martes, 30 de abril de 2019

Aproximación al neo-otomanismo (I)


“Terroristas” y contestatarios 


A finales de la pasada semana, la fiscalía de Estambul ordenó la detención y el encarcelamiento de 210 personas acusadas de haber participado en los preparativos del golpe militar de 2016.  Entre los sospechosos figuraban miembros de las fuerzas armadas: ejército de tierra, marina, aviación y guardia costera, así como oficiales de la gendarmería y de otros cuerpos de la seguridad del Estado, acusados de pertenecer a la organización “terrorista” liderada por el clérigo Fetullah Gulen, ex aliado del Presidente Erdogan, que vive en el exilio desde 1999. Gulen negó en reiteradas ocasiones su participación en los preparativos de la intentona.

Los detenidos fueron identificados a través de grabaciones de llamadas telefónicas efectuadas por los servicios de inteligencia militar.

Actualmente, hay más de 77,000 personas detenidas por su presunta participación en el golpe de Estado. Al parecer, la fiscalía cuenta con una larga lista de “sospechosos” que suponen una amenaza para la seguridad nacional, cuyo arresto sería inminente. 
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Conviene recordar que desde el verano de 2016, las autoridades turcas suspendieron o despidieron a alrededor de 150.000 funcionarios públicos y militares supuestamente adscritos a las redes de Gulen.  
Sabido es que los aliados occidentales de Turquía, país miembro de la Alianza Atlántica, han criticado en reiteradas ocasiones las medidas represivas adoptadas por Ankara, insinuando que Erdogan trata de usar el golpe como coartada para deshacerse de detractores o testigos molestos.

La cierto es que la guerra fratricida contra el popular clérigo desterrado ha causado demasiadas victimas. Una situación ésta que generó un hondo malestar en el seno del oficialista Partido para la Justicia y el Desarrollo (AKP), agrupación fundada por el propio Erdogan escasos meses antes de alzarse con la victoria en las elecciones legislativas celebradas  en el otoño de 2002. 
 
Nace un nuevo partido político
El solemne comunicado de la fiscalía de Estambul eclipsó la noticia de la creación de un nuevo partido político, facilitada casi paralelamente por la prensa de oposición. La nueva agrupación,  Yeni Parti  (Nuevo Partido), fue fundada por tres veteranos del AKP, pilares de la política nacional y antiguos compañeros de camino de Tayyip Recep Erdogan. Se trata de  Ahmet Davutoglu, antiguo primer ministro y jefe de la diplomacia turca, Abdullah Gül, antiguo Presidente de la República y Ali Babacan, exministro de Economía y Asuntos Exteriores. Los tres compartieron las horas bajas y los momentos de gloria del “sultán”; los tres fueron marginados o desterrados de la política por sus desavenencias con el actual Presidente de la República.

Sus hojas de servicios son impecables. Abdullah Gül, el “islamista socialdemócrata”, sirvió de tapadera para las actividades políticas de Erdogan durante la fase constitutiva del AKP. Como se sabe, Erdogan había sido inhabilitado penalmente para el ejercicio de funciones públicas a raíz de unas manifestaciones pro islamistas en Estambul.

Alí Babacan, economista de formación, fue uno de los artífices de los programas de desarrollo elaborados por el primer Gabinete Erdogan.

Ahmet Davutoglu, politólogo, catedrático y diplomático, fue el autor intelectual del neo-otomanismo, doctrina que contempla el acercamiento de Turquía al mundo árabe musulmán, como posible respuesta al rechazo de la candidatura de Ankara a la Unión Europea.

Según informes publicados en algunos medios turcos, los tres políticos se comprometieron ante Occidente a “devolver el país a la senda de la democracia”. El núcleo duro del Yeni Parti cuenta actualmente con medio centenar de miembros del AKP.  

Aparentemente, el proyecto – liderado por Gül – surgió hace unas semanas, tras el fracaso del AKP en las elecciones municipales, primer síntoma de debilitamiento de la agrupación islámica.

Davutoglu, que negoció y firmó en nombre de Turquía el acuerdo con la UE sobre  migrantes y personas desplazadas, hizo público u documento de 15 páginas en el que critica la política del AKP, así como su fracaso en la reciente consulta electoral. Estima el padre del neo-otomanismo, la deriva del partido de gobierno se debe a su alianza con los ultranacionalistas, las limitaciones impuestas a los medios de comunicación, a una política económica alejada de los principios básicos de la libertad de mercados, a la corrupción y el nepotismo.  Y enfatiza:el espíritu reformista y liberal del AKP ha sido reemplazado en los últimos años por un enfoque basado en la seguridad y el estatismo, impulsado por el deseo de mantener el status quo”.
 
Los periódicos de Estambul resumen a reacción del Presidente de Turquía con el siguiente titular: Erdogan: ira y promesas de venganza.

Obviamente, los complejos problemas internos entorpecen la actuación del sultán, más preocupado en forjar nuevas alianzas regionales. Sus objetivos prioritarios: Siria, la cuestión kurda, Rusia y el Golfo Pérsico, antiguo feudo del Imperio Otomano.

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