martes, 27 de septiembre de 2022

Balcaniadas I

 

El embajador de los Estados Unidos en Belgrado, Christopher Hill, es incapaz de disimular su malestar. Aparentemente, el gobierno serbio dio un paso en la mala dirección sin consultar con la representación diplomática estadounidense en la capital balcánica. En efecto, Serbia firmó un acuerdo con la Federación Rusa durante la estancia de su ministro de asuntos exteriores en Nueva York, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde coincidió con su colega ruso, Serguéi Lavrov. Nos cuesta entenderlo, afirma Hill, que no duda en recordar a sus indóciles anfitriones que no se debe firmar nada con Rusia en estos momentos.

Huelga decir que el tratado no se ha hecho público; la ira del representante estadounidense se debe a una mera filtración. La indiscreción de un funcionario de alto rango, quien confesó que las consultas llevadas a cabo con los emisarios de Moscú sobre cuestiones políticas fueron particularmente buenas y fructíferas, desembocando en la firma del misterioso acuerdo bilateral.

El jefe de la misión diplomática estadounidense en Serbia es un buen conocedor de la región. Participó en la firma de los Acuerdos de Dyton, que pusieron fin a la guerra de los Balcanes, fue uno de los artífices de la creación del Estado-protectorado atlantista de Kosovo, actuó de representante de la Casa Blanca en Macedonia del Norte. Recientemente, tuvo que asumir el papel de mediador entre Belgrado y Pristina, tratando de apagar el incendio provocado por el gobierno kosovar, que desencadenó una campaña xenófoba contra la minoría serbia residente en el país. Tras la movilización de las tropas de Belgrado en la frontera con Kosovo, que las autoridades de la ex Yugoslavia siguen considerando una república secesionista, Hill apagó el amago de incendio a golpe de llamadas telefónicas. La administración kosovar conoce y, al perecer, venera al amigo americano.

El diálogo con los serbios resulta, en cambio, más difícil. Prueba de ello es el discurso, algo airado, de Christopher Hill.  En este momento, nadie debería estar firmando nada con Rusia, aparte de los pobres reclutas (rusos) que se ven obligados a hacerlo, afirma Hill, quien no tarda en añadir: Estados Unidos espera que Serbia sea consciente de la problemática general. Nosotros apoyamos vuestra decisión de realizar un acercamiento a la Unión Europea.

Esperamos que Serbia diversifique sus fuentes de suministro energético y reduzca su dependencia de Rusia, basada en gran medida en el chantaje y la presión.

Queremos entender en qué se fundamentan las relaciones entre Serbia y Rusia.

¿Sorprendente? En absoluto; no es esta la primera llamada de atención de Washington y sus aliados europeos a las autoridades de Belgrado. Hace apenas unas semanas, el presidente Alexander Vucic, desveló la existencia de varios mensajes con idéntico contenido procedentes de las capitales comunitarias. Serbia tiene que decidir si apoya a las democracias occidentales o si se pone al lado de Putin.

Serbia defenderá siempre los intereses de Serbia, contestó Vucic.

La reacción de la calle fue mucho más airada. Prueba de ello, los comentarios publicados de las redes sociales: ¿Quiénes bombardearon Belgrado en los años 90? ¿Putin o la OTAN? Ahora nos piden que seamos sus aliados.

¡Ay! La indeleble memoria de los pueblos…

domingo, 18 de septiembre de 2022

Historias de Samarcanda


No, las calles de Samarcanda no están desiertas. Es cierto que la fastuosa capital del imperio de Gengis Kan – el Gran Mongol - ha perdido el esplendor de antaño. Aun así, la lúgubre imagen ofrecida por las cadenas de televisión estadounidenses enviadas a la milenaria ciudad uzbeca para cubrir la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), no corresponde a la realidad.

Tampoco reflejan la realidad los algo precipitados comentarios del Secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, que apuntaban hacia un aislamiento político de Rusia tras los encuentros de Vladimir Putin con su homólogo chino, Xi Jinping, o con el primer ministro hindú, Narendra Modi, ambos partidarios de hallar una solución rápida al conflicto de Ucrania.

Xi expresó sus dudas sobre la oportunidad de la contienda. Sin embargo, acabó apoyando la postura de su gran y querido amigo Putin tras oír las alegaciones del dueño del Kremlin. Por su parte, Modi reiteró su rechazo al conflicto entre países eslavos con una sibilina frase: ahora no es momento para la guerra. Dos posturas criticas o tal vez titubeantes interpretadas por Blinken como muestras del aislamiento de Putin.

La siempre activa maquinaria de propaganda anglosajona no dudó en convertir la OSC – alternativa al orden mundial capitaneado por los Estados Unidos (según sus promotores), en alianza concebida para desafiar a los Estado Unidos (versión atlantista).

Pero la OSC, foro creado en Pekín en el verano de 2001, no es la OTAN asiática, como pretenden algunos, sino una alianza controlada por las dos superpotencias – China y Rusia – a la pertenecen actualmente las antiguas repúblicas soviéticas del Cáucaso: Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán.

La presencia en Samarcanda de representantes de las potencias regionales – Irán y Turquía – irrita sobremanera al establishment norteamericano. Con razón; la república islámica de Irán se sumará a la agrupación a partir de 2023. Otros países barajan esta alternativa: Turquía y Bielorrusia, que podrían solicitar su ingreso en la Organización en la próxima reunión ministerial.

Durante el encuentro de los jefes de Estado de la OSC celebrado esta semana, Paquistán trató de negociar la compra masiva de gas natural ruso. Dicho y hecho: el gasoducto ruso-paquistaní transitaría por territorio chino.

Horas antes del inicio de la cumbre de Samarcanda, el presidente Biden llamó a su homólogo chino, Xi Jinping, para recordarle cuales serían los parámetros de una colaboración correcta entre Pekín y Moscú, aceptable para los Estados Unidos. No es la primera vez que el inquilino de la Casa Blanca trata de aleccionar al líder chino. La respuesta de Xi se ha limitado siempre a un educado y muy significativo silencio.   

Si para Vladímir Putin la cumbre de Samarcanda sirvió para superar los intentos de acorralamiento deseados por Washington, el líder chino pretendía aprovechar su estancia en Uzbekistán para impulsar los proyectos bilaterales o multilaterales de cooperación económica, tecnológica y militar elaborados en los últimos meses.

Rusia y China se habían comprometido en centrar sus relaciones bilaterales en los suministros de gas natural y petróleo, la ampliación de los intercambios comerciales o la adquisición de tecnología puntera china destinada a la obsoleta estructura industrial rusa. Para evitar las sanciones de Occidente, las empresas chinas – sobre todo, las multinacionales - han trasladado algunos de sus centros de investigación o producción a Rusia. La decisión molestó a Washington, aunque los estadounidenses suelen emplear los mismos procedimientos en las relaciones con terceros países.

Pero hay más: la semana pasada, el Ejército Popular Chino estuvo presente en las maniobras militares organizadas por Moscú en la región asiática de la Federación Rusa, en la que participaron alrededor de 50.000 efectivos procedentes de Rusia, India y otros países de Asia, aliados de Moscú. Otro quebradero de cabeza para los expertos del Departamento de Estado y el Pentágono. Con todos los esfuerzos desplegados para justificar la política de sanciones económicas destinada a aislar a Vladímir Putin…

De hecho, es preciso señalar que la política de Washington en el caso de Ucrania no cuenta con el apoyo de ¡un 87 por ciento de la población mundial! Es lo que se desprende de un artículo de opinión publicado en el último número del semanario Newsweek. Sus autores, David H. Rundell y Michael Gfoeller, altos cargos del Departamento de Estado y el Comando Central de las Fuerzas Armadas, advierten que el estallido de la Segunda Guerra Fría hizo que países que alguna vez fueron socios de los Estados Unidos o países no alineados se vuelvan cada vez más multi-alineados. De ahí el nerviosismo de Joe Biden y su afán por seducir a la clase política mundial.

Obviamente, la perspectiva de la creación de un nuevo bloque de países capitaneado por China y Rusia, que rechaza en globalismo y pretende promocionarse como una alternativa al orden mundial dominado por Occidente, preocupa a los poderes fácticos que rigen los destinos del Planeta. Si bien el espectro de la ansiada ruina de Rusia e, implícitamente, de un aparatoso fracaso del proyecto de unidad europea parecen desvanecerse, subiste el interrogante: ¿y en enfrentamiento con China? ¿Para cuándo la colisión?  

No, Samarcanda no e una ciudad fantasma.


jueves, 15 de septiembre de 2022

Y Úrsula cogió su bastón de mariscala


Hace apenas unas horas, las autoridades de Belgrado anunciaron la prohibición de la marcha paneuropea del Orgullo Gay, que debía haberse celebrado en la capital serbia el próximo fin de semana. Curiosamente, la noticia dio la vuelta al mundo. Curiosamente, puesto que nadie habló del multitudinario desfile de los nacionalistas serbios, que exigían el respeto a los valores tradicionales de la sociedad balcánica. ¿Simple casualidad?

Otro detalle que nos llamó la atención fue el apagón informativo decretado por los medios de comunicación occidentales a la reciente comparecencia televisiva del Presidente de Serbia, Alexander Vucic, quien informó a sus conciudadanos acerca de las presiones ejercidas por dos de los tenores de la UE, Emmanuel Macron y Olaf Scholtz, empeñados en que Belgrado, que había adoptado una postura neutral frente al conflicto de Ucrania, se decante por el bando de los buenos. Los buenos son, por supuesto los Estados Unidos y la UE, artífices de las sanciones contra el Kremlin. Una iniciativa a la que Serbia no se sumó; el Kremlin convirtió Belgrado en uno de los principales centros de distribución del gas natural ruso en los Balcanes. Además, Moscú firmó importantes contratos de defensa con Serbia, el país que celebra el paneslavismo, doctrina ideada por los vecinos búlgaros, apartados de su fe primitiva por una generación de políticos educados en universidades anglosajonas.

Alexander Vucic lo tenía claro: la UE promete, se desdice, amenaza y, sobre todo, exige. El diálogo con los candidatos balcánicos a la UE lleva años congelado. De vez en cuando, Bruselas pisa el acelerador de las consultas de adhesión, pero no duda en frenar en seco cuando se vislumbra un rayo de luz al final del túnel. Sin embargo…

Los datos del problema parecen haber cambiado en los últimos meses. Y no sólo a raíz de la guerra de Ucrania, conflicto que requiere una inquebrantable solidaridad por parte de los países comunitarios, sino también – y ante todo – por la aparición de inquietantes grietas en la fachada del edificio europeo. De hecho, comunitarios y extracomunitarios empiezan a poner en tela de juicio la validez de los argumentos esgrimidos por Bruselas.

Un reciente informe elaborado por la Carnegie Foundation señala que – además de Polonia y Hungría – habituales aguafiestas de los debates comunitarios – el malestar con la reciente política de la Comisión Europea se está trasladando a Bulgaria y Rumanía, países discriminados desde su ingreso en el club de los ricos.

¿Qué hacer? ¿Deshacerse de ellos, como lo recomienda el informe de Carnegie? ¿Tratar de contentarlos? Si a la hora de la verdad Bruselas no duda en contemplar la posibilidad de eliminar el derecho de veto, que ofrece a los rebeldes la posibilidad de disentir, las respuestas constructivas brillan por su ausencia. A veces hay que prometer. ¿Prometer para no cumplir?

El debate sobre el estado de la UE, celebrado esta semana, ha puesto de manifiesto la vacuidad de las promesas de Bruselas. La presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen, recibió a la primera dama d Ucrania, Olena Zelenska, vestida de azul y amarillo, los colores nacionales ucranianos. Al igual que las Comisarias europeas, que se sumaron a la folclórica acogida.

Von der Leyen se comprometió a hacer todo lo que estaba en su poder para acelerar la adhesión de Kiev a la Unión. En realidad, poco se puede hacer; las normas que rigen el proceso de adhesión son muy estrictas y las negociaciones suelen durar años. La promesa más interesante de Von der Leyen fue la oferta de llevar a Ucrania de forma permanente al área europea de itinerancia libre. Poco, teniendo en cuenta la generosísima oferta de las empresas de telecomunicaciones estadounidenses, que llevan meses cuidando al cliente de Kiev.  

Hubo un tiempo en que los presidentes de la Comisión Europea evitaban hablar de la futura ampliación del club por miedo a molestar a algunos Estados miembros, que preferían hablar de reformas… Ya no. El camino hacia el fortalecimiento de la democracia y el camino hacia nuestra unión son inseparables. Por eso quiero que la gente de los Balcanes Occidentales, de Ucrania, Moldavia y Georgia sepa: ustedes forman parte de nuestra familia, su futuro está en nuestra unión, que no estará completa sin su presencia, dijo Von der Leyen, entreabriendo nuevamente la puerta al proceso de ampliación.  

Los países de los Balcanes Occidentales iniciaron sus trámites de adhesión a la UE hace más de una década; sin embargo, fueron agrupados junto con Ucrania y Moldavia, a los que se les otorgó oficialmente el estatuto de candidatos este año.

Muchos Estados de Europa Central y Oriental nos han advertido durante años sobre los graves peligros de la Rusia de Putin, que nosotros rechazamos, tachándoles de histéricos y rusófobos, añadió la político alemana, reconociendo que dichos países no se habían equivocado.  

Donde sí se equivocó la UE fue a la hora de infravalorar el peligro que representa la paulatina presencia china en los Balcanes. Alguien tenía que llenar el vacío dejado por la UE. Y, ante la gran desesperación del amo transatlántico, este alguien era el competidor chino.

Tocaba, pues, a la Frau Doktor Von der Leyen coger su bastón de mariscala y ordenar:  Hay que acabar con esa anomalía, meine Herren.

En circunstancias normales, la respuesta lógica sería: Zu Befehl, Frau Doktor! 

jueves, 8 de septiembre de 2022

El camino de espinas de Recep Tayyip Erdogan

 

Lo que podía haber sido una marcha triunfal del islamismo turco hacia un radical cambio de sociedad, hacia la cancelación de la herencia y los vestigios del kemalismo, se está convirtiendo en un sinuoso camino de espinas para el presidente Erdogan.
Consciente de que los cambios estructurales contemplados por su agrupación política – el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) – tropezarán con fuertes reticencias por parte Occidente, aunque también, de un gran porcentaje de la población de su país, el sultán no dudó en dosificar su ofensiva ideológica. No se trataba de hacer borrón y cuenta nueva del legado de Mustafá Kemal Atatürk, el fundador del Estado moderno idolatrado por la mayoría de los habitantes de Anatolia, sino de introducir medidas aparentemente anodinas destinadas a transformar paulatinamente el tejido social de Turquía.
Mas los anodinos cambios desembocaron, en el verano de 2016, en una intentona de golpe de Estado. A Erdogan le salvó un soplo procedente de… los servicios de inteligencia rusos, lo únicos que se molestaron en advertirle sobre el peligro de la conjura. Las consecuencias de la intervención del Kremlin son harto conocidas: militares, policías, jueces, catedráticos y servidores públicos fueron arrestados, investigados, encarcelados o depurados. Pero, ¿en realidad hubo decenas de miles de culpables, de cómplices del golpe? ¿Quiénes fueron los cabecillas del movimiento sedicioso? Erdogan acusó al afamado predicador islámico, Fetullah Gülen, antiguo compañero de camino suyo, de haber urdido el complot. Gülen desmiente, por activas y los pasivas, estas acusaciones. En las capitales occidentales, planea la duda. ¿Fuimos nosotros? ¿Los… o los…? Como la transparencia no es el fuerte de las instituciones heredadas de los otomanos… Lo cierto es que Erdogan decidió vengarse de los oficiales turcos destinados al cuartel general de la OTAN; de allí surgieron algunas complicaciones políticas. ¿Intento de socavar el prestigio de la Alianza Atlántica? ¿Coartada para distanciarse de Occidente? La respuesta de Ankara es, invariablemente, la misma: Somos aliados fieles de la OTAN. Sin embargo, la compra de material militar de origen ruso levantó nuevas sospechas. ¿Cómo compaginar la instalación de sistemas de defensa enemigos con el sofisticado arsenal de misiles de fabricación estadounidense? Las quejas de los atlantistas empezaron a llover. Al igual que las advertencias, las inevitables sanciones del socio norteamericano. El distanciamiento – ficticio o real – coincidió con el incremento de las relaciones estratégicas y comerciales con la Federación Rusa.  Y, curiosamente, con el operativo bélico de Ucrania.
Erdogan siempre presumió de la capacidad de persuasión de Turquía, de la habilidad de su diplomacia a la hora de ofrecer sus buenos oficios como mediador en conflictos internacionales. En el caso concretos de Ucrania, los emisarios turcos lograron organizar varios encuentros entre dignatarios de Moscú y de Kiev. A mediados de esta semana, Ankara hizo correr la voz de que el desenlace del conflicto era inminente; el equipo de Erdogan estaba preparando la alfombra roja para la cumbre de los jefes de Estado. Poco tardó en llegar el mentís, el efecto de la jarra de agua fría.
La guerra sigue, al igual que las presiones ejercidas desde el primer momento por la Administración estadounidense, poco propensa a aceptar la zigzagueante postura del fiel aliado turco, que decidió no sumarse a las sanciones impuestas a Rusia. Erdogan optó por desempeñar el papel de líder de una potencia regional independiente y soberana. Ello implica, forzosamente, no aceptar las sacrosantas reglas dictadas por el Imperio.
Joe Biden no dudó en llamar a Erdogan. Sin embargo, fracasó en el intento de razonar al Gran Turco. No, Turquía no se sumará a las sanciones impuestas por Washington y Bruselas; Ankara tiene su propia política, sus prioridades. El inquilino de la Casa Blanca encargó a sus fieles escuderos transatlánticos, Charles Michel y Ursula von der Leyen, presidentes del Consejo y la Comisión Europea respectivamente, a proseguir la labor de zapa. Misión imposible para quienes trataron de persuadirle a Erdogan que, de momento, Turquía no podrá ocupar el ansiado lugar en el club cristiano de Bruselas. Tocó el turno de la OTAN. El noruego Stoltenberg se llevó a su vez la poco agradable sorpresa de tropezar con la negativa de Erdogan. Y también, con la advertencia: Ankara vetará el ingreso de Suecia y Finlandia, nidos de terroristas kurdos, en la Alianza. Este turco es más inflexible que los comunistas, manifestó uno de los asesores escandinavos del secretario general de loa OTAN.
Quedaba, pues, otra opción; la última. Advertir a los empresarios turcos que el comercio con Rusia, fomentado por Ankara, podría acarrear sanciones por parte del Tesoro estadounidense. El subsecretario de Hacienda, Adewale Adeyemo, advirtió por carta a las empresas e instituciones turcas que comercian con Rusia sobre el riesgo de seguir las pautas del Gobierno Erdogan. El mensaje fue publicado también por el rotativo Wall Street Journal. La respuesta de Ankara no tardó en llegar.
La carta (del Tesoro de EE. UU.) enviada a los círculos empresariales turcos no debería causar ansiedad. Nuestros empresarios deberían sentir que el poder del Estado los acompaña, manifestó el Ministro de Finanzas turco, Nurettin Nebati, quien añadió: Estamos decididos a desarrollar nuestras relaciones económicas y comerciales con nuestros vecinos (rusos) en varios sectores.
Según las estadísticas oficiales, entre los meses de mayo a julio de este año las exportaciones de Turquía a Rusia aumentaron casi un 50% en comparación con el mismo período de 2021.
Más aun; Ankara anunció también que pagará los suministros de gas ruso parcialmente en rublos y potenciará la introducción del nuevo sistema de pago Mir - equivalente y competidor del SWIFT- a Turquía. 
Comentando la interrupción del flujo de gas natural ruso a Europa en represalia por las sanciones impuestas por Occidente, Erdogan afirmó que Europa está cosechando lo que sembró. Más claro, imposible. Para los eurócratas de Bruselas, el sultán se había convertido en un agente del Kremlin. Sin embargo…
En clave europea, el presidente turco tendrá que decidir si da luz verde al anunciado enfrentamiento bélico con Grecia, ideado ante todo para reavivar los sentimientos nacionalistas de su pueblo en vísperas de las elecciones generales del año próximo. Sabido es que el nacionalismo y el chovinismo venden… 
Siguiendo por la senda de espinas, Erdogan también logró defraudar a su amigo Putin. A finales de julio, el presidente turco comunicó a los miembros del Gabinete que su homólogo ruso le había pedido, durante la reunión tripartita celebrada en Teherán, autorizar la creación en Rusia de una fábrica de drones de combate Bayraktar. Los aparatos, utilizados por el ejército ucranio, se habían convertido en la pesadilla del cuerpo expedicionario ruso. Pero Erdogan ha dejado muy claro que Turquía no venderá los Bayraktar TB2 a Moscú.
El dueño de la empresa Baykar, que fabrica los drones, se apresuró en poner los puntos sobre las íes. Para nosotros, el dinero no es una prioridad. El dinero y los recursos materiales nunca han sido el objetivo de nuestro negocio. Nuestra amistad y cooperación con Ucrania vine de muy antiguo. No importa cuánto dinero nos ofrezca Moscú, seremos honestos; los drones TB2 no se venderán a Rusia", manifestó Haluk Bayraktar, director ejecutivo de Baykar y… yerno de Erdogan.  
Al final, Rusia tuvo que recurrir a drones de fabricación iraní, más voluminosos y menos fiables que los turcos. A Putin no le queda, pues, más remedio que recorrer parte del camino de espinas de su cambiante socio y amigo Erdogan.

sábado, 3 de septiembre de 2022

Xi: un buen uigur es un buen comunista

 

El drama del pueblo uigur saltó a la palestra en enero de este año, cuando la Administración Biden decretó la prohibición de las importaciones de algodón procedentes de la región china de Xinjiang. Según el actual inquilino de la Casa Blanca, la constante violación de los derechos de los uigures por parte de las autoridades de Pekín representa un desafío para la democracia. Para Joe Biden, los obstáculos no existen; sólo hay que luchar contra los desafíos.

La Unión Europea, Canadá y el Reino Unido se sumaron a las sanciones impuestas por Washington, prohibiendo a su vez la importación de productos provenientes de Xinjiang. La única salvedad: que los fabricantes chinos puedan demostrar ante las autoridades aduaneras europeas que las empresas no habían violado los derechos humanos básicos. Una exigencia que recuerda extrañamente las condiciones impuestas hace años a las autoridades israelíes, obligadas a declarar que las exportaciones provenientes de los territorios ocupados no violaban los derechos de la población palestina.  Exigencia ésta, que Tel Aviv supo sortear.

Huelga decir que antes de la revelación de la Casa Blanca, la cuestión de los derechos de los uigures – minoría musulmana que vive en el territorio chino desde hace siglos – fue abordada, sin excesivo éxito, por Amnistía Internacional, cuyas campañas pueden pasar (casi) inadvertidas si los poderes facticos se entrometen.

Otro proyecto llamado a fracasar fue el informe de la Organización de las Naciones Unidas, supervisado por la Alta Comisionada para los Derechos Humanos y expresidenta de Chile, Michelle Bachelet, a la que se le informó la pasada semana que el documento no debía publicitarse.

Bachelet aprovechó los últimos quince minutos de su mandato, que finalizaba el 31 de agosto, para dar a conocer el informe, que se hacía eco de las desapariciones, las detenciones arbitrarias, las torturas, las esterilizaciones forzadas, la existencia de una amplia red de centros de reeducación destinados a uigures acusados de llevar a cabo actividades terroristas.

¿Terroristas? En junio de 2009, la capital de la provincia de Xinjiang fue escenario de enfrentamientos entre uigures y miembros de la etnia mayoritaria han. La cifra de muertos – 156 - reveladas por el Gobierno de Pekín indican que este podía haber sido uno de los enfrentamientos más serios desde las protestas de la Plaza de Tiananmen de 1989.

Cierto es que una parte de la población uigur, compuesta por 12 millones de personas, tiene sentimientos separatistas y se opone a lo que denomina preponderancia cultural del Partido Comunista Chino. Aunque la mayoría se conformaría con una autonomía real y el respeto de sus derechos culturales y políticos en el marco de la República Popular China, un porcentaje bastante elevado sueña con la creación de una nueva República del Turkestán oriental o de un Uigurstán independiente.

Las autoridades chinas acusan al movimiento separatista islámico de Turkistán Oriental (ETIM), muy activo en la región, de perpetrar numerosos actos terroristas.

Desde hace décadas, la política de las autoridades chinas con respecto a Xinjiang y el pueblo uigur ha tenido tres ejes fundamentales:

 - La represión de cualquier tipo de actividad étnica al margen del Estado;

 - La promoción de la asimilación de los uigures y su progresiva sinificación;

- La realización de importantes proyectos de desarrollo socioeconómico.

Pero todo ello no basta. Tras la visita a la región de los relatores especiales de las Naciones Unidas, el propio presidente Xi Jinping se desplazó a Xinjiang para definir las pautas de actuación futura de los funcionarios comunistas.

Al parecer, Xi venía con los deberes hechos; su primera directriz hacía hincapié en la necesidad de intensificar los esfuerzos para promover el principio de que el Islam local debe tener una orientación china y que las religiones del país deben adaptarse a la sociedad socialista implantada por el Partido Comunista.

Las aspiraciones religiosas de los creyentes deben satisfacerse; estos deben estar estrechamente unidos en torno al Partido y al Gobierno, manifestó Xi. Al referirse a la importancia de la identidad cultural, el dignatario chino instó a los funcionarios del Partido a educar y guiar a las personas de todos los grupos étnicos para reforzar su identificación con la patria, la nación, la cultura, el Partido Comunista Chino (PCCh) y el socialismo con peculiaridades chinas.

En resumidas cuentas, lograr que un buen uigur sea, forzosamente, en buen comunista.