viernes, 31 de julio de 2015

Suruç bien vale una guerra


Hizo falta una matanza colectiva, un auténtico baño de sangre, para que las autoridades de Ankara decidan sumarse a la coalición internacional antiterrorista liderada por el Presidente Obama. En realidad, Turquía – miembro fundador de la Alianza Atlántica y socio de primera hora de Washington en la guerra contra el Estado Islámico – tardó más de once meses en movilizar su poderoso ejército contra las huestes del califa al Baghdadi. Desde el inicio de la ofensiva yihadista en Siria y su extensión a la vecina Irak, los puestos fronterizos turcos sirvieron de “coladero” para los radicales deseosos de sumarse al ejército yihadista, para el tráfico de armas destinadas al EI, o el tránsito de petróleo barato comercializado por los cabecillas de la agrupación islamista. Un extraño entramado que reunía a antiguos oficiales del ejército de Saddam Hussein, a financieros saudíes y a príncipes qataríes, dispuestos a sacar el máximo provecho al proyecto del Califato árabe. ¿Y Turquía? Ankara se limitaba a hacerse el muerto, como en el juego de póker. Es decir, dejar hacer a los demás y… capitalizar los beneficios.

Sin embargo, las cosas cambiaron a partir del 20 de julio, tras el mortífero atentado contra un grupo de jóvenes militantes de izquierdas perpetrado en la localidad fronteriza de Suruç, que costó la vida a 32 personas. El número de heridos ascendió a más de un centenar.

La situación ya no está bajo control, advirtieron los círculos oficiales turcos. ¿Bajo control? En efecto, parece extraño que el MIT, poderosísimo y omnipresente servicio de seguridad turco, no haya detectado la amenaza ni tratado de impedir el atentado. Los jóvenes turcos congregados en Suruç pertenecían a la Federación de Asociaciones de Juventudes Socialistas (de corte marxista). Su propósito: dirigirse a la ciudad kurdo-siria de Kobané, para participar, junto con los integrantes de las milicias kurdas que reconquistaron la villa, a los trabajos de reconstrucción. Pero la situación ya no estaba bajo control. Pocas horas después del atentado, el Primer Ministro turco, Ahmet Davotoglu, atribuyó la autoría del acto criminal al Estado Islámico. Y Ankara optó por intervenir en el conflicto.
Mas no se trataba sólo de atacar las posiciones del Estado Islámico, como pretendían los aliados de Washington, sino de extender el operativo bélico a la guerrilla kurda del PKK, enemiga tradicional de Ankara, que no había cumplido su promesa de entregar las armas  al ejército del país otomano. En pocas horas, el alto el fuego con el PKK, decretado en 2013, se convirtió en  papel mojado. No es la primera vez que una de las partes rompe el compromiso.  Sin embargo… 

Al dar por terminado el proceso de paz con la minoría kurda, el Presidente Erdogan  solicitó al Parlamento que levante la inmunidad de los diputados pertenecientes al Partido de la Democracia de los Pueblos (HDP), considerado el brazo político del PKK. El HDP irrumpió en la vida política de Turquía en las elecciones generales celebradas el pasado mes de junio. Su aceptación a nivel popular causó auténticos quebraderos de cabeza a los líderes del islamista AKP, partido de gobierno que perdió la mayoría parlamentaria que hubiese debido permitirle llevar a cabo la revisión de la Carta Magna. Cabe preguntarse si el fracaso electoral de la formación política de Erdogan, que va parejo con los éxitos de las milicias kurdas en los combates contra el Estado Islámico en Siria,  no han incidido en la decisión de Ankara de… hacer doblete. Conviene señalar que los Estados Unidos colaboran con los movimientos armados de los kurdos de origen sirio y turco desde la batalla para la liberación de Kobané. Un auténtico contratiempo para Turquía, que no vería con buenos ojos la creación de un mini Kurdistán  en  Rojava, es decir, en los confines con Irak y Siria.

 A cambio de su implicación en el combate contra los yihadistas, Ankara propone el establecimiento de una zona segura en la frontera con Siria, un espacio que sirva de santuario para el Frente de la Conquista, coalición supuestamente no yihadista creada el pasado mes de abril por Turquía, Arabia saudita y Qatar. ¿No yihadista? Las mayores bazas de esta agrupación son los batallones islamistas integrados por radicales de Ahrar as Sham (salafista) y el Frente al Nusra (rama siria de Al Qaeda), movimientos que figuran en la lista de organizaciones terroristas elaboraba por el Departamento de Estado.  

Otra utilidad de la llamada zona segura, que Washington prefiere denominar  zona libre de yihadistas del Estado Islámico, consiste en frenar la sangría de refugiados sirios que buscan asilo en Turquía. Una iniciativa que la OTAN acoge con cierta… tibieza. 

viernes, 24 de julio de 2015

Balcanes: la vuelta de los otomanos


¿Contrasentido, error histórico o mera provocación? Con incredulidad y estupor acogieron los medios de comunicación balcánicos la noticia divulgada en pleno mes de Ramadán por el muftí de la comunidad musulmana de Rumania, Iusuf Murat: la mayor mezquita de la Europa cristiana será edificada en… Bucarest. Se trata de un proyecto faraónico, ideado y financiado por el Gobierno de Ankara. La mezquita, situada en uno de los barrios emblemáticos de la capital, contará con una gran biblioteca científica islámica, aulas destinadas a la enseñanza del Corán y la difusión de la cultura musulmana, un comedor social y un albergue. Un auténtico oasis de paz, aseguran los ayudantes del muftí.

Conviene señalar que Bucarest cuenta ya con cuatro mezquitas. Y que la comunidad musulmana residente en el país apenas asciende a unas 70.000 almas. Nada que ver con los millones de mahometanos afincados en Francia, Alemania o el Reino Unido.

¿Qué persiguen los neo otomanos de Ankara al obsequiar a esta minúscula colectividad un ostentoso lugar de culto? Tanto la clase política como los medios de comunicación del país carpático tratan que quitar hierro a la avalancha de críticas y de comentarios catastrofistas de quienes se oponen a la presencia otomana en suelo rumano.

No se trata, aseguran los politólogos bucarestinos, de cuestiones relativas al culto islámico y/o la intolerancia religiosa, de un debate sobre un hipotético peligro jihadista o de un partido de póker entre diplomáticos y estadistas. En el caso concreto de las relaciones rumano-turcas, todo se limita a un juego de influencia, de poder, de estrategia geopolítica.

El innegable protagonista de esta función es el Presidente Recep Tayyip Erdogan, que utiliza el tablero balcánico para dar jaque a sus vecinos y rivales: Rusia e Irán. Al introducirse en la antigua zona de influencia de Moscú, Erdogan pretende ampliar el radio de acción de Turquía en el Este europeo. Tanto Bulgaria como Rumanía, parientes pobres del club de Bruselas, necesitan de la colaboración con Ankara. Las relaciones económicas están en pleno auge. Pero desde el punto de vista de los contactos socio-culturales, aún queda mucho camino de recorrer. Los islamistas de Ankara recuerdan que la intervención armada del imperio de los zares precipitó la expulsión de los otomanos de la región balcánica, acabando con más de tres siglos de dominación de la Sublime Puerta en Europa oriental. Mas a finales del siglo XX, tras la desintegración del imperio ruso-soviético, los neo otomanos apostaron por emprender el camino de la reconquista.

Otro competidor directo de Turquía en la zona es el Irán de los ayatolás. Ankara quiere obstaculizar la expansión del militantismo chiita hacia los confines de Europa oriental. Para ello, cuenta con el beneplácito del gran aliado norteamericano, interesado en mantener una precaria estabilidad en el Mar Negro. La Casa Blanca utiliza la estrategia del divide y vencerás.

Por último, queda la rivalidad con… Arabia Saudita. Durante décadas, los saudíes se dedicaron a suministrar a las comunidades musulmanas del Mediterráneo mezquitas llaves en mano. Durante la guerra de Bosnia, en la cual los países mahometanos de la región – Jordania y Turquía - se erigieron en protectores de la comunidad islámica de la antigua Yugoslavia, Ankara desempeñó el papel de Gran Hermano de los musulmanes europeos. Pero lo que parecía hasta cierto punto provechoso en el caso de Bosnia, se convierte en un impedimento a la hora de emprender una operación sonrisa destinada a conquistar los corazones de los pueblos sometidos antiguamente al despotismo oriental. 

¿Una megamezquita en Bucarest? ¿Olvida Erdogan que los príncipes valaquios[AML1]  se negaron a aceptar la presencia de los jenizaros en sus tierras? Alternando, eso sí, el combate con la acción diplomática.

Los rumanos – musulmanes y cristianos -  no necesitan mezquitas. Prefieren mantener buenas relaciones con el vecino del Sur; con la Turquía moderna. 

miércoles, 15 de julio de 2015

Cuando el "gran Satán" corteja al "eje del mal"


De acuerdo histórico califican las cancillerías occidentales el pacto nuclear entre Estados Unidos y la República Islámica de Irán sellado esta semana en Viena. Sin embargo, el Primer Ministros de Israel, Benjamín Netanyahu, estima que se trata de un grave error histórico que afecta la seguridad e incluso la supervivencia del Estado judío. Comparten su pesimismo dos ponencias regionales: Arabia Saudita, adalid del wahabismo y Egipto, artífice de refinadas iniciativas diplomáticas capaces de mantener el precario equilibrio del variopinto mundo árabe-musulmán.

Lo cierto es que para el actual inquilino de la Casa Blanca el acuerdo de Viena equivale a una especie de maná celeste. Barack Hussein Obama no habrá sido uno de los mejores presidentes de los Estados Unidos. Al contrario, podría figuran en la lista de los gobernantes menos eficientes. La mayoría de sus proyectos sociales no llegaron a materializarse. En política exterior, sus constantes zigzagueos desconcertaron a los aliados y se tradujeron por la innegable pérdida de prestigio de la pomposamente llamada primera potencia mundial.

El Nobel de la Paz avivó los conflictos de Oriente Medio, autorizó el despliegue de tropas y material bélico en los confines con su ex aliada Rusia, reactivó el escudo antimisiles, opción abandonada sus antecesores en los años de la llamada convivencia pacífica. Pero Obama puede enorgullecerse de su legado histórico: la normalización de las relaciones con Cuba y el armisticio con Irán. Un armisticio que tendrá que contar con el visto bueno del Congreso estadounidense, controlado por los republicanos y cuyo referente es… ¡el israelí Benjamín Netanyahu! 

Por su parte, el Presidente iraní, Hassan Rohaní, no dudó en echar las campanas al vuelo al anunciar la victoria diplomática del país persa en las negociaciones con los miembros permanentes del Consejo de Seguridad  de las Naciones Unidas, a los que se sumó Alemania, potencia económica regional y… habitual suministradora de tecnología (¿nuclear?) a Irán. 

Para la República Islámica, la pacto de Viena presupone el levantamiento de las sanciones impuestas por Washington y sus aliados europeos, avaladas por las resoluciones de las Naciones Unidas, la descongelación de los haberes iraníes bloqueados en los bancos occidentales, la eliminación de las trabas impuestas al comercio con Estados Unidos y los países de la Unión Europea. Ni que decir tiene que ello se traduciría en un incremento de la inversión, tanto pública como privada, un estímulo al consumo y una progresiva liberalización de la sociedad.

A cambio, Irán se compromete a modificar la estructura de su programa nuclear. ¿Un cambio radical? El actual inquilino de la Casa Blanca asegura que el tratado obstaculizará la proliferación de armas atómicas en una región que cuenta ya con varias potencias nucleares: China, India, Paquistán e… Israel. Sin embargo, la aún inexistente bomba iraní preocupa sobremanera a los vecinos de la República Islámica.

Irán tendrá que reducir de 19.000 a 6.104 el número de centrifugadoras de uranio. Sólo 5060 podrán utilizarse, durante un plazo de 10 años, para el enriquecimiento de uranio.  Asimismo, se reducirán de 10.000 a 300 kilogramos las reservas de uranio enriquecido.

Teherán se compromete, además, a aceptar la presencia permanente en su territorio de los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), que elaborarán informes sobre el cumplimiento del acuerdo sellado en la capital austriaca.

¿Un trato justo? ¿Es lo que podía o debía esperar uno de los mayores productores de oro negro del planeta? El previsible incremento de sus exportaciones de crudo iraní preocupan a los vecinos saudíes.

Sin embargo, hay algo que provoca mayor preocupación en la zona: el papel que podría desempeñar el Irán chiita en la lucha contra el Estado Islámico. De hecho, los estrategas estadounidenses estiman que Teherán sería una excelente punta de lanza de la ofensiva contra el terrorismo de corte sunita, ideado y apoyado por el vecino y enemigo histórico de Irán en la zona.


Cuando el  gran Satán corteja al eje del mal, todo es posible…

miércoles, 1 de julio de 2015

Los niños de la Guerra Fría


Rusia siembra la discordia. Los niños de la Guerra Fría recordamos con pavor aquellos malhadados años de confrontación ideológica, cuando Occidente solía emplear la expresión peligro rojo para designar a la URSS y a sus aliados, cuando los países de la órbita de Moscú utilizaban invariablemente el cliché instigadores de la guerra para referirse a los Estados Unidos y los miembros de la Alianza Atlántica. Luego vino la tregua, un frágil pacto de no agresión que duró 30 años; un ciclo histórico.

Rusia siembra la discordia, pregonan los analistas políticos de Washington, recordando que Moscú no sólo utiliza tanques, artillería pesada y tropas para desestabilizar a Ucrania, sino que recurre a su poder económico para financiar a partidos y agrupaciones occidentales propensas a ofrecer versiones alternativas del conflicto de Novorrusia.  En resumidas cuentas, que el Kremlin trata por todos los medios de… fracturar a la OTAN.

Aparentemente, ello justifica la prórroga de las sanciones occidentales contra Rusia, unas medidas que, dicho sea de paso, no han logrado el hundimiento de la economía de este país, ni han generado una oleada de descontento generalizado en el seno de la población del gigante euroasiático. Poco aceptables parecen, según los heraldos de la Administración estadounidense, las medidas de retorsión adoptadas por el Kremlin. Una auténtica insolencia, añaden los ultrajados políticos occidentales que aplaudieron las sanciones impuestas a Rusia.

Aprovechando el conflicto de Ucrania o, mejor dicho, utilizando la crisis como mera coartada, los Estados Unidos y la Alianza Atlántica anunciaron un importante despliegue militar en los países del Este europeo -  Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Bulgaria y Rumanía – puntas de lanza de la OTAN en las inmediaciones de la Federación Rusa. La Alianza trasladará al suelo de los nuevos conversos 250 tanques, artillería pesada, así como una brigada de intervención rápida compuesta por 5.000 efectivos.

Se trata del gesto más agresivo del Pentágono y la OTAN desde el final de la Guerra Fría, afirman los estrategas rusos, haciendo hincapié en el hecho de que Washington está llevando a rajatabla la estrategia de la pinza elaborada en la década de los 90 por los asesores militares de George Bush (padre).

Pocas horas después de darse a conocer las intenciones de la OTAN, el Kremlin anunció el despliegue de misiles de corto alcance en el enclave de Kaliningrado, así como la ampliación de su arsenal nuclear. Se trata, en realidad, de la adquisición de 40 nuevos misiles balísticos intercontinentales, destinados a reemplazar los cohetes fabricados en Dniepropetrovsk (Ucrania), inoperantes por falta de mantenimiento.

Comentando la noticia, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, calificó la iniciativa del Kremlin de peligroso “ruido de sables”. Para los miembros del Estado Mayor del ejército ruso, la presencia de armamento pesado de la Alianza Atlántica en los confines occidentales de la Federación es sinónimo de “ruido de tanques”. Para nosotros, los niños de la Guerra Fría, ello presupone una trágica regresión. Es cierto: la historia no se repite. No por ello el panorama deja de ser inquietante.