sábado, 24 de diciembre de 2022

El Mossad advierte: Irán podría intensificar la venta de armas a Rusia


El conflicto de Ucrania nos ha acostumbrado a recibir cuantiosa información sobre el suministro de armas a las autoridades de Kiev procedente de la Casa Blanca, el Pentágono, la Unión Europea o los socios de la Alianza Atlántica. En cuanto a Rusia se refiere, había que limitarse a las filtraciones de los servicios de inteligencia británicos y estadounidenses, únicas fuentes autorizadas para informar a los ciudadanos del Mundo Libre. ¿Ventaja o desventaja? Usted lo habrá comprobado, estimado lector.

A las mal llamadas fuentes de información autorizadas que nos deleitan con sus inacabables hilos de noticias se ha sumado en las últimas horas otro heraldo autorizado: el Mossad o, si se prefiere, el todopoderoso servicio de espionaje israelí.

El Mossad siempre ha pecado por su discreción. Nadie podía imaginar que su actual director, David Barnea, iba a protagonizar una rueda de prensa y, menos aún, que su foto – la foto del personaje más misterioso de la jerarquía estatal israelí – iba a publicarse en los periódicos de Tel Aviv y Nueva York.

Pero las cosas cambian: David Barnea apareció el pasado jueves ayer ante las cámaras de televisión para hablarnos sin tapujos del armamento de última generación entregado por la República Islámica de Irán a la beligerante Rusia. El jefe del Mossad manifestó que el Estado Judío dispone de informes de inteligencia relativos a los planes de Teherán de ampliar y diversificar los envíos de tecnología militar sofisticada a Rusia. Y puntualizó: se trata de armas destinadas a la guerra de Ucrania, información que Israel había compartido con sus aliados. Aunque fuentes militares hebreas aseguran que Irán podría suministrar misiles balísticos a Rusia, Barnea se negó a facilitar detalles sobre los envíos.

El gobierno de Teherán admitió haber enviado drones a Rusia, pero hizo hincapié en el hecho de que los suministros se hicieron antes del inicio del operativo bélico de Ucrania. Sin embargo, las altas instancias estadounidenses tienen constancia de transferencias más recientes.

El director del Mossad confirma la versión de Washington: los informes de los agentes hebreos revelan que se enviaron drones después de que comenzó la guerra. Hemos arrojado luz con respecto a la fecha en que Irán suministró las armas a Rusia, independientemente de las mentiras iraníes al respecto, manifestó el jefe del espionaje israelí.

Teherán y Moscú no comentaron las revelaciones de Barnea. Detalle interesante: pocas horas después de la rueda de prensa del jefe del Mossad, el presidente ruso, Vladimir Putin, llamó al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, para felicitarlo por la formación de su nuevo gobierno. Según la oficina del portavoz del primer ministro de Israel, los dos estadistas abordaron el tema de… Ucrania.

Conviene señalar que, en las últimas semanas, Israel fue muy cauteloso al sopesar los envíos de armas iraníes a Rusia. De hecho, procuró eludir el tema para evitar tensiones con Moscú. ¿La contrapartida? El permiso tácito del Kremlin de actuar contra la inquietante presencia iraní en Siria.

Los funcionarios israelíes esperan utilizar el nuevo enfoque estratégico relativo a la cooperación militar entre Irán y Rusia para aumentar la presión internacional sobre Teherán. Recordemos que Tel Aviv no descarta la posibilidad de una intervención armada contra las instalaciones nucleares del país de los ayatolas. Hasta ahora, Israel tropezaba con el veto de Washington. Pero sí: las cosas cambian…

viernes, 9 de diciembre de 2022

Balcaniadas VI - Schengen: Rumanía y Bulgaria tendrán que esperar

 

Sabemos que la fiera tiene intención de apoderarse de la zona; no lo permitiremos. Esta frase, un tanto ambigua, no la encontramos en un tratado de cinegética, sino en las actas de una reunión internacional. Conviene puntualizar: la fiera es Rusia y la solemne y agresiva advertencia aparece en un discurso pronunciado por un ministro de Asuntos Exteriores en la reciente cumbre encuentro de la Alianza Atlántica celebrada en Bucarest. ¿La zona? Se trata, como podrá imaginar, estimado lector, de los Balcanes occidentales, una región descuidada hasta ahora por los eurócratas de Bruselas, pero cortejada por la plana mayor de la OTAN. De hecho, la mayoría de los Estados balcánicos invitados al aquelarre de la capital rumana se han integrado en la Alianza. Serbia, la oveja negra de los Balcanes, no tiene interés alguno de sentarse en la mesa con los atlantistas: el recuerdo de los bombardeos de la década de los 90 sigue vivo. Sin embargo…

Hace unos días, las autoridades de Belgrado estuvieron presentes en la cumbre auspiciada en Tirana por la UE, en la que las primeras espadas del club de Bruselas trataron de convencer a los seis candidatos a la adhesión – Albania, Bosnia, Kosovo, Macedonia del Norte, Montenegro y Serbia - que no se les había olvidado o ninguneado, que el porvenir de la futura generación de europeos será más seguro con la presencia de los Balcanes en la Unión.  Pero el mensaje cayó en saco roto: los balcánicos desconfían de las promesas, de los bellos discursos de los eurócratas. La pregunta que se plantean es muy sencilla: ¿Por qué nos quieren dentro de la UE? ¿Para que la región no caiga en las manos de los rusos o los chinos? Los subsidios comunitarios no solucionan nuestros problemas…  La experiencia de sus vecinos más afortunados – Bulgaria y Rumania – justifica plenamente su desconfianza. Las promesas no van de par con las exigencias de Bruselas.

El proceso de ampliación de la Unión Europea, acelerado tras la atomización y el desmantelamiento de la URSS, hizo caso omiso de los requisitos básicos aplicables a los nuevos candidatos. Algunos, como, por ejemplo, Polonia y Hungría, tuvieron la suerte de sortear los obstáculos ideados por los eurotecnócratas. Otros, menos afortunados, se sienten humillados y ofendidos por la altanería o la mala fe de quienes pueden permitirse el lujo de inventar nuevas y absurdas trabas. Este ha sido el caso de los tres candidatos al ingreso en el espacio Schengen – Croacia, Bulgaria y Rumania – cuya accidentada adhesión a la zona de libre circulación ha provocado un tsunami en las capitales comunitarias.

Croacia, antigua aliada del régimen hitleriano durante la Segunda Guerra Mundial, no tropezó con las reticencias de los ministros de Interior de la UE a la hora de avalar su solicitud de ingreso.

Rumanía y Bulgaria, que llevan once años esperando la bendición de sus colegas, se encontraron nuevamente con el portazo de los centroeuropeos. En este caso concreto, el niet o, mejor dicho, el nein, procede del ministro austriaco de Interior, Gerhard Karner, al que se le sumó a última hora su homologo holandés.

Curiosamente, los holandeses, que vetaron durante años la integración de Rumanía en Schengen, temiendo la competencia del puerto de mercancías Constantza a las estructuras de Rotterdam, trataron de corregir los tiros, achacando a Bulgaria supuestas violaciones de los derechos humanos por la policía de fronteras. Las acusaciones, formuladas después de la publicación de un informe comunitario que señala que ambos países – Bulgaria y Rumanía – cumplen todos los requisitos para la adhesión a Schengen, sorprendió a la élite de la UE. Más aún, teniendo en cuenta la corrupción denunciada en reiteradas ocasiones por la clase política búlgara, empeñada en erradicar esta lacra.

Igual de rocambolesca pareció la acusación formulada por el ministro austriaco de Interior, Gerhard Karner, contra Rumanía. Karner afirmó que las autoridades de Bucarest no controlan las fronteras, convertidas en un auténtico coladero para la emigración ilegal procedente de Oriente Medio. Sabido es que la emigración generada por el efecto llamada de la excanciller Merkel no tuvo repercusión alguna en Rumanía, país que los emigrantes procuraban evitar por ser demasiado… pobre.

Lo que parece olvidar – voluntaria o involuntariamente - el titular de Interior austriaco, es que su país había aprovechado al máximo los recursos naturales de Rumania, que se había convertido en uno de los mayores suministradores de gas natural del Mar Negro. Viena logró monopolizar gran parte de las exportaciones rumanas, imponiendo sus condiciones a las autoridades de Bucarest.

Unos años antes, la empresa austriaca Holzindustrie Schweighofer, que controlaba el sector maderero de Rumanía, fue acusada por las organizaciones ecologistas de llevar a cabo la desforestación sistemática del país. De hecho, la masa forestal de Rumanía pasó de 8,5 millones de hectáreas de bosque a unos 6,3 millones. La madera enviada a Austria servía para la fabricación de muebles de alta gama. Según la Agencia de Investigación Medioambiental Europea (EIA), la tasa de desforestación de Rumanía es la más alta de Europa. La última razzia austriaca, que culminó con la tala de varios centenares de hectáreas de bosque, sirvió para un objetivo más… noble: el abastecimiento con madera para chimenea del mercado centroeuropeo.

Detalle insólito: el consejero delegado de Holzindustrie Schweighofer fue galardonado por sus buenos y leales servicios por el presidente rumano, Klaus Iohannis, antiguo alcalde de Sibiu y presidente, durante más de una década, del Foro Democrático de los Alemanes en Rumania, agrupación de la etnia germana de Transilvania.

La reacción de los rumanos al nein de los austriacos fue instantánea: políticos y empresarios exigieron la cancelación de las cuentas en los dos bancos austriacos que operan en el país: el Raiffeisen y el Erste, La retirada de fondos empezó a materializarse pocas horas después del portazo de Bruselas. ¿Un mero preludio? 

Y pensar que a los rumanos (y los búlgaros) la fiera les queda mucho más cerca que a sus vecinos del sur. Y también, que a los balcánicos no les acaba de convencer la idea de convertirse en… socios de segunda categoría del cada vez menos armónico club de Bruselas.

viernes, 2 de diciembre de 2022

Turquía: la "guerra hibrida" de la Casa Blanca

 

La alarma saltó el 14 de noviembre, escasas horas después del atentado perpetrado en la céntrica calle Istiklal de Estambul por una mujer kurda procedente de Siria. La acción terrorista dejó seis muertos y más de ochenta heridos. Nada nuevo bajo el sol, aseveraron los analistas políticos de la antigua capital otomana. Turquía se había acostumbrado a los ciclos de violencia provocados por el constante enfrentamiento con los grupúsculos paramilitares kurdos, tachados de marxistas a sueldo de Moscú o de Alemania del Este en los años 70 y 80 del siglo pasado. Después de la desintegración de la URSS y la caída del Muro de Berlín, los kurdos se quedaron sin padrinos, aunque no sin armas.

El ministro turco del Interior, Suleyman Soylu, sorprendió a los diplomáticos extranjeros al rechazar, abierta y públicamente, las condolencias de la Embajada estadounidense. Sabemos dónde se coordinó el ataque. Hemos recibido el mensaje que nos han enviado. No aceptamos las condolencias de la Embajada, manifestó el titular de Interior, quien había criticado la postura de Estados Unidos frente al acto terrorista, pero sin revelar el verdadero motivo del descontento de Ankara.

¿Cuál era el contenido oculto del mensaje al que se refería Soylu? Pese a los múltiples y constantes roces con Washington, Turquía había adoptado una postura pro occidental en el conflicto de Ucrania. Al envío de los drones Bayraktar TB2, suministrados al ejército de Kiev, se suma la presencia – aún no confirmada – de misiles de medio alcance fabricados por la industria armamentística turca. Aparentemente, este escabroso detalle no entorpece las bunas relaciones con Moscú. Turquía es un buen cliente de Rusia. A las importaciones que van viento en popa, se suma otro atractivo: desde la introducción de las sanciones occidentales, los aeropuertos de Anatolia se han convertido en la única puerta de salida para los viajeros rusos.

Comercio, turismo, cooperación en materia de defensa, suministro de tecnología nuclear… Decididamente, el laxismo de las autoridades de Ankara no es del agrado de Washington. Después de todo, Turquía es uno de los miembros fundadores de la OTAN; uno de los baluartes de la Alianza Atlántica, que coquetea descaradamente con Rusia y con Irán, acérrimos enemigos de Occidente. ¡Incomprensible! ¡Intolerable!

¿Incomprensible? Olvidan los detractores de Erdogan que, en el verano de 2016, cuando se gestó la intentona golpista contra el presidente turco, los servicios de inteligencia occidentales permanecieron mudos. Curiosamente, los únicos que le advirtieron al sultán - presidente sobre el peligro inminente fueron los agentes de la KGB destinados en Ankara. Obviamente, el sultán puede ser cruel, aunque también… agradecido. La gratitud al Kremlin produjo un hondo malestar en la Casa Blanca. El entonces presidente Obama y su mano derecha, Joe Biden, trataron de recomponer los platos rotos. ¿La culpa? La culpa no es de nadie; es de todos. Así lo comprendió, en su momento, Recep Tayyip Erdogan.

Los Estados Unidos están llevando a cabo una guerra hibrida contra Turquía e Irán, afirmaba la pasada semana la prensa moscovita proclive al Kremlin, que no debería llegar a manos del lector occidental. ¿Los motivos?

Muy sencillo: algunos rotativos rusos aseguran que Estados Unidos participaron en la orquestación del reciente ataque terrorista de Estambul e incitaron a los servicios secretos de Kiev a sabotear, por segunda vez en menos un año, el gasoducto TurkStream, que suministra gas natural ruso no sólo a Turquía, sino también a Europa del Este y región balcánica. El intento de sabotaje se produjo poco después de la propuesta de Vladímir Putin de convertir a Turquía en centro para la distribución del gas ruso a Europa.

¿Se trata de castigar a Erdogan por su empeño en buscar un equilibrio entre sus compromisos con la OTAN y el deseo de cooperar con los BRIC y con la Organización de Cooperación de Shanghái, de su voluntad de llevar a cabo una política asiática independiente?

El periodista y politólogo turco Onur Sinan Guzaltan, autor de varios libros sobre la geopolítica del Mediterráneo y el Mundo Árabe, estima que Estados Unidos no tiene interés alguno de contar con países fuertes en la región, recordando que Washington intervino en Yugoslavia, Irak, Siria e Irán. Según él, Norteamérica dividió Irak y tratará de emular el ejemplo en Siria y de desestabilizar a Irán.

¿Y Turquía? Turquía trata de hacer frente a la ofensiva de Washington, lo que explica sus dificultosas relaciones con la Casa Blanca. Pero de ahí hasta vaticinar una aparatosa salida de Ankara de la OTAN hay un abismo. O… tal vez no.