¿Qué sucede en Cataluña? Hace más de dos lustros, durante un viaje
relámpago a Rumanía, un catedrático de ciencias políticas de la Universidad de
Bucarest me formuló esa inesperada pregunta. ¿Qué sucede en Cataluña? Tuve que explicarle el funcionamiento del
sistema autonómico español, sus pros y sus contras, sus ventajas y sus
inconvenientes. ¿Más ventajas que inconvenientes?,
preguntó. Quise averiguar los motivos de su innegable preocupación. Aquí en Rumanía tenemos un distrito – el país
Székely – cuyos gobernantes se han propuesto seguir el ejemplo catalán. Pero…
poco sabemos de lo que sucede en España y menos aún de la ideología del
nacionalismo catalán. La conversación, muy útil y enriquecedora, duró
varias horas. Al final, marché persuadido que mis anfitriones rumanos tenían que
afrontar un grave problema: el renacer del nacionalismo de los años 30. Un auténtico
quebradero de cabeza para un país que cuenta, al menos oficialmente, con… ¡62
minorías étnicas!
La minoría de origen magiar es la
más importante. El país Székely, situado
en el corazón de los Cárpatos, cuenta con un millón y medio de habitantes. Los
distritos de Harghita, Covasna y Mures, antiguos condados pertenecientes hasta
finales de la Primera Guerra Mundial a la Transilvania de los Habsburgo,
pasaron a formar parte de Rumanía en 1920, tras la firma del Acuerdo de
Trianon. Tanto la minoría húngara como
la alemana conservaron sus prerrogativas. Después de 1952, el Gobierno
comunista optó por emular el ejemplo soviético, creando una Región Autónoma Húngara.
Hubo que renunciar a este extravagante experimento hacia finales de la década de
los 60. Los húngaros de Rumanía nada tenían que ver con los pobladores de las
repúblicas soviéticas del Cáucaso.
Tras la caída del comunismo, los
húngaros de Transilvania recuperaron sus señas de identidad. Más con la
creación de los partidos políticos étnicos
surgieron los problemas. La Unión Democrática de los Húngaros de Rumanía,
partido bisagra capaz de formar parte de coaliciones de derechas o de izquierdas
en el Parlamento de Bucarest, apuesta por el reformismo; los movimientos más
radicales – el Partido Cívico o el Partido Popular Magiar – prefieren hablar de
la… desobediencia. Su radicalismo está fomentado
por la derecha de Budapest. Detalle interesante: hace ya tiempo que los
nacionalistas húngaros penetran en Rumanía a caballo, vistiendo uniforme de húsares
y enarbolando la bandera de la Gran Hungría.
Curiosamente, las protestas de las autoridades rumanas pasan casi
inadvertidas. Mas cuando se trata de la actuación, poco diplomática, por no
decir, agresiva, de los políticos de Budapest.
El Primer Ministro húngaro,
Viktor Orbán, invitado de honor de la Universidad de Verano del país Széleky, criticó duramente este fin de
semana la celebración del Centenario de la Gran Unión de los Principados
rumanos minimizando la importancia del evento. Para nosotros, dijo Orbán, esa
celebración nada tiene de festivo. Rumanía ingresó en la edad moderna hace cien
años, pero es incapaz de solucionar el problema del millón de húngaros que
viven aquí… Cuando toda Europa estará sometida al Islam, los székely, que
llevan más de mil años en esta tierra, seguirán preservando su identidad”.
Ni que decir tiene que la poco diplomática
bofetada conmovió al establishment político rumano, acostumbrado, eso sí, a las
salidas de tono de Orbán. Pero lo que de verdad molestó a los políticos rumanos
fue la llamada de Orbán a mejorar las relaciones con Moscú, alegando que Rusia no suponía ningún peligro para la
Unión Europea. Pura herejía en el suelo de un país (comunitario) que se
considera uno de los más fieles miembros de la Alianza Atlántica e incondicional
aliado de… ¡los Estados Unidos!
Volviendo a la tentación secesionista
de los székel, conviene señalar que
los partidos étnicos, crecidos por el apoyo de los nacionalistas húngaros,
enviaron a finales de febrero una petición al Parlamento Europeo, solicitando que
se les reconozca su… derecho a la autodeterminación. La respuesta de Bruselas
no tardó en llegar: el artículo 1 de la Constitución rumana define el país como soberano, independiente, unitario e indivisible. Por consiguiente, cualquier
autonomía territorial basada en principios étnicos sería inconstitucional.
A
buen entendedor…
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