Hace unas horas, mientras el inquilino de la Casa Blanca revelaba los
detalles del cacareado “acuerdo del siglo”, me acordé de la profética
advertencia del ex Primer Ministro
israelí, Yitzhak Shamir, quien vaticinaba, en octubre de 1988, que “no habrá
jamás un Estado palestino”. Shamir asistió, muy a su pesar, a las primeras
negociaciones de paz con la plana mayor de la primera Intifada, incluida, eso sí, a la singular delegación jordano-palestina que acudió, en
diciembre de 1991, a la Conferencia de Paz de Madrid. En aquél entonces, la clase
política de Tel Aviv parecía muy reacia a pronunciar la palabra palestino. De hecho, la ausencia de
representantes de la Autoridad Nacional en la presentación del “Acuerdo del
siglo” nos recordó aquellos tiempos, en los que los palestinos – descendientes de
los filisteos - no dejaban de ser una molesta entelequia.
¿En qué consiste en Acuerdo del siglo? En la anexión de 15 asentamientos judíos de
Cisjordania, la creación de un inconexo territorio (Estado) palestino neutral,
sin ejército ni confines definidos, cuya presencia no ha de suponer un peligro para la seguridad de Israel, la
construcción de una línea de ferrocarril que una Cisjordania con la Franja de Gaza,
de un Gobierno provisional cuyas actividades han de ser sometidas al escrutinio
constante de Washington y Tel Aviv. Si los pobladores del este parque temático
acatan las normas establecidas por los guardianes, recibirán fondos procedentes de los Estados árabes aliados de
Washington - Arabia Saudita, Egipto, Qatar, los Emiratos Árabes Unidos. Si el comportamiento de los rehenes es ejemplar, a cabo de cuatro años las
autoridades israelíes y norteamericanas podrían contemplar la celebración de
una consulta popular sobre el porvenir del territorio. Pero ello no implica,
forzosamente, la creación de un Estado palestino.
La cada vez más hipotética entidad nacional podría establecer su
capital en… Jerusalén, es decir, en las barriadas extrarradio del municipio
considerado capital eterna e indivisible del
Estado de Israel. El “regalo” de Washington consistiría en la apertura de una
segunda Embajada estadounidense en las afueras de la Ciudad Tres Veces Santa.
Trump pidió a los dos candidatos a las próximas elecciones israelíes –
Benjamín Netanyahu y Benni Ganz - la aplicación del Acuerdo en un plazo de seis
semanas, es decir, antes de la publicación de los resultados de la consulta. Una
buena baza para el ganador de la contienda y… para el propio Trump, aspirante a
un segundo mandato a la presidencia de los Estados Unidos.
La primera reacción de los partidos de izquierdas hebreos fue muy
concisa: …eso no puede llamarse paz; es
puro apartheid.
¿Qué opinan los palestinos? ¿Acuerdo
del siglo? Pero si se trata de la
argumentación de Bibi Netanyahu, afirma el negociador jefe de la OLP, Saeb Erakat.
Una argumentación que el emisario personal y… yerno de Trump, Jared Kushner,
hizo suya a la hora de redactar una propuesta aceptable tanto para la clase
política de Tel Aviv como para los evangelistas norteamericanos, valedores de Donald
Trump y preservadores de los santos lugares bíblicos de Tierra Santa. Obviamente,
el parecer de los palestinos no cuenta.
Para
el Presidente de la Autoridad Nacional, Majmúd Abbas, el Acuerdo del siglo es
una conspiración abocada al fracaso.
Al término de su airada intervención ante las cámaras de la televisión nacional
palestina, Abbas utilizó un lenguaje menos diplomático al afirmar: Trump es un perro y un hijo de perra… Más
claro…