sábado, 24 de agosto de 2019

G 7 – Biarritz: la cumbre borrascosa



Resulta sumamente difícil hallar un común denominador para la cumbre del G 7 celebrada para este fin de semana en la localidad francesa de Biarritz. La agenda es demasiado heterogénea y los enfoques de los participantes, los jefes de Estado y de Gobierno de Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Estados Unidos, Canadá y Japón, muy dispares.

En otras épocas, no muy remotas, los grandes de este mundo solían reunirse para tratar a fondo un problema específico. Hoy en día, las cuestiones sobran, mientras que las soluciones escasean. Es la razón por la cual el Presidente galo, Emmanuel Macron, anfitrión de la cumbre del G 7, descarta a priori la elaboración de un documento final. ¿Mero pragmatismo? ¿Muestra de debilidad? La verdad es que los desafíos no dejan de ser múltiples y variados.

Una primera reflexión se impone: nuestro planeta se encamina hacia una nueva crisis económica mundial, acentuada por la abrogación de los hasta ahora estables acuerdos de libre cambio y la perspectiva de una guerra comercial entre los Estados Unidos y China, postergada en el último momento por el Presidente Trump, al detectarse signos de colapso en la Bolsa de Wall Street.
     
La pasada semana, el índice Dow Jones, infalible barómetro de la inestabilidad bursátil global, registró una caída de 800 puntos. Los mercados financieros reaccionaron a su vez, dejando entrever los primeros síntomas de una crisis provocada por políticas inadecuadas o por errores humanos.  
  
Conviene señalar que la cruda realidad se refleja en cifras y datos incuestionables. La reducción del crecimiento económico y el enfriamiento de las economías punteras se han convertido en la principal preocupación de los responsables económicos. Los indicios dejan presagiar la llegada de una nueva crisis mundial. Los principales motivos serían: la guerra comercial entre Washington y Pekín, que afecta la confianza de los inversores y los mercados. El estallido de la guerra comercial entre los dos gigantes se traduciría por la pérdida, en 2010, de un 0,50 por ciento del crecimiento económico.

A ello se suma la preocupación respecto a la capacidad/incapacidad de los bancos centrales de intervenir eficazmente a la hora de regular los mercados y evitar el pánico y la reacción negativa de los inversores.

Por último, el sector de servicios, motor del crecimiento de la economía global,  podría seguir una curva drásticamente decreciente, contribuyendo al empeoramiento de la situación actual.

Los principales organismos internacionales, empezando por el FMI, han tenido que revisar a la baja los índices de crecimiento global, que alcanzan el 3,2% para 2019 y el 3,5% para el próximo año. Se trata de tasas jamás registradas desde la crisis económica de 2008.

Por primera vez después de 11 años, es decir, desde de la crisis de los productos derivados, la Reserva Federal de los Estados Unidos redujo los tipos de interés de los préstamos, mientras que el Banco Central Europeo apuesta por reanudar los estímulos económicos a partir del próximo mes de septiembre.

Pero vayamos por partes; China ha registrado en 2018 – 2019 el nivel de crecimiento más bajo de las últimas décadas. En el caso de una guerra comercial con los  Estados Unidos debido a la introducción de aranceles del 10 por ciento a las exportaciones por valor de 300 mil millones de dólares, el enfrentamiento afectará, sin duda, a los demás actores mundiales.

La recesión de las cinco principales economías mundiales es muy preocupante. Las estadísticas elaboradas en los primeros meses de 2019 indican que las principales economías globales están al borde de la recesión. Un ejemplo: durante el segundo trimestre, la economía de Alemania - la cuarta del mundo - se contrajo. Alemania es un exportador masivo a China y EE. UU., países que se han declarado una guerra comercial.

La perspectiva del Brexit duro está afectando no sólo a Alemania, sino al conjunto de los países miembros de la UE. El Reino Unido es el segundo mercado de los exportadores europeos. De hecho, Inglaterra entró en recesión en el segundo trimestre de 2019. Cabe suponer que un Brexit sin acuerdo debilitará aún más su economía.
 .
Italia se enfrenta a la nueva crisis de gobierno, determinada por la Ley de Salvini, con una deuda difícil de compensar y con la posibilidad de entrar en una recesión formal en cualquier momento.

Los bancos centrales de India y Tailandia, por nombrar sólo las economías de los primeros 20 Estados del mundo, reducen drásticamente los tipos de interés, tratando de inyectar nuevos estímulos a la economía.

Actualmente, los mecanismos de recuperación económica - aún en fase de debate – se limitáan a políticas de austeridad criticadas por los populistas, desafiadas por los antiglobalistas y condenadas por los nacionalistas y soberanistas.

Resumiendo: nos hallamos en los últimos momentos que permiten pronosticar la llegada de la crisis económica mundial. Después de septiembre, será demasiado tarde; la recesión será un hecho consumado.

Quedan las demás incógnitas abordadas en Biarritz: en enfrentamiento con Irán, la interminable guerra de Siria, el rearme nuclear, el cambio climático, el conflicto ucranio, la crisis humanitaria en el Mediterráneo.  Demasiados quebraderos de cabeza para los capitanes del G 7, extraña embarcación de lujo condenada a navegar… sin rumbo.

lunes, 12 de agosto de 2019

Rusia quiere expandir su presencia militar en los Balcanes


Hace apenas unas semanas, las autoridades de vigilancia aduanera rumanas optaron por cerrar el paso de un convoy militar ruso compuesto por una treintena de tanques de combate destinados al ejército de Serbia. El “donativo” de la Federación Rusa – es lo que especificaba el conocimiento de embarque presentado por los inusuales transportistas moscovitas - no pudo atravesar el territorio de Rumanía, país miembro de la Alianza Atlántica y, por consiguiente, potencial adversario de la antigua URSS. De hecho, el Gobierno rumano se escudó detrás de los estatutos de la OTAN, que prohíben el tránsito de material bélico “enemigo” en los Estados miembros de la Alianza. Asunto aparentemente zanjado…

Sin embargo, diez días después del extraño incidente fronterizo, los blindados rusos llegaron a Serbia atravesando el suelo húngaro. Hungría, país miembro de la OTAN, hizo caso omiso del veto de la Alianza. Su postura resultó ser mucho más flexible; obviamente, los vecinos serbios necesitaban la treintena de tanques de combate y los vehículos acorazados BRDM 2 obsequiados por el Kremlin. Los seis cazas bombarderos MIG-29 destinados a la fuerza aérea de Belgrado siguieron la misma ruta. Curiosamente, los húngaros se libraron de la regañina de la cúpula atlantista esgrimiendo la socorrida baza de la “soberanía nacional”. No es la primera vez que el Gobierno del conservador Viktor Orban supedita la supuestamente rígida disciplina de la Alianza a sus inmejorables relaciones con el dueño del Kremlin. Consciente de la fragilidad del compromiso de algunos socios occidentales y centroeuropeos de la OTAN, Washington apuesta por el traslado progresivo de las tropas estacionadas en Alemania hacia los confines de Rusia, así como el fortalecimiento de los lazos con los Estados de la “primera línea del frente” – Polonia,  Rumanía y los países bálticos – piezas clave para la política de expansión de Occidente.

La rapidez de los cambios sociopolíticos y militares registrados en los últimos lustros en la región de los Balcanes ha irritado sobremanera a la Madre Rusia, empeñada en aumentar su influencia en la región, con miras a contrarrestar el peso de los Estados Unidos y de sus aliados europeos. De hecho, Vladimir Putin está persuadido de que la OTAN pretende convertirse en una especie de Ministerio de la Guerra del mundo occidental. Los recientes acuerdos especiales de defensa sellados con Brasil en América Latina y Australia en el área del Pacífico ponen de manifiesto el creciente protagonismo de la estructura militar liderada por Washington.  Dadas las circunstancias, Rusia necesita mover ficha.

Los politólogos estiman que la situación en los Balcanes podría volverse explosiva. Si bien la OTAN se basa principalmente en alianzas con Albania, Croacia y Kosovo, antiguos estados de la Federación yugoslava, Rusia centra su interés en Serbia, cuyos habitantes recuerdan la agresión perpetrada por la OTAN en la década de los 90 del pasado siglo, así como en las entidades eslavas de la zona, concretamente en Bosnia y Herzegovina. Moscú podría edificar una gran estructura militar en la República Srpska  - República Serbia de Bosnia. Se trata de una opción que se había barajado durante bastante tiempo, pero que parece cada vez más plausible tras la decisión del Kremlin de donar equipo militar a Serbia. Detalle interesante: en Bosnia, los militares rusos podrían contar con la colaboración/complicidad de la población musulmana que comulga con el ideario del nuevo aliado de Moscú, Recep Tayyip Erdogan.

Sin embargo, la situación podría complicarse, teniendo en cuenta que Estados Unidos cuenta con una de sus mayores  bases militares - Camp Bondsteel - en Kosovo, el Estado rebelde que Washington quería convertir en protectorado norteamericano desde la década de los 90. A la habitual tirantez entre Serbia y Kosovo se suma hoy en día la iniciativa de crear un ejército nacional kosovar, lo que desencadenaría una inevitable respuesta militar por parte de Belgrado.
   
Rusia, que mantiene instalaciones militares en Tartus y Latakia en territorio sirio, quiere consolidar su influencia en la región, multiplicando las maniobras navales en el Mar Negro y afianzándose  militarmente en la Península de Crimea. Se trata de objetivos a largo plazo, destinados a consolidar la presencia de la segunda potencia nuclear en uno de los puntos geoestratégicos más codiciados del planeta.

domingo, 4 de agosto de 2019

El legado de un Premio Nobel de la Paz



Trato de repasar, por enésima vez, los titulares de la prensa de hoy.  Resultan desconcertantes, cuando no incomprensibles. Al parecer, la ruptura del acuerdo sobre misiles nucleares de medio y corto alcance (INF), deseada por Washington y anunciada con fanfarrias por Donald Trump, resucita el temor al posible y más que probable rearme atómico. Mas parece que el verdadero peligro proviene de Rusia, cuyos gobernantes contemplan una carrera armamentística sin límites, destinada a preservar su hegemonía nuclear. Extraño mundo este, en el que las dos superpotencias optan por renunciar a las pocas cláusulas de salvaguardia ideadas para librarnos del equilibrio del terror.

¿Quién podría haber imaginado, allá por la década de los 80 del pasado siglo, cuando Washington y Moscú trataban de eliminar los obstáculos generados por la desconfianza mutua, que el mundo volverá a la incredulidad de los años 50,  que los aliados de la Segunda Guerra Mundial, artífices de la victoria contra el nazismo, iban a convertirse en irreconciliables rivales?  El camino recorrido al término de la contienda fue largo y tortuoso.  Después del apocalipsis de Hiroshima y Nagasaki, rusos y norteamericanos no tardaron en blandir el espectro de la bomba atómica, de la destrucción total. Pero no tardaron en comprender que la apuesta era demasiado arriesgada.   

En los años 60, las grandes potencias deciden resucitar un viejo mito de la diplomacia multilateral: las consultas sobre desarme, celebradas durante el mandato de la extinta Sociedad de las Naciones en la aletargada ciudad de Ginebra. El proyecto acabó siendo muy fructífero. Tras la elaboración y la firma del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, los expertos negociaron los tratados SALT I y SALT II, sobre la limitación de sistemas de misiles antibalísticos, START I y START II, sobre la reducción de armas estratégicas y, finalmente, el tratado INF sobre la eliminación de misiles nucleares de medio y corto alcance o euromisiles, instrumento deseado por los países del Viejo Continente, que se hallaban en el teatro de combate de la OTAN y el Pacto de Varsovia.

Curiosamente, las primeras críticas relativas a la supuesta ineficacia o inoperancia  del INF fueron formuladas en 2014 por el entonces Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, el Premio Nobel de la Paz que dispuso el traslado de las tropas de la OTAN estacionadas en Europa central hacia la frontera con la Federación Rusa. Obama acusó al Kremlin de haber infringido en tratado al desarrollar un nuevo misil de crucero, SSC - 8, capaz de alcanzar objetivos estratégicos situados en Occidente. Fue este el argumento esgrimido por su sucesor, Donald Trump, al anunciar años más tarde el abandono del Tratado INF por parte de los Estados Unidos. ¿Pura casualidad?

Haciendo honor a su habitual incoherencia, Trump aprovechó la ruptura del compromiso para instar a Rusia y a los demás miembros del “club nuclear” – Francia, Reino Unido, China, India, Paquistán, Israel, Corea del Norte - a negociar un nuevo tratado sobre la prohibición de armas atómicas. Paralelamente, la Administración norteamericana filtró la noticia sobre el despliegue de misiles estadounidenses en Asia, en las inmediaciones de la frontera con la Federación Rusa. ¿Otra casualidad?

Qué duda cabe de que la vuelta a la inestabilidad y al terror nuclear está servida.

sábado, 3 de agosto de 2019

Israel ha presionado a Estados Unidos para que excluya a Turquía del programa F-35


El rotativo Times of Israel informa que altos cargos de la administración hebrea desplegaron grandes  esfuerzos para persuadir a Washington sobre la necesidad de excluir a Turquía del programa del avión invisible F-35, tratando de preservar la ventaja de la aviación israelí sobre las demás fuerzas aéreas de la región.
  
Recordemos que a raíz de la crisis generada por la decisión de Ankara de adquirir el sistema de defensa antiaéreo ruso S-400, Estados Unidos anunció la suspensión de la entrega de los cazas F-35 a Turquía, país involucrado en el programa de desarrollo del nuevo avión.

Washington y la OTAN advirtieron que el sistema S-400 no es compatible con el armamento equipo de la Alianza Atlántica, manifestando el temor de que la utilización de material de fabricación rusa podría perjudicar los intereses de Occidente, ya que se podrían filtrar algunos detalles técnicos confidenciales sobre la estructura de los aviones estadounidenses F-35.

Israel es el segundo país después de Estados Unidos en recibir aviones F-35 Lightning II y uno de los pocos autorizados a modificar ciertos elementos del avión.

Según la prensa de Tel Aviv, los estrategas israelíes han expresado su preocupación ante la posibilidad de que Rusia pueda obtener información reservada sobre la aviación militar de otros países de Oriente Medio. 
 
Conviene recordar que el Estado judío ha cerrado la compra de una cincuentena de aparatos F-35. Actualmente, cuenta con 16 cazas; el resto será entregado en 2024.

Por otra parte, la Fuerza Aérea del Estado judío reveló que en 2018 los F-35 operativos participaron en varias misiones estratégicas en la región, concretamente en el Líbano, convirtiéndose Israel en el primer país del mundo en utilizar el nuevo avión en combate.