sábado, 11 de octubre de 2025

Expertos inexpertos y consultores todoterreno

 

El problema de este país es que hay muchos pueblos ocupando un territorio pequeño. Tenemos a los israelitas y los israelíes, los judíos y los hebreos… Por cierto ¿hay alguna diferencia entre ellos?

Trato de contestar con calma y aparente serenidad.

Y del otro lado tenemos a los cristianos musulmanes… ¿Verdad?

¡Tierra, trágame! Llevo años aquí, en Tierra Santa, lidiando con la argumentación de los dos bandos – árabes y judíos – y descubro – muy a mi pesar – que el consultor de Bruselas, que acaba de aterrizar en el aeropuerto de Tel Aviv, me revela la existencia de etnias y pueblos desconocidos, preguntándome, eso sí, si hay alguna diferencia entre ellos. Pero prefiero callarme. Callarme y reflexionar sobre la peculiaridad de los expertos comunitarios enviados para misiones relámpago a Tierra Santa para fomentar el diálogo entre las dos comunidades:  palestinos e israelíes. Y también me pregunto: ¿Será este el motivo – uno de los motivos – de la no inclusión de la UE de las negociaciones de paz israelí-palestinas?

Donald Trump integró en su equipo negociador a su yerno, Jared Kushner, judío ortodoxo que, al redactar en borrador de los Acuerdos Abraham, hizo caso omiso de los palestinos; del pueblo palestino. Aparentemente, no había encontrado ¡en las librerías norteamericanas! información suficiente sobre ese pueblo. Lo acompaña Tony Blair, exprimer ministro británico, condenado por ¡crímenes de guerra! en Malasia en 2011. Blair, primer político occidental que avaló las alegaciones de George Bush Jr. sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Iraq, aspira al cargo de virrey de Gaza o, en otras palabras, de presidente de la Junta de Paz propuesta por Washington, merced a su amistad que le une a la familia del actual inquilino de la Casa Blanca y, por supuesto, a su correligionario, el británico Keir Starmer.

Curiosamente, los palestinos no lo quieren. El fantasma de Blair les recuerda la época colonial, los años del mandato británico sobre Palestina, cuando la potencia administradora se dedicaba a fomentar los roces entre árabes y judíos. Recordaban los supervivientes de aquellos tiempos:  El conflicto intercomunitario empezó con los ingleses, en la década de los 30. La Administración colonial suministraba fusiles a un bando y bidones de gasolina al otro. Que se maten entre ellos, susurraban los oficiales de Su Graciosa Majestad. Y que no interfieran con la política de la Administración colonial…

Pero esos molestos detalles no figuran en la mayoría de los libros de Historia editados en Occidente, que se limitan a describir una colonización amable y… civilizadora. Pero no; el conflicto no empezó en 1948. Y para los árabes, los palestinos, sir Anthony Blair es el exponente de aquél poco agradable periodo histórico.

Mientras la mayoría de los rotativos europeos llevan estos días en las portadas rimbombantes titulares – Paz en Gaza, Victoria de Donald Trump, Una ventana de Paz – la evaluación de sus colegas orientales es mucho más moderada. La Paz ¿a qué precio?, ¿Cumplirá Israel sus promesas? ¿Volverán todos los rehenes? ¿Y los excarcelados? ¿Qué garantías de paz ofrece Israel? ¿Y los palestinos? ¿Desaparecerá Hamas?

En realidad, se trata de preguntas sin contestar. Por ahora, ningún político se ha atrevido a ofrecer respuestas claras. De momento, se nos incita a cantar loas al Presidente de los Estados Unidos, que se ha quedado ¡ay! sin su ansiado Premio Nobel de la Paz.

Nadie se atreve a comentar la estructura de la segunda fase del acuerdo, que contempla la reconstrucción de Gaza, su sistema de Gobierno, las depuraciones en el seno del movimiento integrista Hamas previstas o exigidas por Israel y las potencias occidentales.

Sin olvidar otro detalle importante: durante los últimos meses, Turquía y Qatar se han convertido en potencias regionales aliadas de Estados Unidos. El mapa geoestratégico del nuevo Oriente Medio está cambiando. Será más completo y complejo. Aviso a los analistas todoterreno cuyo reloj histórico sigue parado en una fecha fatídica: 1948. Y a los expertos bruselenses. 

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