viernes, 20 de enero de 2012

Hungría


Hace dos décadas, tras la caída del Muro de Berlín y el desmoronamiento del imperio soviético, los países de Europa oriental pertenecientes contra su voluntad al mal llamado “campo socialista”, se apresuraron a abrazar las ideas liberales de sus antiguos enemigos de la OTAN, de sus hasta entonces rivales de la Comunidad Económica Europea.



Los nuevos gobernantes de las antiguas “democracias populares” no dudaron en pasarse, con armas y bagajes, al bando occidental, hechizados tal vez por las bucólicas imágenes de las cintas en Tecnicolor, que cantaban las loas de la libertad y el bienestar material. La integración de los países “satélites” de la difunta URSS en el concierto de las democracias occidentales se llevó a cabo con prisa y sin pausa. Lo que se pretendía era evitar por todos los medios el “efecto del péndulo”, es decir, un posible (e incluso probable) giro a la derecha.



A comienzos de la década de los 90, parecía fácil neutralizar la tentación totalitaria de las recién liberadas naciones del Este europeo. Según los miembros del misterioso comité de expertos financieros de la R.F. de Alemania, las arcas del Banco central germano contaba con reservas suficientes para garantizar no sólo la reconversión socio-económica de Alemania del Este, sino con bastantes recursos para financiar los cambios estructurales en la totalidad de los países del antiguo bloque soviético.



La apuesta por la unificación del Viejo Continente se convirtió, pues, en la máxima prioridad de los gobernantes de Bonn y París, más interesados aparentemente en acabar con la zona de influencia de Moscú que ofrecer a los pobladores de Europa oriental condiciones de vida semejantes a las de sus vecinos occidentales. De hecho, en la mayoría de los casos, la tramitación de las solicitudes de adhesión a la CEE – UE se llevó a cabo haciendo caso omiso de la debilidad de las economías de los candidatos, que apenas cumplían los requisitos básicos exigidos por Bruselas. Algunos Gobiernos siguieron el (mal) ejemplo de Grecia, manipulando los indicadores económicos. Ante las protestas de los “eurócratas” los gobernantes se limitaban a contestar lacónicamente: “No se molesten en exigirnos demasiado; París (o Bonn) apoyan nuestra candidatura…”



Con el paso del tiempo, los políticos de Europa oriental se convirtieron líderes del movimiento de los “euroescépticos”. La Europa real no ofrecía los “encantos” de las películas en Tecnicolor; la construcción del edificio comunitario reclamaba esfuerzos, cuando no sacrificios. Un precio demasiado elevado para los suspicaces y reacios pobladores del Este europeo. De hecho, los primeros en tratar de obstaculizar la marcha de la Unión, oponiéndose a la adopción y puesta en la práctica del Tratado de Lisboa fueron los Gobiernos conservadores de la República Checa y Polonia. Mas a la hora de la verdad, la sangre no llegó al río…



Pero los tiempos cambian y la problemática comunitaria también. Después del “susto” provocado por la llegada al poder en Austria del ultraderechista Jörg Haider, y la necesidad de “limpiar la cara” de la UE, Bruselas trató por todos los medios de impedir cualquier intento de desviacionismo ideológico. Sin embargo…



Hace apenas unas semanas, el Gobierno conservador de Hungría, liderado por el acérrimo anticomunista Viktor Orban, anunció la adopción de una nueva Carta Magna que, junto con la modificación de la normativa legal atenta, según la Comisión de la UE, contra la autonomía del Banco Central, la independencia de la Justicia y la libertad de expresión. Sin olvidar, claro está, la manipulación de la ley electoral, que beneficia a las agrupaciones de corte conservador o el debilitamiento del Tribunal Constitucional. Motivos estos suficientes para que los países del Benelux reclamen la apertura de un expediente contra la política de Hungría.



Los húngaros se comprometieron modificar algunas leyes en el plazo de 30 días establecido por la Comisión. Algunas, pero no todas. En concepto de soberanía sigue imperando en los países del antiguo campo soviético. En ese contexto, el malestar generado por las decisiones unilaterales adoptadas por el eje París-Berlín parece desembocar en un auténtico movimiento de rechazo.



Los conservadores húngaros amenazan con abandonar la UE; los populistas rumanos denuncian la utilización de “sus” fondos de cohesión para financiar de deuda griega, los búlgaros, que ostentan el triste récord de campeones de la corrupción y la criminalidad, plantan a su vez cara a la Comisión. En resumidas cuentas, Viktor Orban no está solo; la brecha entre comunitarios ricos y pobres se está ensanchando.

sábado, 14 de enero de 2012

El empleo decente, principal objetivo de la OIT en el mundo árabe




Una encuesta elaborada hace más de tres lustros años por los politólogos de la Universidad de Harvard señalaba que la mayor preocupación, véase frustración de los pobladores del mundo árabe derivaba de las escasas cuando no inexistentes perspectivas de desarrollo profesional o de avances del bienestar social en los países de Oriente Medio y del Magreb. De hecho, este fue el detonante de las revueltas populares que sacudieron el mundo árabe-musulmán en los últimos 12 meses. Las sublevaciones fueron la consecuencia de una pobreza exacerbada, del desempleo, de las desigualdades y de la opresión, resultantes de un prolongado déficit de gobernanza democrática, de libertades fundamentales y de diálogo social.


En este contexto, cabe recordar que el desempleo juvenil ha sido y sigue siendo uno de los mayores desafíos de los gobernantes árabes. A pesar del crecimiento económico de los países de la región, no se crearon suficientes puestos de trabajo para absorber a las masas de jóvenes que ingresaban al mercado laboral o, cuando estos empleos existían, eran trabajos de baja calidad, desempeñados habitualmente por los trabajadores migrantes.


La tasa de desempleo entre la juventud árabe es la más elevada del mundo: 23,6 por ciento en África del Norte y 21,1 por ciento en el Oriente Medio, en comparación con un promedio mundial del orden de 12,6 por ciento. En 2010, de 100 personas en edad de trabajar, ni siquiera la mitad tuvo acceso al mercado laboral.


Consciente de la gravedad de la situación para el desarrollo armonioso de los países de la zona, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) celebró una reunión dedicada a los desafíos en el mundo árabe, durante la cual se estudió una estrategia para la creación de “oportunidades de empleo decente” en Oriente Medio y el Norte de África.


El informe presentado por la Secretaría de la OIT señala que “los progresos significativos logrados por muchos países hacia el Objetivo de Desarrollo del Milenio” ocultan, sin embargo, discrepancias a nivel local. Los principales obstáculos son: la falta de infraestructuras, el acceso limitado a los servicios y la educación, así como la desigualdad en el acceso a las tecnologías de la información. Los países más desfavorecidos están atrapados dentro de un círculo vicioso: su situación obstaculiza las mejoras en la productividad y el rendimiento, sin dejar espacio para el aumento de los ingresos, lo cual agrava aún más sus debilidades.


Aparentemente, las principales razones del déficit de trabajo decente en los países del mundo árabe musulmán son: los servicios públicos de empleo con carencias crónicas de personal cualificado, la ausencia de un entorno favorable para la creación y desarrollo de pequeñas y medianas empresas, la migración no regulada, unas normas del trabajo insuficientes y la fragilidad del diálogo social. A pesar de los progresos en la educación, los niveles de productividad siguen siendo muy bajos. Ello se debe a que, con frecuencia, las escuelas, universidades, institutos de educación y formación profesional están egresando graduados que no tienen las calificaciones necesarias para ingresar en los mercados laborales competitivos.


Según el informe, la OIT está en una posición ideal para apoyar a los países árabes, colocando el trabajo decente y el empleo en el corazón de las estrategias socioeconómicas.


Las políticas de la OIT se centran en la promoción de oportunidades a través del incremento de la utilización de los recursos locales, las inversiones con alto coeficiente de empleo y las actividades relacionadas con la protección del medio ambiente.


Los programas destinados a promover el empleo juvenil, las políticas activas del mercado laboral y la iniciativa empresarial se están expandiendo en muchos países de la región. La OIT está buscando financiación adicional (alrededor de 90 millones de dólares) para la puesta en marcha de proyectos estatales en Argelia, Bahréin, Egipto, Jordania, Marruecos, Omán, Túnez y la República Árabe de Siria.


El apoyo al sector privado es otra de las prioridades de la Organización. En este caso concreto, se trata de elaborar programas específicos destinados a crear de puestos de trabajo para los jóvenes, promover el desarrollo de obras públicas con alto coeficiente de empleo, fomentar el diálogo social y consolidar el papel de las organizaciones sindicales.


Sin embargo, cabe preguntarse si la realización de esos objetivos no tropezará con las reticencias de los nuevos Gobiernos de corte islámico de Marruecos, Libia y Túnez, por no citar más que a unos cuantos.

jueves, 5 de enero de 2012

Las diez amenazas potenciales para el desarrollo de la economía en 2012


La comunidad financiera internacional acoge con innegable pesimismo en año entrante. Los malos presagios sobre el porvenir de la economía mundial, sobre la capacidad de los países industrializados de superar la crisis actual, se han convertido en el común denominador de los informes de riesgo elaborados a finales de 2011 por las entidades crediticias de primera fila. Sin embargo, las amenazas son muy distintas, según el color de los lentes con que se miran.


Nos ha llamado la atención el “decálogo” de peligros potenciales elaborado hace apenas unas semanas por los analistas del grupo japonés Nomura, principal instituto financiero del país del Sol naciente. En su estudio titulado “Global FX Outlook 2012”, los expertos nipones desglosan un sombrío panorama económico del planeta, que nos limitamos a reproducir a continuación.


Según los analistas de riesgos de Nomura, las diez amenazas geopolíticas para el desarrollo armonioso de la economía son:


- El posible derrumbe de la zona Euro, si Alemania y el Banco Central Europeo no adoptan medidas destinadas a proteger el sistema financiero de los 17 Estados que integran el Euro-espacio. En ese contexto, la flexibilidad de la postura germana constituye un factor clave para la supervivencia de la moneda común.
- El éxito o el fracaso de las autoridades estadounidenses a la hora de obtener la prórroga de los programas sociales destinados a los parados y de promover rebajas de impuestos. Ambos factores podrían incidir en el crecimiento del PIB.
- El impacto negativo de la llamada “primavera árabe” sobre la producción de crudo. La llegada al poder de Gobiernos de corte islámico y los disturbios registrados en las últimas semanas en algunos países de Oriente Medio permiten presagiar un período de inestabilidad política e, implícitamente, económica en los Estados productores de “oro negro”.
- La ralentización del crecimiento económico de China. Aunque las probabilidades de un descalabro parecen muy lejanas, tampoco hay que descartar una caída espectacular de los índices de desarrollo industrial del gigante asiático.
- Los cabios políticos en Corea del Norte y su posible impacto sobre las elecciones generales que tendrán lugar en Corea del Sur en diciembre de 2012.
- La posibilidad de que los radicales paquistaníes lleven a cabo atentados terroristas en la India.
- Cambios de orientación política de Taiwán tras las próximas elecciones presidenciales.
- Un endurecimiento de la política de Rusia con la más que probable llegada al poder de Vladimir Putin en los comicios del próximo mes de marzo.
- La radicalización de los enfrenamientos sociales en Tailandia.
- La caída del Gobierno de Malasia y la posible celebración de elecciones anticipadas.


Curiosamente, en la lista de amenazas potenciales de Nomura no aparecen otros asuntos clave, como por ejemplo, un posible (y aparentemente, deseado) enfrentamiento bélico entre Estados Unidos e Irán, el endurecimiento de la ya de por sí radical postura de Israel frente a los recientes cambios en el mundo árabe, el incremento de la tasa de paro y la reacción del movimiento de los “indignados” en los países industrializados, el auge de los nacionalismos en Occidente, el espectacular e inquietante avance del racismo y la xenofobia en muchos países europeos. Pero cabe suponer que a los japoneses esta problemática no les preocupa sobremanera.