¿Netanyahu o Gantz? ¿Gantz o
Netanyahu? Esta vez, el oráculo de Tel Aviv titubea a la hora de predecir el
futuro. Entrada en su recta final, la campaña para las elecciones generales israelíes
del próximo martes ofrece un panorama muy parecido al de las legislativas del pasado
mes de abril, que finalizó en empate entre los dos grandes bloques políticos: los
conservadores del Likud y la alianza Azul y Blanco, agrupación liderada por tres
generales retirados e integrada por laboristas, pacifistas y políticos
pertenecientes a la minoría árabe israelí.
¿Ha llegado la hora del cambio?
Hay quien vaticina un estrepitoso fracaso de los conservadores y quien se
limita a afirmar que Netanyahu… no ganará las elecciones. ¿La diferencia? En
Israel, los milagros son posibles. De hecho, el controvertido líder del Likud parece
propenso a asumir el papel de mago, sacando de su chistera electoral un sinfín
de amenazas fantasma que transmiten el mismo mensaje subliminal: Soy el único defensor de la integridad de la
tierra de Israel ¡votad por mí!
Durante un proceso electoral,
todos los subterfugios son buenos. Netanyahu volvió a recurrir a la muy
socorrida amenaza nuclear iraní, la carrera armamentista del movimiento radical
libanés Hezbollah, la necesidad de intervenir militarmente en la Franja de Gaza
o de anexionar el valle del Jordán. En el Estado judío, la estrategia del miedo
ha funcionado siempre. Sin embargo, en esta ocasión los israelíes están dudando:
¿se trata de nuevos trucos de magia o de las habituales artimañas del farsante
Benjamín?
Hace apenas una semana, Netanyahu
desveló la existencia de nuevas instalaciones iraníes para la fabricación de armas
nucleares situadas en Abadeh, al sur de Isfahan. El peligro, real o ficticio,
fue detectado a comienzos del verano. En julio, al notificar las autoridades
hebreas el descubrimiento a las instancias internacionales, los iraníes se
apresuraron en camuflar las instalaciones. Pero camuflar no significa
forzosamente desmantelar, afirma el Primer Ministro israelí. Caben, pues, dos
opciones: esperar la condena de la Agencia Internacional para la Energía
Nuclear (AIEA) o… proceder al bombardeo del sitio ultrasecreto. Eso sí, con el beneplácito
de la Casa Blanca.
Conviene señalar que estas
revelaciones se producen un año después de que Netanyahu denunciara, en un discurso
ante la ONU, la existencia de otro "deposito
nuclear secreto" ubicado en Turquzabad, cerca de Teherán, donde se almacenaba
material destinado al programa nuclear iraní.
Si bien Netanyahu no se atrevió a
oponerse abiertamente a la apertura de contactos entre la Administración
estadounidense y el régimen de la República Islámica de Irán, sugirió que, a su juicio, este no era el
momento de entablar conversaciones con Irán. Pero se curó en salud advirtiendo:
“Yo no soy quien para decidir cuándo y con quién debe reunirse el presidente de
los Estados Unidos”.
Sin embargo, el líder del Likud
mandó un mensaje a los “tiranos” del Teherán. “Nos consta que queréis destruir
las pruebas. Israel sabe qué estáis haciendo, cuándo lo estáis haciendo y dónde
lo estáis haciendo. Vuestra política está basada en mentiras, engaños y
violaciones”.
Otro frente abierto por el
longevo Primer Ministro israelí, que lleva ya más de 13 años en el cargo, es el
de la presencia militar iraní en el Líbano, donde expertos de Teherán están
asesorando al movimiento radical chiita Hezbollah en el proceso de producción y
conversión de misiles de precisión.
Según informes de la inteligencia
militar israelí, a partir de 2016 Irán y Hezbollah han centrado sus esfuerzos
en convertir los cohetes almacenados en los arsenales libaneses en misiles teledirigidos
de precisión. Para obtener esta conversión, Hezbollah creó instalaciones cerca de
Nabi Chit, en el valle de Bekaá, contando con el apoyo financiero y logístico de Teherán.
Dicho proyecto está supervisado por el jefe de la llamada Fuerza Al Quds,
Muhammad Hussein-Zada Hejazi.
Actualmente, Israel está
barajando dos opciones: la condena diplomática en Naciones Unidas o… la
intervención militar.
Otra promesa que levantó ampollas
no sólo en el mundo árabe, sino también en las Cancillerías occidentales, fue
el proyecto de anexión de los bloques de asentamientos judíos de Cisjordania,
situados en la zona bajo control mixto israelo-palestino. Por si fuera poco,
Netanyahu volvió a la carga 48 horas más tarde, anunciando también la posible ocupación
del “estratégico” valle del Jordán, una zona tampón de 2.400 kilómetros
cuadrados en la frontera con Jordania, que representa alrededor del 30 por
ciento de la extensión de Cisjordania.
Por muy descabellado que ello parezca,
el proyecto del Primer Ministro hebreo contaría con el visto bueno de la Casa Blanca. En efecto, el cacareado plan de paz
estadounidense contempla la posible anexión por parte de Israel de más
territorios en Cisjordania.
Pero hay más: el líder del Likud
amenazó también con desencadenar un operativo bélico contra la Franja de Gaza,
convertida en base de lanzamiento de misiles de los radicales de Hamas. La
proliferación de los ataques contra objetivos civiles israelíes justificaría –
según Netanyahu – una operación de castigo.
La coalición de centroizquierda
acusa al actual Primer Ministro de llevar a cabo una vacua política de… “anexión
de votos”. Pero qué duda cabe de que algunos de los peligros son reales: guerra
con Irán, enfrentamiento con Hezbollah, revocación de los Acuerdos de Oslo...
Con esas perspectivas, muy poco halagüeñas,
los israelíes irán a las urnas dentro de unas horas.
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