El segundo Informe Mundial sobre Trabajo Infantil, elaborado por la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) en 2006, señalaba que se habían realizado importantes progresos en la lucha contra el trabajo infantil. Partiendo de este dato positivo, la OIT fijó una meta visionaria: eliminar las peores formas de explotación laboral de los niños para 2016. Sin embargo, el Tercer Informe Mundial, publicado en 2010, ofrece un panorama distinto y, hasta cierto punto, inquietante: el trabajo infantil continúa disminuyendo, pero a un ritmo más lento. Estiman los autores de este documento que si los países no modifican de manera radical su comportamiento, el objetivo de 2016 no será alcanzado.
Al evaluar los datos estadísticos disponibles, la Directora del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) de la OIT, Constance Thomas, hace especial hincapié en la excesivamente lenta reducción de la tasa de empleo infantil – alrededor del 3 por ciento en los últimos cuatro años – señalando que la batalla está lejos de terminar, ya que alrededor de 215 millones de niños siguen atrapados en las redes de explotación.
“La mayor disminución la observamos en los niños entre 5 y 14 años; en este grupo el trabajo infantil descendió en un 10 por ciento”, advierte la Sra. Thomas, quien insiste en subrayar los aspectos positivos. “Hay menos niños en trabajos peligrosos. Y es mejor así; de hecho, cuanto más peligroso es el trabajo y más vulnerables son los niños”, afirma la funcionaria de la OIT.
Según los autores del informe, presentado recientemente a los participantes en una conferencia internacional auspiciada por el Gobierno de los Países Bajos, los principales obstáculos que impiden alcanzar el objetivo de 2016 son: la magnitud del problema en África y Asia Meridional, las estructuras rígidas de la agricultura tradicional y las formas “ocultas” de explotación de los niños.
La disminución más importante de trabajo infantil se registró en las Américas, mientras que África sigue siendo la región con menores progresos. Otra región en la que se registra una situación crítica es Asia Meridional, donde se encuentra el mayor número de niños trabajadores y donde se requiere de un mayor compromiso por parte de los Gobiernos. Aunque no se dispone de datos recientes de los países árabes, se asume que el trabajo infantil sigue siendo un problema importante en la zona.
El informe analiza también las tendencias del trabajo infantil por edad y género. Por ejemplo, durante los últimos cuatro años el trabajo infantil ha aumentado entre los niños y disminuido entre las niñas. El principal sector para el trabajo infantil sigue siendo la agricultura, donde una gran mayoría de niños trabaja para su familia sin percibir remuneración alguna.
Otro factor clave es la situación económica mundial. Se cree que la crisis podría empujar a un mayor número de niños, en particular niñas, al trabajo infantil. Pero aún es demasiado temprano para hacer un análisis objetivo de la situación, ya que en algunas regiones el impacto de la recesión todavía no ha llegado a su auge. Aún así, al juzgar por crisis anteriores, cabe prever un incremento del trabajo infantil en países con bajos ingresos y, de manera especial, en los hogares más pobres. En este contexto, conviene señalar la necesidad de que los Gobiernos respeten los compromisos adquiridos en los foros internacionales, intensificando la lucha contra la explotación de los niños.
Entre las principales recomendaciones de la OIT contra el trabajo infantil destacan la necesidad de garantizar que todos los niños tengan acceso a la educación de calidad, la elaboración de estructuras y programas de protección social, la lucha contra la pobreza y la ratificación y aplicación de los convenios sobre la edad mínima de admisión al empleo.
Para lograr esta meta, es indispensable contar con la participación activa de empresarios, sindicatos y organizaciones que emanan de la sociedad civil.
Al evaluar los datos estadísticos disponibles, la Directora del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) de la OIT, Constance Thomas, hace especial hincapié en la excesivamente lenta reducción de la tasa de empleo infantil – alrededor del 3 por ciento en los últimos cuatro años – señalando que la batalla está lejos de terminar, ya que alrededor de 215 millones de niños siguen atrapados en las redes de explotación.
“La mayor disminución la observamos en los niños entre 5 y 14 años; en este grupo el trabajo infantil descendió en un 10 por ciento”, advierte la Sra. Thomas, quien insiste en subrayar los aspectos positivos. “Hay menos niños en trabajos peligrosos. Y es mejor así; de hecho, cuanto más peligroso es el trabajo y más vulnerables son los niños”, afirma la funcionaria de la OIT.
Según los autores del informe, presentado recientemente a los participantes en una conferencia internacional auspiciada por el Gobierno de los Países Bajos, los principales obstáculos que impiden alcanzar el objetivo de 2016 son: la magnitud del problema en África y Asia Meridional, las estructuras rígidas de la agricultura tradicional y las formas “ocultas” de explotación de los niños.
La disminución más importante de trabajo infantil se registró en las Américas, mientras que África sigue siendo la región con menores progresos. Otra región en la que se registra una situación crítica es Asia Meridional, donde se encuentra el mayor número de niños trabajadores y donde se requiere de un mayor compromiso por parte de los Gobiernos. Aunque no se dispone de datos recientes de los países árabes, se asume que el trabajo infantil sigue siendo un problema importante en la zona.
El informe analiza también las tendencias del trabajo infantil por edad y género. Por ejemplo, durante los últimos cuatro años el trabajo infantil ha aumentado entre los niños y disminuido entre las niñas. El principal sector para el trabajo infantil sigue siendo la agricultura, donde una gran mayoría de niños trabaja para su familia sin percibir remuneración alguna.
Otro factor clave es la situación económica mundial. Se cree que la crisis podría empujar a un mayor número de niños, en particular niñas, al trabajo infantil. Pero aún es demasiado temprano para hacer un análisis objetivo de la situación, ya que en algunas regiones el impacto de la recesión todavía no ha llegado a su auge. Aún así, al juzgar por crisis anteriores, cabe prever un incremento del trabajo infantil en países con bajos ingresos y, de manera especial, en los hogares más pobres. En este contexto, conviene señalar la necesidad de que los Gobiernos respeten los compromisos adquiridos en los foros internacionales, intensificando la lucha contra la explotación de los niños.
Entre las principales recomendaciones de la OIT contra el trabajo infantil destacan la necesidad de garantizar que todos los niños tengan acceso a la educación de calidad, la elaboración de estructuras y programas de protección social, la lucha contra la pobreza y la ratificación y aplicación de los convenios sobre la edad mínima de admisión al empleo.
Para lograr esta meta, es indispensable contar con la participación activa de empresarios, sindicatos y organizaciones que emanan de la sociedad civil.
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