

En aquella época, el Estado de Israel contaba con una nutrida representación comercial y consular en Teherán. Sin embargo, la mayoría de sus empleados no se dedicaba al comercio ni a las tareas… consulares. Tras la salida del Sha y el advenimiento de la revolución islámica, el bunker judío del centro de la capital iraní se convirtió en… la representación oficial de Palestina.

El ayatola Ruhollah Musavi Jomeini regresó a Irán en febrero de 1979. Había pasado varios años exiliado en Irak y unos meses – pocos – en Francia. En enero de 1979, en plena ebullición del país persa, el entonces presidente francés, Valery Giscard d’Estaing se reunió en la isla de Guadalupe con su homólogo norteamericano, Jimmy Carter, al que le informó apresuradamente: Mon cher ami, tengo un sustituto para el Sha. Se trataba, según Giscard, de un clérigo iraní, anciano y fácilmente manipulable. Tres semanas más tarde, el futuro líder de la revolución islámica aterrizaba en Teherán.  A su llegada, el ayatolá daba a conocer las líneas maestras de su política, que podrían resumirse de la siguiente manera:

· Establecimiento de la República islámica;

· Unificación de todos los países musulmanes;

· Creación de la tercera potencia mundial, que congregue a los países       árabes productores de petróleo;

· Utilización del “oro negro” como arma para imponer el punto de vista  del Islam en todos los problemas clave para la Humanidad; y

· Destrucción del Estado de Israel.

Los sucesivos gobiernos iraníes siguieron a rajatabla el programa Jomeini.

En 2001, cuando el general Ariel Sharon asumió el cargo de Primer Ministro de Israel, las autoridades de Tel Aviv designaron a Teherán como principal enemigo del Estado judío en la región. ¿Pura paranoia? No, en absoluto. Había indicios para pensar que Teherán estaba poniendo en marcha un ambicioso programa nuclear. Los temores de Sharon se confirmaron años más tarde. Pero las sanciones económicas impuestas entre 2006 y 2010 no surtieron efecto. Con el paso del tiempo, Irán logró afianzarse como potencia militar regional y global. Sus alianzas con los movimientos radicales islámicos de Oriente Medio – Hezbollah, Hamas, hutíes yemenitas, agrupaciones islamistas armadas sirias e iraquíes – lo convierte en un temible adversario de las monarquías pro occidentales de la región y, ante todo, de la abominable entidad sionista. Desde hace más de medio siglo, los ayatolás sueñan con borrar a Israel del mapa; desde hace más de cinco lustros, el establishment castrense hebreo espera una señal para acabar con las instalaciones nucleares iraníes. Pero… hacía falta una chispa, un detonante. El ataque de la aviación israelí contra el consulado de Irán en Damasco fue el pretexto ideal. El régimen islámico se sentía con derecho para lanzar su operativo La Verdadera Promesa.

No vamos a insistir sobre los pormenores de esa espectacular operación militar, una terrorífica exhibición que ha tenido en vilo a los Estados Mayores de numerosos ejércitos. Estiman los estrategas que el forcejeo termino en un empate: Teherán dejó constancia de su capacidad de combate; Israel, la de su eficaz defensa frente a los ataques enemigos.

Al término de la pesadilla, el actual inquilino de la Casa Blanca se precipitó en informar a los ayatolás que los Estados Unidos no participarán en una posible (y muy probable) ofensiva israelí contra la república islámica, mientras que al detestable amigo Netanyahu le aseguró que el fracaso de la operación iraní suponía una victoria de Israel y de sus aliados sobre el malvado régimen de los clérigos chiitas.

Aprovecha la vitoria, le recomendó Biden al Primer Ministro hebreo, recordándole, una vez más, el mantra de las últimas horas: contención.

¿Victoria? ¿Miedo? ¿Contención? Pues bien, al menos de momento, conviene emplear el eufemismo contención. 

martes, 9 de abril de 2024

Eslovaquia de frutas

 

Pero, ¿qué estoy diciendo? En realidad, deberíamos decir Macedonia de frutas. Sería lo correcto y lo más comprensible. Pero en este caso concreto, la balcánica Macedonia nos queda un poco lejos. Esos apuntes tratan sobre la actualidad en otro minúsculo país europeo – Eslovaquia – situado en el corazón de Europa. Un Estado cuyo porvenir inquieta a los eurognomos de Bruselas y a los uniformados atlantistas. Un país que pertenece – junto con la República Checa, Polonia y Hungría, al problemático Grupo de Visegrado, que tantos quebraderos de cabeza provoca en las Cancillerías occidentales. Se trata, recordémoslo, de los díscolos de la UE y también – desde hace algún tiempo – de la Alianza Atlántica.

Polonia, que volvió al redil hace apenas unos meses, no consigue desembarazarse de sus tics autoritarios de sus gobernantes radicales, que tanto molestaban a los eurócratas: vigilancia del sistema judicial, rechazo de las políticas de genero de la UE, intimidación de la Prensa.

Hungría siguió la senda de Varsovia, apostando por el nacionalismo y ¡ay! la férrea defensa de la soberanía y los intereses nacionales, amén de una sospechosa amistad con el hombre fuerte del Kremlin: Vladímir Putin.

Las andanzas del primer ministro húngaro, Víctor Orban, no han terminado. Actualmente, el régimen de Budapest se ha convertido en la oveja negra comunitaria. Mas cuando parecía que los húngaros iban a asumir en solitario su ostracismo, surgió un nuevo protagonista dispuesto a actuar de malo de la película: Eslovaquia.

En septiembre de 2023, el socialdemócrata Robert Fico se alzó con la victoria en las elecciones generales celebradas en el país. Malas noticias para el mundillo bruselense: Fico, que ya había ostentando en cargo de primer ministro en dos ocasiones, no duda en hacer alarde de su postura prorrusa. Un golpe bajo, sentencia el grupo socialista del Parlamento Europeo, que contempla la expulsión o suspensión de la agrupación parlamentaria bruselense de Smer, el partido de Fico, y de su ala disidente, Hlas, liderada por el hasta ahora presidente del Parlamento de Bratislava, Peter Pellegrini. Sin embargo, los dos políticos no tardaron en comprobar que… había vida después del involuntario destierro.

El pasado fin de semana, Pellegrini se alzó con la victoria en las elecciones presidenciales que lograron poner fin a una etapa de dominación conservadora.

Los socialdemócratas se han apoderado del Parlamento, el Gobierno y la Presidencia de la República, señalaba en la noche del domingo el comentarista político de la BBC. Para el público español interesado en la (buena) marcha del proyecto europeo, la lluvia de epítetos empleada por algunos medios de comunicación enturbió una posible y necesaria visión panorámica. Si bien al nuevo Presidente eslovaco, Peter Pellegrini, se le tacha de prorruso y aliado de Viktor Orban el Primer Ministro Fico cumula los calificativos de antiliberal, socialista, prorruso y populista, que moviliza al electorado joven utilizando narrativas de la extrema derecha.

Frente a ellos, hallamos al candidato derrotado, Iván Korčok, exministro de Asuntos Exteriores, un liberal prooccidental apoyado por la oposición liberal y conservadora. Una auténtica Eslovaquia de frutas.

En resumidas cuentas, lo que insinúa esta avalancha de calificaciones (descalificaciones, en este caso) es que el tándem Fico – Pellegrini podría convertir al país en un incómodo aliado de Orban y Putin.

De todos modos, sería recomendable que los lectores de la prensa mainstream de la Península consulten las noticias – muy escuetas y reveladoras – del servicio español de la BBC.

Los coleccionistas de despropósitos recordarán probablemente la disputa entre dos ciudadanos israelíes que termina con la imprecación: ¡Eres un… antisemita! Y la inevitable coletilla:  Pero, ¿qué estoy diciendo?

¡Ay, sí! una auténtica Eslovaquia de frutas.