Después de la intentona golpista de 2016, Recep Tayyip Erdogan vivió con la disyuntiva: Oriente u Occidente. Se trataba de escoger amigos, por no decir, aliados. El Occidente le había traicionado: para el sultán, el golpe de los militares turcos había sido urdido con la complicidad de la CIA y del servicio de inteligencia alemán. Pero tanto Washington como Berlín se apresuraron a negar su participación en los preparativos del levantamiento. La entonces Canciller Angela Merkel se enfadó mucho con Erdogan. Cierto es que unos meses después la propia Merkel anunció la congelación definitiva de las negociaciones sobre la adhesión de Ankara a la Unión Europea. La decisión siguió vigente hasta el mes pasado, cuando los 27 se vieron obligados a resucitar el diálogo. El motivo: parafraseando al Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, se trataba de un chantaje de última hora del Presidente turco, que exigió la reanudación de las consultas con los comunitarios a cambio de la suspensión del veto de Ankara al ingreso de Suecia en… la Alianza Atlántica. Aparentemente, la UE no tuvo más remedio que pasar por el aro.
En el verano de 2016, se rumoreó que Erdogan salvó su vida gracias a un soplo (también de última hora) de los servicios de inteligencia rusos, que vigilaban muy de cerca las actividades de sus competidores occidentales. ¿Simples rumores? Cierto es que, a partir del otoño de 2016, los contactos entre Ankara y Moscú se multiplicaron. Turquía se decantó por adquirir el sistema de defensa antiaéreo ruso S 400, una herejía para un país miembro de la OTAN, encargó a la agencia atómica rusa la construcción de la primera central nuclear de Anatolia, expandió los intercambios comerciales con el gran vecino del Norte, fomentó la cooperación industrial y los intercambios turísticos.
Sólo desde el
comienzo del conflicto de Ucrania, las exportaciones de productos turcos a
Rusia se han disparado, pasando de 2600 millones de dólares en la primera mitad
de 2022 a 4900 millones de dólares durante el mismo período de este año.
Rusia es el
principal proveedor de gas natural de Turquía y representa aproximadamente la
mitad de todas las importaciones. Antes de las elecciones del pasado mes de
mayo, Moscú aplazó los pagos de gas por valor de miles de millones de dólares.
Más aún: Turquía permite
el acceso de la Armada rusa a los mares cálidos. Además, Erdogan ha
desempeñado un papel crucial en el desbloqueo del suministro de grano ucraniano
a los mercados mundiales. Sin embargo, Ankara no reconoce la anexión de Crimea
por parte de Rusia y considera que su invasión de Ucrania es ilegal.
Erdogan fue,
recordémoslo, uno de los primeros líderes mundiales en llamar a Putin durante
la rebelión del grupo Wagner por la gestión e la guerra de Ucrania. Y ello, a
pesar de que Turquía no es un actor neutral en este conflicto. Los primeros
drones empleados por el Ejército de Kiev en esta guerra, los Bayraktar, son
producidos por el yerno y aparente heredero de Erdogan, Selcuk Bayraktar.
Cuando se trata del bienestar de la familia…
En los primeros
meses de 2023, se especuló con la posible adhesión de Turquía al grupo de los
BRICS, conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Sabido es que en
la cumbre de la organización, que tendrá lugar a finales de este mes, se
estudiará la candidatura de una veintena de países árabes, africanos y
latinoamericanos, dispuestos a convertirse en los pilares del mundo
multipolar ideado por la élite de Rusia y China.
¿Y Turquía? El
acercamiento de Erdogan a las estructuras creadas por Moscú y Pekín se remonta
al año 2012, cuando el presidente turco contestó, medio en broma, al tanteo de
Vladímir Putin: Si de verdad quiere saber lo que pienso, admita a Turquía
como miembro de la Organización de Cooperación de
Shanghai (OCS) y revisaremos nuestras
relaciones con la UE. Las palabras de Erdogan reflejaban en
realidad el hartazgo de Turquía con el lento progreso del proceso de adhesión a
la UE.
Por otra parte, es natural que
Ankara coopere con los países más poblados del mundo, como China e India. Por
si fuera poco, Turquía tiene vínculos étnicos y culturales con los países
túrquicos de Asia Central, como Azerbaiyán, Turkmenistán, Uzbekistán, Kazajstán
y Kirguistán, que integran la OCS.
Inevitablemente, podemos estar
buscando otras opciones, ya que la UE no nos ha dejado entrar durante 52 años.
La UE puede preguntar por qué Erdogan va a Shanghai, por qué se reúne con los
líderes de la OCS. Por supuesto, me reuniré (con ellos). No creo que deba
ninguna explicación a la UE.
Conviene recordar, sin embargo, que
estas declaraciones fueron formuladas antes de la cumbre de Vilnius,
cuando Bruselas cedió a las exigencias de Ankara.
Si bien es cierto que la actuación de Erdogan en la reunión de la OTAN irritó sobremanera a Rusia, tampoco debe interpretarse como un cambio brusco de la postura de Turquía hacia Occidente. De hecho, Erdogan tardó menos de un día en recordar que el parlamento turco no podría ratificar probablemente la adhesión de Suecia antes del receso estival de julio, aunque tenía la autoridad para extender la sesión parlamentaria. Erdogan pretende obtener garantías firmes de que el Congreso estadounidense permitirá la venta de cazas F-16 y que Estocolmo cumpliría sus promesas de extraditar a los militantes kurdos antes de dar luz verde a la adhesión de Suecia a la Alianza Atlántica.
Finalmente,
hay que reconocer que las negociaciones con Bruselas no van viento en popa. El
compromiso de la UE se limita, por ahora, a la reapertura de dos capítulos
conflictivos del regateo diplomático: la modificación del sistema aduanero y la
exención de visados para los ciudadanos turcos que viajan al espacio Schengen. Ambos
temas quedaron estancados antes de la congelación del diálogo.
Ante el efecto sorpresa de las exigencias de Ankara, los 27 anunciaron la creación de un grupo de trabajo encargado de estudiar nuevas iniciativas. Quienes conocen el funcionamiento de los foros internacionales y de los subforos creados para elaborar nuevas propuestas, saben positivamente que los grupos de trabajo pueden convertirse en auténticos… cementerios de ideas.
En definitiva, Erdogan tendrá que escoger entre Oriente y Occidente.
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