Tras la
retirada parcial de las tropas
estadounidense estacionadas en Siria - si bien los asesores militares
abandonaron sus bases, Washington pretende mantener un reducido contingente
encargado de proteger los yacimientos petrolíferos de la zona, controlados por
Norteamérica desde hace ya algún tiempo – Rusia se ha convertido en la
principal potencia protectora del
régimen de Damasco. De hecho, el Kremlin no tardó en exigir al actual inquilino
de la Casa Blanca la rápida evacuación de los guardianes del oro negro sirio, sabiendo positivamente
que la solicitud tropezará con el contundente rechazo por parte de la
Administración Trump.
Los estrategas
rusos, ganadores de esta compleja partida de ajedrez que tiene por escenario el
territorio de un país otrora independiente, cuentan en este inacabable
conflicto con numerosos aliados y vasallos. Aliados circunstanciales y vasallos
permanentes: la guerra les une, las ideologías les separa. Es este el caso de los
dos principales protagonistas de la mal llamada guerra civil: Irán y Turquía.
Desde el estallido de la guerra, en marzo de 2011, Irán y Turquía han
estado en bandos opuestos; Teherán y Moscú desempeñando un papel fundamental en
la supervivencia del régimen de al Assad y Ankara instando a su derrocamiento y
apoyando la rebelión.
Si bien la decisión de Erdogan de invadir el territorio kurdo en Siria
llevó al presidente iraní, Hasán Rouhani, a condenar la ofensiva militar,
considerando que ésta aumentaría la inestabilidad regional, los máximos exponentes
del estamento militar de Teherán estiman que el operativo bélico de Ankara
podría redundar – a medio o largo plazo – en potenciales beneficios para los
intereses de su país.
Irán nos ha suministrado armamento y equipos desde el comienzo de la
guerra, recordaba Bashar al Assad en una reciente entrevista televisiva,
aludiendo a la ayuda militar, financiera y política recibida de la república
islámica.
Los estrategas iraníes no disimulan
su interés en expandir el radio de acción de su controvertida política internacional.
En ese contexto, la invasión turca les plantea serias dudas. Pero Teherán no
quiere arriesgar su relación con Ankara, que le permite eludir las sanciones económicas
estadounidenses y le brinda la oportunidad de seguir suministrando su gas natural
a los países europeos. La mejor opción consiste, pues, en…emular el ejemplo de
Turquía.
Paralelamente al operativo turco, Irán lanzó una ofensiva de gran
envergadura en las inmediaciones de la frontera con el país otomano. A la
infantería y los carros acorazados se sumaron unidades especializadas en la
lucha antiterrorista acantonadas en Siria, donde Irán tiene alrededor de 70.000
combatientes.
Nuestra Fuerza Basij cuenta con 42
brigadas y 138 batallones, confesaba el
general Hossein Hamedani, comandante del cuerpo expedicionario iraní, al
que se sumaron miles de voluntarios afganos y paquistaníes.
Los objetivos de la actual
ofensiva iraní: dejar constancia de su preparación ante los turcos y acallar
las protestas de la minoría kurda de Azerbaiyán, que condena la pasividad de
los muyahidín ante una posible campaña de limpieza
étnica llevada a cabo por las tropas de Erdogan.
Por último, aunque tal vez lo más
importante: el despliegue en la zona de las milicias sunitas apoyadas por
Turquía, que podrían limitar la maniobrabilidad de los iraníes. Junto al
ejército turco combaten algunos grupos salafistas-yihadistas, como Hay’at Tahrir ash-Sham, Jaish al-Islam o Suqour al-Sham. Estas milicias, derivadas del tronco de al-Qaeda,
perciben al Islam chiita como una herejía que conviene combatir.
También hay
otro factor que explica, aunque no justifica, la presencia iraní: se trata de
la dimensión étnico-nacional. Las aspiraciones nacionales de la minoría kurda
plantean un gran desafío a los cuatro países de la región que cuentan con
población kurda: Irán, Irak, Turquía y Siria. El precedente del territorio
autónomo kurdo en Siria resulta inaceptable para el establishment iraní, que aún recuerda el levantamiento que llevó a
la creación, en enero de 1946, de la República
de Mahabad.
A pesar de los intentos de Teherán de
apaciguar a su minoría kurda, estimada en unos ocho millones de personas, se
registraron numerosas protestas anti turcas en todo el país. Las manifestaciones llevaban un mensaje de
unidad con los kurdos de Siria: Rojava,
estamos contigo. (Rojava es el nombre del Kurdistán sirio). Los ayatolás
temen que el proyecto de un Gran
Kurdistán y los sentimientos de afinidad nacional entre kurdos podría dar
lugar a disturbios étnicos, que se sumarían a la oleada de protestas de sus
compatriotas iraníes que llevan ya algún tiempo desafiando a los ayatolas con
el slogan: Marcharos de Siria; pensad en
nosotros.
Como lo
señalábamos anteriormente, la ofensiva turca podría promover los intereses de
los gobernantes de Teherán. Con las unidades turcas en el noreste de Siria, una
presencia iraní en la zona podría considerarse legítima. A pesar de la
coordinación táctica entre Irán, Rusia y Turquía, el deseo de Ankara de
expandir su "zona de seguridad"podría ayudar a Irán a alcanzar el ansiado
corredor terrestre que ha estado tratando de establecer durante años desde la
frontera noroeste de Irán, pasando por Irak y el territorio sirio, hasta el
Mediterráneo.
El régimen
iraní confía en que la comunidad internacional centre su interés en la agresión
turca o la lucha contra el Estado Islámico para poder expandir su control sobre
la región, con el objetivo de alcanzar la frontera de su archienemigo: ¡Israel!
No hay comentarios:
Publicar un comentario