Aunque la cacareada Cumbre sobre Seguridad Nuclear celebrada esta semana en Seúl haya finalizado sin resultados satisfactorios, los jefes de Estado y de Gobierno que acudieron a la cita de la capital surcoreana abandonaron el escenario de este gran espectáculo mediático persuadidos de haber puesto la primera piedra de un nuevo edificio; se trata de un acuerdo marco sobre la sustitución progresiva, a partir de 2013, del uranio enriquecido – combustible de las centrales nucleares, también empleado para usos clínicos – por uranio empobrecido. Además, se dieron los primeros pasos hacia la elaboración de una normativa sobre la prevención de las catástrofes atómicas, parecidas a las de Fukushima y de la lucha contra el contrabando de material radiactivo.
Todo parece indicar que las consideraciones de índole meramente estratégica prevalecen sobre los aspectos humanitarios. De hecho, conviene señalar que el fantasma del programa nuclear iraní planeó sobre las consultas de Seúl. Ficticia o real, la “amenaza atómica” de Teherán se convirtió en el mantra de los participantes. El país de los ayatolás, gran ausente de esta cumbre, se ha convertido en el foco de atención de los grandes de este mundo. Pero recordemos que Estados Unidos y Rusia no comparten los mismos criterios a la hora de evaluar los peligros derivados de la eventual conversión de Irán en potencia nuclear. Los rusos, que siguen muy de cerca la evolución del programa iraní, se muestran menos pesimistas que sus interlocutores estadounidenses.
Tampoco comparte Moscú la preocupación de Occidente respecto de la posible adquisición de material radiactivo por parte de algunos movimientos terroristas, proceso que, según Washington, podría desembocar en la fabricación de una “bomba sucia”, mortífero artefacto que, pese a su pequeño calibre, podría causar inestimables daños en cualquier lugar del planeta. Una opción esta que descartan a priori los antiguos jefes de los servicios de inteligencia galos, quienes estiman que “no hay constancia” de la existencia de planes concretos de ataque nuclear por parte de los líderes de Al Qaeda. Aparentemente, el único documento incautado por los militares estadounidenses en el refugio de Osama Bin Laden de Tora Bora es el mero croquis de un artefacto atómico atribuido al físico nuclear paquistaní Abdel Khader Khan, conocido por su ideología anti-occidental. El resto es, siempre según los espías franceses, una mera fabricación de la maquinaria de propaganda transatlántica.
Mas en el caso concreto de Irán, la movilización no deja de ser general. Tanto es así que los integrantes del Grupo 5+1, es decir, los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas más Alemania, optaron por encargar al Primer Ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, la difícil misión de mediar entre la República de Irán y el foro de la ONU para tratar de reducir la tensión de los últimos meses.
Erdogan salió de Seúl rumbo a Teherán para trasladar las propuestas del Grupo a las autoridades persas. Lo acompañaron sus ministros de Economía y Energía, habituales interlocutores en las ya de por sí complejas tratativas con el equipo del Presidente Mahmúd Ahmadineyad.
No es esta la primera ni la única vez en la que los turcos sirven de puente entre Occidente y los detractores del “gran Satán” de los infieles. Hace apenas unos días, dos grandes compañías estadounidenses – Cargill y Bunge - especializadas en la venta de cereales, revelaron la existencia de un contrato suministro de trigo al país de los ayatolás. Se trata de unas 180.000 toneladas de cereales provenientes del Estado de Kansas, a las que se sumarán, de aquí a finales de año, suministros de material y equipo médico “no sometido” al embargo económico decretado por las potencias occidentales. Todo ello, claro está, con el beneplácito de la Casa Blanca…
Dado que las relaciones bancarias entre Estados Unidos e Irán han sido interrumpidas, los pagos (¡en Euros!) se efectuarán a través de institutos financieros turcos. Obviamente, el papel desempeñado por Ankara en el conflicto no es meramente… diplomático.