Gigantescos
cargueros chinos cruzan el Estrecho de Bering escoltados por cuatro fragatas de
la Armada rusa. La noticia se publicó
hace varios lustros en un diario de Anchorage; era la copia conforme del
comunicado de la Guardia Costera estadounidense que vigila las aguas
territoriales de Alaska.
La
versión novelesca de los hechos merecería, sin duda, el rimbombante titular: ¡Qué
vienen los chinos! La verdad es que
no hizo falta informar al Pentágono ni alertar al inquilino de la Casa Blanca; el
establishment estadounidense estaba al tanto de la presencia de los
barcos de guerra rusos y de sus huéspedes chinos en las aguas (¡y los
hielos!) del Polo Norte.
Ignorada
durante décadas, la proliferación de los llamados puestos de vigilancia meteorológica
rusos empezó a inquietar a los estrategas de la OTAN durante la Guerra
Fría; los planes de defensa del mundo libre debían incluir,
forzosamente, el hipotético peligro de la militarización del Ártico, de
instalación de bases de misiles atómicos o la llegada de los recién estrenados
submarinos nucleares. De hecho, el Pentágono contaba desde la Segunda Guerra
Mundial con una gran base aérea en Groenlandia. Las instalaciones militares acogieron
también misiles balísticos, conservados en congelados silos subterráneos.
¿Y
los rusos? ¿Qué bazas tienen los rusos?, inquirieron los estrategas norteamericanos.
Es preciso hacer memoria: las primeras exploraciones rusas de la región ártica
comenzaron en el siglo pasado, hace ya más de cien años. En aquella época, el
Ministerio de Asuntos Exteriores del Imperio Ruso envió una nota a los países
aliados en la que se hacía hincapié en el hecho de que la Rusia de los zares era
la propietaria de las tierras e islas situadas al norte de la costa asiática
del imperio.
En
1924, la soberanía de dichos territorios quedó transferida a la URSS. Dos años
más tarde, en abril de 1926, un decreto del Presidium del PCUS advirtió que son
territorios de la URSS todas las tierras e islas, tanto descubiertas como las
que puedan descubrirse posteriormente, situadas en el Océano Ártico entre la
costa de la URSS y el Polo Norte.
En
la franja costera de Rusia, que constituye en 53 p. c. de la costa del Océano
Árctico, viven alrededor de 2,5 millones de personas; un 40 p. c. de los
pobladores de la región.
Hoy
en día, la importancia de la zona no parece haber disminuido: el Ártico produce
más del 83 p. c. de su gas natural ruso, el 17 p. c. de los crudos, alberga
importantes reservas de diamantes y de metales preciosos. Por otra parte, la llamada Ruta Marítima
Septentrional es un corredor de transporte que conviene mantener y ampliar.
El
volumen del tránsito de mercancías a través de la Ruta del ar del Norte pasará
de 31.5 millones de toneladas en 2019 a 80 millones de toneladas en 2024, para
alcanzar los 160 millones en 2035.
En 2021, Rusia modificó
sus reclamos de plataforma continental para incluir también Gakkel Ridge. Estados
Unidos también ha cambiado su normativa para el paso de barcos mercantes.
A
finales de 2022, los países del BRICS y de la OCS manifestaron su interés en
seguir cooperando con Rusia en la región del Ártico.
En
su lucha por el dominio del Polo Norte, Rusia construyó en los últimos tiempos una
imponente flota de rompehielos, barcos y submarinos con capacidad nuclear.
En
enero de 2023, una empresa minera sueca informó que había descubierto un gran
yacimiento de minerales de tierras raras en su región ártica. Al descubrimiento
se le ha conferido un importante estatus geopolítico porque ayudará a reducir
la dependencia de los suministros de elementos de tierras raras de China, que
representan actualmente el 60% de las importaciones de tierras raras de Occidente.
Para
el Kremlin, un enfrentamiento con las potencias occidentales ávidas de
riquezas parece, pues, inevitable.
¿Y
China?
Durante las dos últimas décadas,
los chinos han llevado a cabo una amplia investigación científica en el
Océano Ártico y los mares adyacentes.
La República Popular China trata
de incrementar su influencia en el Ártico a través de un amplio elenco de
actividades económicas, diplomáticas, científicas y militares. China hizo
hincapié en su intención de desempeñar un papel activo en la configuración de
la gobernanza regional. China ha duplicado su inversión en la zona,
centrándose en la explotación de minerales clave, señala un informe
publicado recientemente por el exvicepresidente norteamericano Mike Pence,
Insinúa el
lugarteniente de Donald Trump que comportamiento
agresivo de China a nivel mundial podría desembocar en un despliegue de
submarinos dotados con misiles balísticos bajo el hielo del Ártico, con fácil
acceso a blancos situados en Europa y América del Norte. La fuente empleada por
Pence es… la Estrategia Ártica de la Marina de los EE. UU. de 2021.
Pues bien,
señores geo estrategas y colegas analistas políticos, parece que el guion del
próximo enfrentamiento, de uno de los próximos enfrentamientos entre bloques,
está servido.
Toca elucubrar; perdón, trabajar.
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