El nuevo Gobierno
de Eslovaquia acordó bloquear un paquete de 40,3 millones de euros destinado a
la ayuda militar a Ucrania. La noticia, difundida por los medios de
comunicación de Bratislava, pasó casi inadvertida en los países de la Unión
Europea. Obviamente, las informaciones de esta índole no son del agrado de los eurócratas.
¿Poner en duda la
unidad y la cohesión de los 27 frente al conflicto ruso-ucranio? ¡De
ninguna manera! Sí, es cierto; la Unión cuenta con algunos – pocos – miembros
díscolos. Se trata, ante todo, de países
pertenecientes al Grupo de Visegrado: Polonia, Hungría, Eslovaquia… Durante
años, el estamento político bruselense lanzó sus truenos contra los gobernantes
polacos y húngaros, poco propensos a plegarse a la disciplina comunitaria. Los
ataques al Poder Judicial y la discriminación de género le valieron al Gobierno
de Varsovia multas de un millón de euros diarios. La cantidad se descontaba de…
los fondos asignados a Polonia por el ejecutivo comunitario.
La última
consulta popular, celebrada el pasado mes de septiembre, parecía poner fin a la
pesadilla polaca, Con la victoria de Donald Tusk, antiguo presidente del
Consejo Europeo, partidario ce la despolitización de la vida pública y adalid
del liberalismo económico, Polonia vuelve al redil de la cacareada democracia
comunitaria. Hungría, sin embargo…
Viktor Orban, el jurista
que dirige los destinos del pueblo magyar, parece más obstinado que sus
correligionarios de Varsovia. Partidario de eliminar la llamada educación de
género del currículo de la enseñanza, enemigo a ultranza de la inmigración no
europea y, por supuesto, no cristiana, el primer ministro húngaro
peca también, y ante todo, por su buena relación con Vladimir Putin y la firma
de millonarios contratos para la compra de gas natural firmados con el Kremlin.
¿Reprimendas? ¿Sanciones? La oveja negra de Budapest suele hacer caso
omiso de las amonestaciones de Bruselas.
Si
me quieren echar, señores, háganlo. Yo no me marcho, advierte
el primer ministro húngaro. Conviene señalar que las asiduas críticas contra
Budapest disminuyeron tras la aplastante victoria de la no menos populista italiana
Giorgia Meloni. Claro que para criticar a los políticos transalpinos, Bruselas
prefiere emplear… guantes de seda.
La aparente
derrota electoral de los conservadores polacos coincidió en tiempo y espacio
con el regreso a la palestra pública de otro controvertido personaje: Robert
Fico, primer ministro de Eslovaquia, líder del partido socialdemócrata de su
país, agrupación adscrita al Grupo de Socialistas y Demócratas del Parlamento
Europeo.
Los medios de
comunicación occidentales se precipitaron en tildar a Fico de prorruso y
seudosocialdemócrata a raíz de sus estrafalarios mensajes dirigidos a sus
conciudadanos durante la campaña electoral: La guerra siempre viene de
Occidente; la paz, de Oriente. Ni una sola bala saldría
de este país rumbo a Ucrania; la ayuda será únicamente humanitaria y civil.
Nuestros asuntos internos serán prioritarios. La paz (en Ucrania) es la única
solución. Me niego a que me critiquen sólo por hablar de la paz.
La reacción de los europarlamentarios socialistas fue
instantánea. ¿Debemos aislar a Eslovaquia? ¿Sancionar a Fico?
Huelga decir que la formación del nuevo Gobierno de
Bratislava deparó más sorpresas. Sus miembros se pronunciaron a favor de bloquear el potencial ingreso de
Kiev en la OTAN y de revisar los acuerdos de seguridad con Washington, que
permiten a la fuerza aérea estadounidense utilizar las bases de la aviación
militar eslovaca de Malacky-Kuchyna y Sliac durante un período de diez años. El
acuerdo ha sido mal formulado, afirma el recién nombrado ministro de Defensa, Robert Kalinak,
quien se apresuró a transmitir sus dudas al embajador de los Estados Unidos en
Bratislava, exigiendo la revisión del tratado.
Pero la nota la dio el vicepresidente del Parlamento de
Eslovaquia, Lubos Blaha, quien descolgó de la pared de su despacho la foto oficial
de la Presidenta Zuzana Caputova, sustituyéndolo ñor un retrato de Ernesto Che
Guevara. Y para que no haya lugar a dudas, Blaha retiró también el estandarte de
la UE, colocando en su lugar la bandera eslovaca. Un gesto éste que fue
debidamente publicitado por los medios audiovisuales moscovitas.
En resumidas cuentas: Eslovaquia acaba de ingresar en
la lista de las ovejas negras de la UE, de las democracias… ¡iliberales!
¿Y Meloni? ¿Qué hacer con Georgia Meloni? De momento,
sus planteamientos sobre la lucha contra la inmigración ilegal parecen haber
hecho mella en algunos países escandinavos. ¿Iliberales?
Cabe suponer que la palabra se pondrá de moda próximamente.
Yo observo un enfriamiento o relativización cada vez mayor del proyecto de la UE por un número creciente de ciertos gobiernos. El golpe económico que atraviesan los 27, y no solo ellos, es como una seria advertencia tanto para los gobiernos como para los pueblos, que al fin de cuentas son los que pagan siempre la factura de las aventuras belicistas de Occidente encabezadas por los EEUU.
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