Hemos derrotado al Estado Islámico en Siria; la única razón para estar
allí bajo mi mandato presidencial. El anuncio-tuit de Donald Trump
recordaba extrañamente un famoso parte de guerra emitido en Burgos el 1 de
abril de 1939 por el bando nacional: …cautivo
y desarmado en ejército rojo, la guerra ha terminado.
Dirán que todos los partes de
guerra se parecen y que, en este caso concreto, las comparaciones son
odiosas. Es posible, aunque al autor de
estas líneas le resulta difícil comparar la paz
de Burgos con el anuncio de la retirada de los efectivos estadounidenses
destacados a Siria. Para los vencedores de 1939, se trataba de poner punto
final a un sangriento conflicto interno; en el caso de la tan cacareada guerra global contra el terror, el
inquilino de la Casa Blanca se retira antes de la ofensiva final, afirmando
lacónicamente: Ya es hora de que otros
luchen…
Trump sabe positivamente que la
guerra no ha terminado; aún quedan en Siria y en la vecina Irak alrededor de
30.000 yihadistas dispuestos a defender los últimos reductos del califato
proclamado por el Estado Islámico. Su aniquilamiento presupone un auténtico
quebradero de cabeza para los aliados de Washington.
En efecto, tanto los combatientes
sirios de las Unidades para la Defensa del Pueblo (YPG), integradas por miembros
de la minoría kurda, como los estrategas del Tel Aviv, manifestaron su
preocupación ante el precipitado anuncio del presidente de los Estados Unidos, quien
no se molestó en consultar con la plana mayor del Pentágono ni informar a la
OTAN sobre las consecuencias de su política tuitera.
La Alianza Atlántica se limitó a tomar nota de la decisión de Trump, destacando – en un breve
comunicado – el continuo compromiso de los Estados Unidos con la coalición
internacional que lucha contra el islamismo. Conviene señalar que la OTAN no
está directamente involucrada en los combates llevados a cabo en Siria; su
papel se limita a la capacitación del nuevo ejército iraquí y la supervisión de
los vuelos de vigilancia en la zona.
Por su parte, Turquía ha acogido
con satisfacción la retirada de los efectivos estadounidenses, que entrenaban y…
protegían a los kurdos. En efecto, la presencia norteamericana había
obstaculizado un operativo militar turco en la región del Éufrates, deseado por el Presidente Erdogan. Para las
autoridades de Ankara, los miembros de las YPG son una simple extensión del PPK
– Partido de los Trabajadores de Kurdistán – prohibido en Turquía.
Ante el peligro de una ofensiva
turca, las Unidades para la Defensa del Pueblo han edificado fortificaciones en
Manbij, la región fronteriza con Turquía. Pueden
cavar túneles o trincheras; pueden esconderse bajo tierra si lo desean. Cuando
llegue el momento, serán enterrados en las trincheras/cunetas que cavan, manifestó el ministro de
Defensa turco, Hulusi Akar, durante una visita relámpago a la base militar
turco-qatarí de Doha. El propio presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, advirtió recientemente que su país podría lanzar una operación militar en Siria en
cualquier momento. La respuesta de Washington fue contundente: cualquier acción
militar unilateral en el noreste de Siria sería inaceptable.
El establishment militar israelí trata de minimizar el impacto de la
retirada estadounidense sobre la ya de por sí compleja relación con el enemigo Bashar el Assad, pero ante
todo con Irán y Rusia, elementos clave en la crisis. Si bien el Primer Ministro
Netanyahu logró establecer últimamente puentes con Moscú, la presencia iraní
alimenta el contagio islamista tanto en la vecina Líbano como en la Franja de
Gaza, donde la influencia de Teherán está en pleno auge.
Curiosamente, nadie aludió a los
yacimientos de petróleo y de gas natural situados en la zona controlada por las
milicias kurdas bajo la discreta vigilancia de consejeros militares
estadounidenses. Sabido es que durante la ocupación del Estado Islámico, el
crudo extraído en la región solía comercializarse en el mercado negro controlado por hombres de negocios saudíes, libaneses
y… turcos. Sin embargo, las concesiones pertenecían a compañías occidentales,
acusadas – tal vez injustamente – de percibir royalties de esas ventas ilegales.
Ya es hora de que otros luchen, decía Donald Trump en su tuit,
aludiendo tanto a Rusia, cuyos dirigentes aplauden la retirada estadounidense,
como a los… ¿europeos? poco propensos a tomar cartas en los combates fratricidios.
¿Cobardía? ¿Debilidad? ¿Error de cálculo?
¿Y si la derrota del Estado
Islámico en Siria conlleva el posible traslado del campo de batalla al… Viejo
Continente?
El porvenir nos lo dirá.