Concentración de tropas rusas en la frontera con
Ucrania, destructores de la marina norteamericana penetran en el Mar Negro, el
teniente general Ben Hodges, ex jefe de las tropas estadounidenses en Europa
recomienda la inclusión de la República Moldova en los planes de la Alianza
Atlántica para la seguridad en el Mar Negro, Turquía no reconoce la
soberanía de Moscú sobre la Península de Crimea, el Gobierno de Kiev aprueba
una nueva estrategia militar basada en la lucha del pueblo para la defensa del
territorio nacional…
La lectura de las noticias provenientes de la otra extremidad del Viejo Continente me recuerda, extrañamente, las estrofas de la vieja canción patriótica interpretada majestuosamente por los coros del Ejército Rojo… “nuestros fusiles están cargados”. Hoy en día, los fusiles vuelven a estar cargados en la vasta región del río Don, el Mar de Azov y el Cáucaso. ¿Nuestros fusiles? No, en este caso concreto, los fusiles se han convertido en… misiles.
Curiosamente, ninguno de los presuntos contrincantes – Rusia, Ucrania, Turquía, Norteamérica o la OTAN – exhiben intenciones bélicas. Sin embargo, las elucubrantes estrategias de combate proliferan. Algunos gobernantes las tildan de meramente defensivas; otros hablan de movimientos de tropas rutinarios. Todos se empeñan en acusar de antemano al posible agresor: el otro.
El informe sobre la nueva estrategia militar de Ucrania, aprobado a finales de marzo por el presidente Volodymyr Zelensky, hace hincapié en una amenaza existencial para el país, que se ve acentuada por el desequilibrio entre las fuerzas militares de Ucrania y… Rusia. Un desequilibrio casi insuperable, teniendo en cuenta la escasez de recursos financieros de las autoridades de Kiev. Pero los autores del documento insisten: la amenaza existencial es… ¡Rusia!
Para hacer frente a los zarpazos del oso de las taigas, los colaboradores de Zelensky recomiendan una solución global: involucrar a todo el pueblo ucranio en una guerra para la defensa del territorio nacional. La estrategia estaría basada en el desarrollo de un conflicto generalizado, recurriendo a los métodos tradicionales empleados por los estrategas a principios y mediados del siglo XX.
Se contempla, asimismo, la creación una defensa territorial fuerte que,
junto con el movimiento popular de resistencia, contribuiría a aumentar los
niveles de protección del Estado, la cohesión social y la educación patriótica
de los ciudadanos, garantizando la seguridad de las instituciones nacionales. Una misión ésta realmente imposible, si no cuenta
con el apoyo de los países de la OTAN o, mejor dicho, de la estructura militar
de la Alianza. Uno de los objetivos prioritarios sería, pues, la adhesión inminente
de Ucrania a la OTAN, lo que implicaría o facilitaría forzosamente la presencia
de tropas occidentales en su territorio.
No está
claro la amenaza militar para la seguridad de Ucrania presupone una
invasión armada, como sucedió en Dombás o Crimea. Sin embargo, la nueva estrategia
contempla el inicio – en cualquier momento - de operaciones militares en ambas
regiones.
El informe de los estrategas de Kiev parten del supuesto de que Ucrania
puede poner fin (al conflicto) en términos favorables para el país con la ayuda
de la comunidad internacional, es decir, con el apoyo político,
económico y militar proporcionado por la comunidad internacional en el
enfrentamiento geopolítico con la Federación Rusa.
Detalle interesante: el estamento castrense insiste en la necesidad de que
Ucrania respete su el estatuto de país desnuclearizado, pero al mismo tiempo asegura
que el ex territorio soviético estaría dispuesto a involucrarse en un conflicto
armado en el que participarían Estados que disponen de armas nucleares.
Rusia sería, sin duda, uno de los posibles contrincantes. Subsiste el
interrogante: ¿cuál sería en segundo?