domingo, 31 de diciembre de 2023

Belgrado bien vale un Maidan


Esperamos el Maidan de Belgrado el próximo martes. Será de color azul, anunciaba en su cuenta de Internet el politólogo estadunidense Jason Jay Smart, ex consejero de la presidenta de Moldova Maia Sandu y tenaz colaborador del American International Institute, donde solía dedicar la mayor parte del tiempo a los contactos directos e indirectos con la oposición rusa.
Huelga decir que el terreno parecía abonado. Poco después de darse a conocer los resultados de la consulta popular celebrada en Serbia el pasado día 17 de diciembre, una inusual oleada de protestas se adueñó de las calles de la capital serbia. Partidos de oposición al régimen de Alexander Vucic, movimientos sociales, agrupaciones de estudiantes, exigían la anulación del escrutinio, alegando un sinfín de irregularidades cometidas por militantes del Partido Progresista Serbio, liderado por el Presidente.
La Comisión Electoral de la República (RIK) desestimó, sin embargo, el recurso de la opositora Alianza Serbia contra la Violencia. Según los datos oficiales, la coalición del Partido Progresista Serbio (SNS), obtuvo un 46,7% de votos en las elecciones generales. El segundo lugar lo ocupó su principal rival, la Alianza Opositora Serbia contra la Violencia, con el 23,4%, seguida por el Partido Socialista de Serbia con el 6,6%.
Los observadores de la OSCE optaron a su vez por desoír las quejas de los detractores de Alexander Vucic, fabricadas y orquestadas, según fuentes gubernamentales, por los servicios secretos de potencias occidentales europeos y transatlánticos. Las insinuaciones de los políticos de Belgrado apuntaban hacia Berlín y Washington. En ambos casos, los organismos oficiales se apresuraron en desmentir categóricamente las sospechas o alegaciones de los serbios.
Curiosamente, el ambiente de crisis recordaba la crispación que acompañó las últimas horas de la intentona golpista de Turquía en 2016. El rumor de que los servicios de inteligencia rusos advirtieron a la cúpula de Belgrado sobre la inminencia de un golpe de palacio no hizo más que alimentar la tensión. Los medios de comunicación moscovitas no dudaron en disparar contra sus rivales de Bruselas: Úrsula von der Leyen, Josep Borrell, la plana mayor del Alto Mando de la OTAN.
En la mañana del día 31, los rotativos de Moscú anunciaban con grandes titulares: Una reedición del golpe de Estado de Ucrania de 2014 fracasó ayer en Serbia.
Pero, ¿se puede hablar realmente de una intentona golpista? El líder del Partido Radical Serbio y ex viceprimer ministro, Vojislav Seselj, se apresuró en corroborar las sospechas de Vucic, mientras que el líder de la oposición, Dragan Djilas, rechazó las insinuaciones de la prensa progubernamental, que acusan a los detractores del Presidente de estar planeando los incidentes callejeros.
Lo cierto es que los medios de comunicación rusos invitan a sus lectores a centrar la atención en Pavle Grbovich, un joven político que encabeza el Movimiento de Ciudadanos Libres, agrupación adscrita a la Alianza de los Demócratas y Liberales de Europa y que, siempre según los medios moscovitas, está preparado, desde 2020, por los servicios de inteligencia estadounidenses para derrocar al gobierno de Serbia.
Nada menos cierto, afirman los detractores de Alexander Vucic. Estamos luchando para convertirnos en parte de la familia europea y no caer bajo el yugo de Rusia.
Lo que sí es cierto es que los altos cargos de la Unión Europea han tratado de presionar a Belgrado para que se una al régimen de sanciones contra Rusia decretadas tras la invasión de Ucrania en 2022. Alexander Vucic ha rechazado las propuestas de la UE, sabiendo positivamente que su negativa podía poner en peligro la candidatura de Serbia a la UE.
Los occidentales son plenamente conscientes de que las presiones destinadas a obligar a Vucic a renunciar a nuestra política para con Kosovo y Metohija, dejar de apoyar a la República Serbska de Bosnia y Herzegovina o imponer sanciones a Rusia podrán acabar con su carrera política, señala el líder del Partido Radical, Vojislav Seselj.
De momento, la cacareada revolución azul, el Maidan serbio de Jason Smart, sigue siendo un mero espejismo.  ¿Sólo de momento? 


martes, 26 de diciembre de 2023

Mar Rojo: vuelve la diplomacia de las cañoneras


 En el otoño del pasado año, los estrategas atlantistas revelaron la existencia de un nuevo peligro para la estabilidad del entorno geopolítico del Planeta. Se trataba de las maniobras de Rusia y China destinadas a controlar la ruta marítima del Ártico, un codiciado atajo para el transporte mundial de mercancías.

¿Un reto para Occidente? Curiosamente, la presencia rusa en el Ártico se remonta a la época de los zares. Los soviets no hicieron más que reforzarla, multiplicando el número de centros de vigilancia meteorológica y de laboratorios encargados de mapear los múltiples recursos naturales de la zona: minerales, petróleo, diamantes. Competían con los rusos las misiones científicas de los países nórdicos, que llevaban a cabo su actividad bajo el paraguas anglo-norteamericano.

Conviene señalar que los países escandinavos solían compartir información con los científicos rusos. Una tarea ésta harto difícil, teniendo en cuenta las presiones ejercidas por el establishment miliar estadounidense, poco propenso a entablar el dialogo con Moscú. A los altibajos de estas relaciones se sumó un nuevo factor: la llegada de un nutrido grupo de científicos chinos, más dados a trazar las posibles rutas del corredor marítimo ártico.

Detalle interesante: los primeros cargueros de bandera china que cruzaron las aguas del Ártico iban escoltados por fragatas pertenecientes al Ejército Popular de Pekín.

En el contexto del actual conflicto de Ucrania, la alianza de Rusia y China – competidores cuando no enemigos de los Estados Unidos – se convertía en un peligro para los intereses estratégicos de Washington. De ahí que algunos políticos o miembros del estamento militar estadounidense se dedicaran a reclamar medidas para desembarazar la zona de estos rivales potenciales.  Pero la guerra del Ártico no tuvo lugar; quedó pospuesta por el inicio de otro conflicto: la ofensiva de los rebeldes hutíes en el Mar Rojo.

Si bien en el caso del Ártico la Casa Blanca dudó en recurrir a la diplomacia de las cañoneras, la región de Oriente Medio parece el lugar idóneo para resucitar la herramienta de los viejos imperialismos.

En el siglo XIX, Inglaterra mandaba barcos de guerra para presionar a los países menos desarrollados a aceptar tratos injustos o humillantes. La Navy se limitaba a bombardear los puertos y las ciudades de sus enemigos. Décadas más tarde, la Armada estadounidense logró añadir otro factor disuasorio: el desembarco de destacamentos de fusileros marinos, convirtiendo la diplomacia de las cañoneras en una invasión en toda regla.  Sombríos presagios estos para el enfrentamiento del Mar Rojo.

Hay quien trata de resumir el actual conflicto en cuatro frases telegráficas: Hamas ataca a Israel; Israel entra en la Franja de Gaza; Washington apoya a Tel Aviv; los rebeldes hutíes contraatacan. Pero hay más; muchísimo más. Veamos: Hamas subestima la reacción del Gobierno Netanyahu; la actuación del Ejército israelí supera con creces los cálculos de los estrategas de Hamas; Washington exige la estricta aplicación del Derecho Humanitario, olvidando sus excesos en Vietnam, Afganistán, Irak; Irán, que sigue a rajatabla el programa político del ayatolá Jomeini – destrucción total de la entidad sionista (Israel) – procura descartar un enfrentamiento directo con los Estados Unidos. Los hutíes, armados hasta los dientes por Teherán, reciben la orden de atacar. El presidente Biden, antiguo lugarteniente del inmerecido Nobel de la Paz Barack Obama, sigue el ejemplo de sus antecesores en la Casa Blanca – Bush Jr. y Obama – anunciando la creación de una coalición internacional destinada a proteger el comercio internacional en la ruta del Mar Rojo.

No, no se trata, en esta ocasión, de defender la democracia, como en los antiguos partes de guerra de Washington. En este caso concreto, lo único que se pretende es salvaguardar los intereses de las grandes navieras. Business is business…

El operativo bélico de Gaza está socavando la estabilidad en el Mar Rojo, creando complicaciones para los intereses geoestratégicos de los actores regionales que compiten entre sí, señala el economista jordano-palestino Riad al Khouri, experto en relaciones comerciales internacionales y consultor del Fondo Monetario Internacional.

Recuerda Al Khouri que el Mar Rojo, punto estratégico clave para el comercio mundial desde la apertura del Canal de Suez en 1869, interesa a las potencias regionales y globales a raíz del papel llamado a desempeñar para la puesta en marcha de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) auspiciada por Pekín.

Desde Yibuti a través del Mar Rojo hasta el Mediterráneo, hay una expansión de las inversiones en infraestructuras previstas por la Iniciativa de la Franja y la Ruta, así como una creciente presencia militar china y/o de otros actores mundiales. Los puertos de Sudán se han ido desarrollado y modernizado. Es el caso de la ampliación, con capital chino, de la terminal de contenedores de Port Sudan.

En 2018, el Gobierno sudanés firmó un acuerdo de 99 años con Turquía para la rehabilitación del puerto de Suakin, que le garantiza a Ankara una presencia estratégica en la región.

Al adquirir una participación del 49% en el proyecto de infraestructura del Golfo de Suez y el Norte del Canal, los Emiratos Árabes Unidos (UAE) fortalecen su posición con respecto al transporte marítimo en el Mar Rojo.

Los puertos eritreos también están llamando la atención de las potencias regionales. Los Emiratos Árabes Unidos tienen una base en Eritrea que apoya sus operativos militares contra los rebeldes hutíes del Yemen.

Moscú, que dejó de ser un actor predominante en la zona desde que sus fuerzas abandonaron Egipto en la década de los 70, anunció en 2018 el establecimiento de un centro logístico en Eritrea.

Rusia también mostró interés en Port Sudan, al proponer en 2020 un acuerdo de 25 años con Jartum para la construcción de instalaciones destinadas a sus buques de guerra. Sin embargo, Sudán suspendió el contrato al año siguiente.

La guerra de Israel en Gaza y los combates en Sudán plantean serios desafíos para las autoridades de Riad. La estabilidad en el Mar Rojo es crucial para los planes de desarrollo económico e industrial saudíes. Para la economía petrolera tradicional, la terminal del oleoducto Yanbu en el Mar Rojo es fundamental como alternativa a la exportación de petróleo a través del conflictivo estrecho de Ormuz.

De todos modos, los ataques hutíes también pueden llegar a poner en peligro las islas de Tirán y Sanafir, situadas en la desembocadura del golfo de Aqaba, la puerta de entrada para las mercancías destinadas a Jordania e Israel.

Por ende, a nivel estratégico, el Corredor Económico India-Oriente Medio-Europa (IMEC), presentado en septiembre como contrapeso a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, evita por completo el Mar Rojo. El IMEC, cuyo flanco oriental conecta la India con la península arábiga, mientras que el septentrional enlaza con Europa, es una importante propuesta geopolítica que aleja a los Estados de la región de la Franja y la Ruta, a pesar de que Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos también son signatarios de la iniciativa china.

El IMEC reduciría el tiempo de transporte de mercancías de la India a Europa en un 40% y también podría ayudar a posicionar a Arabia Saudita como centro logístico global. El enlace ferroviario que une los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí con Jordania e Israel, depende de la normalización de las relaciones entre Riad y Tel Aviv.  

Del éxito o el fracaso de la diplomacia de las cañoneras de Joe Biden depende el porvenir del mapa geopolítico de Oriente Medio. Del éxito o el fracaso del operativo Ucrania, el porvenir del Viejo Continente.

El Ártico queda, de momento, relegado a un segundo plano. Sólo de momento…


jueves, 21 de diciembre de 2023

Washington – Tel Aviv: después de Gaza, ¿qué?

 

Aparentemente, la visita a Israel del Secretario de Defensa norteamericano, Lloyd Austin, cogió por sorpresa a las autoridades de Tel Aviv. Austin anunció su llegada con un tuit enviado desde el avión que sobrevolaba el Atlántico. ¿Medidas de seguridad? ¿Poca deferencia para con sus anfitriones hebreos? El hecho es que la gira relámpago del jefe del Pentágono se convirtió en una autentica manifestación de apoyo incondicional a la política del Gabinete Netanyahu.

En sus intervenciones públicas, Austin hizo hincapié en el apoyo firme e inquebrantable de Washington a Israel y el férreo compromiso de la Administración Biden para con el Estado judío mientras continúa el conflicto en la Franja de Gaza.

Seguiremos trabajando juntos por un futuro más seguro para Israel y más brillante para los palestinos, manifestó el secretario de Defensa durante su encuentro con su homólogo israelí, Yoav Gallant, uno de los halcones que integra el Gobierno de coalición liderado por el jefe del Likud.

¿Un futuro más brillante para los palestinos? Poco tiene de brillante la situación actual de los pobladores de Gaza y Cisjordania. Cabe preguntarse, pues, qué implica realmente el eufemismo más brillante de Austin.

Desde el pasado 7 de octubre, las autoridades israelíes y sus aliados occidentales han tratado de eludir el debate sobre la posible solución aplicable en la posguerra de Gaza, centrando la atención de la opinión pública en los operativos militares. Una postura ésta muy lógica para un país en guerra, pero menos comprensible en el caso de los burócratas o estrategas que se limitan a analizar la situación desde cómodos despachos situados a miles de kilómetros de las líneas de batalla. Cierto es que algunos políticos, poco conocedores de la problemática real de la zona y de sus constantes vaivenes, optaron por resucitar la formula mágica de los dos Estados – Israel y Palestina, valida en los albores de los Acuerdos de Oslo, aunque neutralizada por el constante trabajo de zapa de la derecha israelí. Hablar de la solución de los dos Estados en el momento actual parece un auténtico sinsentido. ¿Cuáles serían, pues, los posibles desenlaces?

El político y diplomático hebreo Danny Danon, ex embajador de Israel ante las Naciones Unidas y posible sustituto de Netanyahu a la presidencia del derechista Likud, procura hacer un repaso a la posición de los poderes fácticos frente al conflicto israelo-palestino. Recuerda Danon que, si bien en agosto de 1967 los miembros de la Liga Árabe acuñaron los tres noes contra el Estado judío - no a la paz, no al reconocimiento de Israel, no a la negociación con Israel – en las últimas décadas, la postura de la diplomacia internacional ha evolucionado.

Durante la reunión del G7 celebrada el pasado mes de noviembre en Tokio, el Secretario de Estado Antony Blinken dio a conocer los cinco noes de la Casa Blanca - No al desplazamiento forzado de palestinos de Gaza, no a la reocupación de la Franja por el ejército israelí, no a la reducción del territorio de Gaza, no a las amenazas de seguridad de Israel provenientes de la Franja, no al bloqueo de Gaza.

Una de cal y otra de arena. Típica ambigüedad diplomática.

El otro diplomático, Danny Danon, aprovechó para publicitar su propio plan de paz para la posguerra, que consiste en:

· La desmilitarización de la Franja de Gaza;

· La creación de una zona tampón de 3 kilómetros en la Franja;

· La vigilancia por el puesto fronterizo de Rafah (con Egipto) por personal israelí e internacional;

· El abandono de la Franja por los palestinos que deseen establecerse en otros países; y  

· La rehabilitación financiera del territorio sin terrorismo ni incitación a la violencia.

Si bien el Gobierno Netanyahu no se ha pronunciado sobre la propuesta de Danon, el ex embajador asegura que el plan cuenta de antemano con el apoyo de varios miembros del Gabinete.

Curiosamente, se desconoce – al menos en Occidente – la existencia de una contrapropuesta palestina.  ¿Noticias que no nos llegan?

Por ende, conviene dedicar unas líneas al programa no oficial de Lloyd Austin en Tel Aviv, donde se hizo público el anuncio de la creación de una coalición internacional de lucha contra el terrorismo hutí en el Mar Rojo.

Los esquemas bélicos de Afganistán, Irak y Siria siguen vigentes. Pero en este caso concreto, Washington no defiende la democracia, sino la libre circulación de los navíos mercantes por el Canal de Suez. Teniendo en cuenta que las mayores navieras dedicadas al trasporte de fletes operan desde los Estados Unidos, todo tiene una explicación… lógica.


martes, 5 de diciembre de 2023

Moldova: la Caperucita Maia y el Feroz Oso Vladímir


Tal vez cueste imaginar que un uno de diciembre, fecha en la cual los rumanos celebran su fiesta nacional, miles de ciudadanos de la República Moldova, territorio controlado hasta 1990 por la extinta Unión Soviética, salgan a la calle para bailar la hora, la danza popular que ameniza los jolgorios de varios pueblos balcánicos y carpáticos: rumanos, búlgaros, serbios o griegos. La hora se baila en círculo; puede sonar una música lenta o rápida, siempre adaptada al estado de ánimo de los bailarines, hombres y mujeres que suelen entonar estrofas de canciones folclóricas o patrióticas aprendidas desde la más tierna infancia.  

Pero el pasado sábado – uno de diciembre – las celebraciones han revestido un carácter particular. Miles de habitantes de la ex república soviética salieron la calle ondeando enormes banderas rumanas y cantando la Hora Unirii – himno de la unión – escrita para celebrar la unificación, hace más de un siglo, de los principados que iban a conformar el joven reino de Rumanía. A los pobladores de Moldova, país vecino de Ucrania y de la Federación Rusa, este uno de diciembre les brindaba la oportunidad de refirmar su pertenencia a una nación separada por fronteras artificiales. Su patria – Besarabia – fue troceada por el imperio austrohúngaro, el reino de Polonia, la revolución rusa de 1917. No hay que extrañarse, pues, si muchos moldavos sueñan con la reunificación, con la vuelta a… Rumania, el país creado en 1862 por los unionistas liberales de Moldova y Valaquia.

Mas no todos los pobladores de Moldova comparten este deseo. Pera la presidenta Maia Sandu, una economista formada en los Estados Unidos, que llegó a ostentar un importante cargo en el Banco Mundial, el provenir de su país pasa forzosamente por la integración en las estructuras euroatlánticas.  Sandu no descarta la colaboración con las autoridades rumanas, muy generosas a la hora de apoyar, tanto política como económicamente, este exiguo territorio que apenas cuenta con 2,7 millones de habitantes; algo menos que la población de Bucarest o de Madrid.

Huelga decir que los contrincantes de Sandu en la campaña por la presidencia de Moldova fueron el político prorruso Igor Dodon, líder del Partido Socialista, que se las ingenió para tener unos ingresos extra de 45.000 dólares mensuales procedentes de las arcas del Kremlin, y también el avezado hombre de negocios Ilan Șor, que fundó su propia agrupación política, el Partido Chance, convertido en el altavoz de la propaganda mscovita en Chișinău.

Dodon, acusado de corrupción, desaparecio de la palestra hace unos años. Por su parte, Șor, que hace gala de su doble nacionalidad – moldava e israelí - navega entre Chișinău y Tel Aviv. Sus contactos con los organismos oficiales rusos son archiconocidos. El Servicio de Inteligencia y Seguridad de Moldova (ISS) afirma tener constancia de varias transacciones de dinero ruso destinado a Chance a través de ciudadanos de terceros países, como por ejemplo… Kazajstán.

Pero hay más; el ISS asegura que entre los contactos rusos de Ilan Șor destacan el empresario Igor Ceaika, hijo del ex fiscal general de Rusia y amigo personal de Vladímir Putin, así como el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, artífices ambos de proyectos destinados a derrocar a la presidenta Sandu y devolver Moldova a la zona de influencia de Rusia. El rotativo estadounidense Washington Post se hizo eco de la noticia, citando como fuente tanto a la inteligencia moldava como al servicio de contraespionaje ucranio, que suministró datos concretos sobre la financiación de los intentos de desestabilización por parte de Rusia. Aparentemente, Moscú se habría gastado entre 55 y 90 millones de dólares en la campaña contra las instituciones moldavas. A ello se suma un rocambolesco plan que contemplaba el envío de un ejército de mercenarios extranjeros – rumanos, búlgaros, sirios, turcos y kazajos – encargado de llevar a cabo atentados terroristas.

Ficticia o real, la situación de inestabilidad política generada por el feroz oso ruso incita a Maia Sandu a recurrir, una y otra vez, a su mantra: Urge nuestra integración en la OTAN.