Hungría no
considera que Rusia sea una amenaza directa para su territorio. Curiosamente,
esas palabras fueron pronunciadas por el ministro húngaro de Asuntos Exteriores,
Peter Szijjarto, en la última reunión de cancilleres de la OTAN celebrada en
Bruselas.
Szijjarto añadió que las autoridades de Budapest comprenden y respetan el
hecho de que otros Estados miembros de la Alianza piensen de manera diferente. Sin
embargo, Budapest prefiere distanciarse de la postura atlantista, que trata de reconvertir
a Rusia en el principal enemigo de Europa. Szijjarto recordó que su país
siempre había sido leal a sus aliados, contribuyendo a los para fortalecer el su
flanco oriental de la Alianza y apoyando la seguridad de los Estados
bálticos.
Por otra parte, Hungría solicitó el amparo de la OTAN a la hora de defender los derechos de la comunidad húngara de Ucrania, sistemática y gravemente violados por las autoridades de Kiev.
¿Y la desconcertante apuesta de Budapest por las vacunas COVID 19 fabricadas en Rusia y China? preguntaron los informadores. La contestación del ministro húngaro fue rápida y contundente: Ya es hora de que la campaña contra la vacuna no se rija por consideraciones de índole ideológica.
Lejos quedan los tiempos de la rebelión de Hungría de 1956, de la llegada
de los tanques soviéticos, de las señales de emergencia lanzadas por el hereje
reformista Imre Nagy, el comunista que dirigió el Gobierno revolucionario que
intentó, sin éxito, plantar cara a Nikita Jrushchov, el sucesor de Stalin.
Huelga decir que el constante alejamiento de Budapest de la postura archiortodoxa de los miembros de la Alianza difiere mucho de las tomas de posición de los países bálticos y escandinavos, poco propensos a minimizar o descartar el peligro que supone la maquinaria de guerra rusa.
El 11 de marzo, la Agencia Sueca de Inteligencia de Defensa (FOI), publicaba un voluminoso informe sobre la capacidad de defensa de Occidente en el Norte de Europa frente a la amenaza que representa Rusia. El principal problema militar (de Occidente) es que Rusia disfruta de una mayor disponibilidad de sus fuerzas armadas y puede lanzar un ataque rápido en el flanco oriental antes de que la OTAN tenga tiempo de reaccionar, señalan los suecos.
Rusia
está mejor preparada para una guerra a gran escala en el norte de Europa que
los estados miembros de la OTAN, constatan, evaluando
la capacidad militar de los estados que tienen una frontera terrestre o
marítima común con Rusia, o países dispuestos a hacer frente a una posible
amenaza, como Francia y Gran Bretaña, o el contingente europeo de tropas
estadounidenses, capaces de intervenir con suficiente rapidez en el teatro de
operaciones del norte de Europa.
El documento del FOI
analiza el nuevo rumbo de la política exterior estadounidense, que centra sus
esfuerzos en Asia. Si Washington cambia sus prioridades a largo plazo, los
aliados europeos deben asumir una mayor responsabilidad en la defensa colectiva,
manteniendo un nivel adecuado de preparación para el combate en todos los
entornos: terrestre, aéreo, naval, espacial y cibernético.
Aparentemente, el
argumento de la próxima contienda está servido. Una perspectiva ésta que no
todos los europeos consienten o desean. Hay cada vez más voces que disienten de
la óptica atlantista. ¿Una guerra con Rusia? ¿A quién le beneficia?
Occidente necesita
reconocer la importancia de Rusia, afirma el príncipe Michael
de Liechtenstein, economista, empresario, fundador y presidente de Geopolitical
Intelligence Services, consultora de relaciones internacionales con sede en Vaduz
(Liechtenstein). Para el príncipe, que pertenece a la vieja aristocracia
europea, Joe Biden no acertó al tildar a China de competidor serio y a
Rusia de oponente.
Varios temas sin resolver siguen
generando tensiones entre Occidente y Moscú. Entre ellos se encuentran la
anexión de la península de Crimea por parte de Rusia, la guerra hibrida en el
este de Ucrania y denuncias sobre las violaciones de derechos humanos. Sin
embargo, las transgresiones del lado chino son peores, señala Michael de Liechtenstein.
Beijing está cometiendo algo parecido a un genocidio contra los uigures (minoría
musulmana) en el oeste de China y está forzando brutalmente la asimilación de
los pobladores en el Tíbet. Está infringiendo la libertad y el estado de
derecho en Hong Kong, persiguiendo a los cristianos y pisoteando los derechos
civiles de sus ciudadanos.
Tanto Rusia como China desafían
a Estados Unidos en el ciberespacio y están acusados de intentar influir en las
elecciones estadounidenses, generalmente a través de la difusión de noticias
falsas.
Es difícil comprender
por qué Biden decidió atacar a Moscú. Hacerlo es probablemente un error geopolítico
significativo. Moscú ha comenzado a alinear algunas de sus estrategias con las
de Beijing, aunque no existe una alianza formal entre los dos. El Kremlin quiere
evitar una asociación directa con los chinos y, por lo tanto, ha tratado de
mejorar sus relaciones con otros países asiáticos, como Japón y Corea del Sur,
indicaba la pasada semana el presidente del GIS.
Rusia y Occidente
comparten algunos intereses comunes, como la lucha contra el islam radical, el desarrollo
del comercio mundial, la necesidad de obtener acceso a los recursos naturales,
recuerda Michael de Liechtenstein.
Por otra parte,
conviene recordar que Occidente sigue siendo el lugar donde residen los mayores
intereses geopolíticos de Moscú. Es necesaria una postura más abierta y
respetuosa, pero aún firme, hacia Rusia. Tal posición apoyaría la integridad
política y territorial de los vecinos de Moscú, pero también mostraría
moderación retórica y respeto por el régimen…
Decididamente, el economista,
politólogo, geoestratega y exponente de la vieja aristocracia europea no confía
en que a Vladimir Putin podría barrerle una revolución de colores.
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