Aseguran los testigos que el
diálogo entre los dos jefes de Estado parecía estar sacado de una obra de
teatro del dramaturgo franco-rumano Eugène Ionesco:
Vladímir Putin: Querido amigo
Erdogan: Sé que tiene la
intención de plantear la cuestión del acuerdo de cereales. Estamos abiertos a
negociaciones sobre el tema.
Recep Tayyip Erdogan: Hermano
Putin, traigo una propuesta irrenunciable. Se la envía el Secretario General de
las Naciones Unidas. El mundo entero está esperando noticias sobre el porvenir del
corredor de cereales.
Vladímir Putin: ¿Trae también
noticias sobre sobre el centro de distribución de gas natural (ruso) de
Turquía? Luego hablaremos del acuerdo sobre cereales.
Esta vez, los conciliábulos a
alto nivel se parecían más a un regateo en el zoco.
Erdogan venía con buenas
intenciones; se trataba de resucitar la iniciativa del Mar Negro, que Moscú
abandonó en el mes de julio, alegando que Occidente no había cumplido su parte
del trato. También pretendía el sultán reforzar su imagen de mediador
entre dos países en guerra – Ucrania y Rusia – y sacar rédito del prestigio
obtenido a nivel nacional, uno de los factores clave que facilitó su victoria electoral
el pasado mes de mayo. Sin embargo, esta
vez…
Vladímir Putin, conocedor de la
propuesta redactada por el portugués Antònio Guterres, secretario general de la
ONU, exigía más, mucho más. En principio, el paquete de medidas elaborado por
las Naciones Unidas debía facilitar las exportaciones de alimentos y
fertilizantes rusos, interrumpidas por las medidas adoptadas por Occidente en
2022. Cierto es que las restricciones no afectan, en principio, los productos
alimentarios y los fertilizantes. Sin embargo, la desconexión de los bancos rusos
del sistema SWIFT y el bloqueo de los activos de empresas rusas congelados en
Occidente frenaron las exportaciones. A ello se deben añadir las trabas
impuestas a las aseguradoras, navieras y entidades financieras interesadas en
el comercio con Rusia.
Entre las propuestas enviadas por
Guterres figura la conexión de la filial europea del Banco Agrícola ruso Rosseljozbank
al sistema electrónico de pagos SWIFT, así como el desbloqueo de algunos
activos. Sin embargo, Putin estima que no es bastante generosa. ¿Reconectarse a
SWIFT? ¿Por qué no? ¿Ampliar la lista de entidades bancarias beneficiarias de
la generosidad de la ONU? Por supuesto. Y ya que estamos, ¿no convendría
pedir la reapertura del gasoducto de Togliatti – Odessa, utilizado para la
exportación de fertilizantes rusos a través de los puertos ucranios? ¿O el
levantamiento del embargo al suministro de recambios para tractores? Es de
justicia.
Erdogan se comprometió a
trasladar la contrapropuesta de Putin a las Naciones Unidas. La reactivación del acuerdo de cereales tendrá
que esperar.
Durante la rueda de prensa
conjunta celebrada al final de las consultas, alguien aludió a la crisis
alimentaria que provocaría el bloqueo de las exportaciones de grano de Ucrania,
al espectro de la hambruna.
La cuota de mercado de las
exportaciones de cereales ucranios es del 5 por ciento, respondió fríamente
Vladímir Putin. Añadió el hombre fuerte del Kremlin que Rusia
suministrará un millón de toneladas de cereales a los puertos turcos, que
asegurarán su posterior transporte gratuito a países del tercer mundo. El
operativo sería financiado por Qatar, país amigo de Rusia y de Turquía.
Poco trascendió
sobre el porvenir del centro de distribución del gas natural ruso de Turquía.
Aparentemente, ambos países tienen interés en la puesta en marcha del proyecto,
que facilitaría el suministro del gas ruso a otros Estados del Mediterráneo. Rusia
tiene interés en acelerar el proceso. Turquía recuerda, sin embargo, eso sí, en
voz baja, que el gasoducto Turkish Stream, construido en cooperación con
Moscú, ha sido atacado repetidamente con drones. ¿Drones? Erdogan prefiere
guardar silencio.
Putin – Erdogan: en tablas. Cuando las cosas se complican…
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