El Presidente de los Estados Unidos, Barack Hussein
Obama, sorprendió a propios y extraños al afirmar ante la Asamblea General de
las Naciones Unidas que “…este es el
mejor momento de la historia humana”. El mejor momento para nacer, recalcó el
actual inquilino de la Casa Blanca, en un acalorado discurso en el que defendió
el papel de los Estados Unidos, potencia que promueve “la paz y la estabilidad”
a nivel planetario.
¿Paz y estabilidad? Si algo se parece a una guerra,
es el gigantesco operativo “pacificador” del Nobel Barack Obama. Los ataques
aéreos contra los radicales del Estado Islámico, llevados a cabo con el apoyo
de Arabia Saudita, Emiratos Unidos, Jordania y Bahréin, requieren una
intervención terrestre. Curiosamente, ningún país occidental parece dispuesto a
mandar tropas a la zona. ¿Serán los gobernantes árabes los artífices de la
victoria final contra el EI, los verdugos de esos desalmados terroristas? No hay que olvidar que algunos regímenes
“prooccidentales” de la región avalaron la creación de agrupaciones radicales
islámicas – Al Qaeda, Estado Islámico, el Frente Al Nusra – financiando,
entrenando y armando a los rebeldes. La
vocación de Arabia Saudita no es de combatir el Islam, sino de velar por su
expansión en el mundo.
Si algo se parece a una guerra, es la inestabilidad
de Oriente Medio. A la crisis política de Irak, fomentada por los partidarios
del enfrentamiento entre chiitas y sunitas, se suma la guerra civil de Siria,
desencadenada por quienes deseaban acabar con el régimen autoritario de Bashar
el Assad. Mas la primavera árabe no
pudo con el hombre fuerte de Damasco. Quedaba, pues, el viejo y socorrido
recurso de la desestabilización. En ese contexto, las víctimas civiles, decenas
de miles de víctimas, figuran en el apartado de los daños colaterales, eufemismo ideado por los estrategas militares
para no emplear la palabra muertos.
Si algo se parece a una guerra, es el interminable
enfrentamiento entre israelíes y palestinos, un conflicto en el cual los
Estados Unidos actúan como juez y parte. En efecto, ninguna Administración
norteamericana se atrevió a plantar cara a Israel, ninguna se pronunció
abiertamente a favor del derecho de autodeterminación del pueblo palestino. Durante
la última ofensiva israelí contra la Franja de Gaza, la postura sumamente cauta de Obama provocó la ira de algunos
Gobiernos árabes, que acostumbran defender a los “hermanos palestinos” con
palabras, palabras y más palabras.
Si algo se parece a una guerra, son los operativos
bélicos llevados a cabo en los últimos tres lustros en Afganistán, feudo y
refugio de Osama Bin Laden, Paquistán, donde los ataques con drones causaron la
muerte de 4.000 personas, Yemen o Libia. De hecho, la desaparición de Moamar
Al Gadafi no dio paso a la democracia. Al contrario, el
país africano vuelve al tribalismo reinante durante la época de la monarquía.
Si algo se parece a una guerra, es la caótica situación
generada en Ucrania tras el golpe de palacio que acabo con la presidencia de
Víctor Yanukóvich, el político que se negó a firmar el acuerdo de asociación
con la Unión Europea. De hecho, Berlín y Washington parecían muy interesados en
que ello suceda. En el caso de la Canciller Merkel, para recuperar una antigua
zona de influencia germana en Europa oriental; en el de la Administración
Obama, para estrechar el cerco contra Rusia. La insistencia de Moscú en no
abandonar su ya de por sí limitada esfera de influencia (sus antiguos aliados
del Pacto de Varsovia pertenecen hoy en día a la Alianza Atlántica), fue interpretada como una declaración de
guerra por la Casa Blanca, el Pentágono y la OTAN. Una guerra tibia, que desembocó
en la adopción en una serie de sanciones contra Rusia. ¡Ay! Otro error de
cálculo: la reacción de los rusos, sean
estos partidarios o detractores de Vladimir Putin, ha sido diametralmente
opuesta a las previsiones de Occidente. No,
Rusia no deja de ser una gran potencia.
Una gran potencia que, según las palabras de Barack
Obama ante la Asamblea General de las Naciones Unidas es, después de la
mortífera epidemia de ébola, la… segunda mayor amenaza de la escena mundial. El
Estado Islámico ocupa el tercer lugar en la lista. Pero nadie habla, al menos de
momento, de una coalición para bombardear a Rusia. De momento…
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