El misterioso “Club Bilderberg”, que algunos detractores de la globalización no dudan en tildar de “gobierno oculto del planeta”, celebrará su próxima reunión anual del 3 al 6 de junio en la localidad catalana de Sitges. Los participantes en la conferencia abordarán con detenimiento la problemática de la crisis mundial, así como las serias dificultades estructurales con que tropiezan actualmente los países de la zona euro (Grecia, España y Portugal), sin olvidar las repercusiones de la guerra de Afganistán para el cada vez más frágil equilibrio del vecino Paquistán o la creciente tirantez en las relaciones entre Oriente y Occidente generada por el incontrolado programa nuclear iraní. Recordemos que Washington y sus aliados se resisten a avalar las propuestas sobre la supervisión de dicho programa por dos potencias emergentes – Turquía y Brasil.
Pero hoy por hoy, lo que de verdad preocupa a los grandes de este mundo es la rápida y constante erosión de las estructuras financieras internacionales. De ahí la necesidad de proceder a la remodelación del sistema monetario, tratando de establecer nuevos referentes. Entre las propuestas formuladas recientemente por los expertos norteamericanos destaca la posibilidad de convertir el Fondo Monetario Internacional (FMI) en una especie de “órgano mundial de supervisión” de las finanzas. Esta es, según los periodistas del portal Internet American Free Press, detractores de la globalización y/o del Nuevo Orden Mundial ideado por George Bush (padre), una de las opciones vehiculadas por los medios de comunicación “controlados” por el Grupo de Bilderberg.
Subsiste el interrogante: ¿qué intereses ocultos se disimulan detrás de este opaco Club, de este misterioso grupo de presión? El secretismo de los organizadores, la discreción de los participantes en las conferencias anuales, el perfil de las personalidades que acuden a estas discretas citas – políticos, empresarios y militares - , la férrea vigilancia ejercida por los servicios de seguridad, supervisada año tras año por altos cargos de la CIA norteamericana, han generado un sinfín de rumores acerca del contenido de las deliberaciones secretas o discretas del Club. En este contexto, la publicación de las listas de invitados, único documento que facilita la secretaría de Bilderberg, nos ha parecido reveladora. Sabemos que en las últimas reuniones participaron el ex presidente Bill Clinton, el antiguo primer ministro británico Tony Blair, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, la secretaria de Estado Hillary Clinton, el ex presidente del Banco Mundial, Paul Wolfovitz, el ex secretario de defensa estadounidense Donald Rumsfeld, la presidente del Banesto, Ana Patricia Botín, el ex comisario europeo y ministro de hacienda español Pedro Solbes, así como directivos de las grandes compañías multinacionales IBM, Xerox, Royal Dutch Shell, Nokia, Daimler, etc.
Por regla general, los organizadores suelen invitar a dos representantes de cada país: un conservador y un liberal. Sin embargo, a veces los papeles se confunden. Los debates se centran en temas de actualidad. Sin embargo, el análisis del estado de la economía mundial figura siempre en el orden del día de estos encuentros.
Para los expertos del Centro de Estudios sobre la Globalización de Montreal (Canadá), el Grupo Bilderberg “no es un gobierno mundial oculto”, sino una organización que propicia las “tormentas de ideas” (brainstorming). Coinciden, sin embargo, en que Bilderberg es la “organización más influyente” del mundo.
Aparentemente, el Grupo no elabora directrices para la gobernanza mundial. Sus miembros prefieren definir su papel como un simple “foro para la socialización de las élites”. Sin embargo, quienes siguen a rajatabla las pautas (ideario) del Club Bilderberg tienen más probabilidades de ascenso en el escalafón de la burocracia institucional. De hecho, muchos de los políticos que participan en los encuentros anuales llegaron a desempeñar funciones clave en el establishment mundial. Más claro…
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