domingo, 9 de abril de 2023

Embajador en el Ártico y (II)

 

Gigantescos cargueros chinos cruzan el Estrecho de Bering escoltados por cuatro fragatas de la Armada rusa. La noticia se publicó hace varios lustros en un diario de Anchorage; era la copia conforme del comunicado de la Guardia Costera estadounidense que vigila las aguas territoriales de Alaska.

La versión novelesca de los hechos merecería, sin duda, el rimbombante titular: ¡Qué vienen los chinos!  La verdad es que no hizo falta informar al Pentágono ni alertar al inquilino de la Casa Blanca; el establishment estadounidense estaba al tanto de la presencia de los barcos de guerra rusos y de sus huéspedes chinos en las aguas (¡y los hielos!) del Polo Norte.

Ignorada durante décadas, la proliferación de los llamados puestos de vigilancia meteorológica rusos empezó a inquietar a los estrategas de la OTAN durante la Guerra Fría; los planes de defensa del mundo libre debían incluir, forzosamente, el hipotético peligro de la militarización del Ártico, de instalación de bases de misiles atómicos o la llegada de los recién estrenados submarinos nucleares. De hecho, el Pentágono contaba desde la Segunda Guerra Mundial con una gran base aérea en Groenlandia. Las instalaciones militares acogieron también misiles balísticos, conservados en congelados silos subterráneos.

¿Y los rusos? ¿Qué bazas tienen los rusos?, inquirieron los estrategas norteamericanos. Es preciso hacer memoria: las primeras exploraciones rusas de la región ártica comenzaron en el siglo pasado, hace ya más de cien años. En aquella época, el Ministerio de Asuntos Exteriores del Imperio Ruso envió una nota a los países aliados en la que se hacía hincapié en el hecho de que la Rusia de los zares era la propietaria de las tierras e islas situadas al norte de la costa asiática del imperio.

En 1924, la soberanía de dichos territorios quedó transferida a la URSS. Dos años más tarde, en abril de 1926, un decreto del Presidium del PCUS advirtió que son territorios de la URSS todas las tierras e islas, tanto descubiertas como las que puedan descubrirse posteriormente, situadas en el Océano Ártico entre la costa de la URSS y el Polo Norte.

En la franja costera de Rusia, que constituye en 53 p. c. de la costa del Océano Árctico, viven alrededor de 2,5 millones de personas; un 40 p. c. de los pobladores de la región.

Hoy en día, la importancia de la zona no parece haber disminuido: el Ártico produce más del 83 p. c. de su gas natural ruso, el 17 p. c. de los crudos, alberga importantes reservas de diamantes y de metales preciosos.  Por otra parte, la llamada Ruta Marítima Septentrional es un corredor de transporte que conviene mantener y ampliar.

El volumen del tránsito de mercancías a través de la Ruta del ar del Norte pasará de 31.5 millones de toneladas en 2019 a 80 millones de toneladas en 2024, para alcanzar los 160 millones en 2035.

 En 2021, Rusia modificó sus reclamos de plataforma continental para incluir también Gakkel Ridge. Estados Unidos también ha cambiado su normativa para el paso de barcos mercantes.

A finales de 2022, los países del BRICS y de la OCS manifestaron su interés en seguir cooperando con Rusia en la región del Ártico.

En su lucha por el dominio del Polo Norte, Rusia construyó en los últimos tiempos una imponente flota de rompehielos, barcos y submarinos con capacidad nuclear.

En enero de 2023, una empresa minera sueca informó que había descubierto un gran yacimiento de minerales de tierras raras en su región ártica. Al descubrimiento se le ha conferido un importante estatus geopolítico porque ayudará a reducir la dependencia de los suministros de elementos de tierras raras de China, que representan actualmente el 60% de las importaciones de tierras raras de Occidente.

Para el Kremlin, un enfrentamiento con las potencias occidentales ávidas de riquezas parece, pues, inevitable. 

¿Y China?

Durante las dos últimas décadas, los chinos han llevado a cabo una amplia investigación científica en el Océano Ártico y los mares adyacentes.

La República Popular China trata de incrementar su influencia en el Ártico a través de un amplio elenco de actividades económicas, diplomáticas, científicas y militares. China hizo hincapié en su intención de desempeñar un papel activo en la configuración de la gobernanza regional. China ha duplicado su inversión en la zona, centrándose en la explotación de minerales clave, señala un informe publicado recientemente por el exvicepresidente norteamericano Mike Pence,

Insinúa el lugarteniente de Donald Trump que comportamiento agresivo de China a nivel mundial podría desembocar en un despliegue de submarinos dotados con misiles balísticos bajo el hielo del Ártico, con fácil acceso a blancos situados en Europa y América del Norte. La fuente empleada por Pence es… la Estrategia Ártica de la Marina de los EE. UU. de 2021.

Pues bien, señores geo estrategas y colegas analistas políticos, parece que el guion del próximo enfrentamiento, de uno de los próximos enfrentamientos entre bloques, está servido. 

Toca elucubrar; perdón, trabajar.