jueves, 9 de noviembre de 2023

Crepúsculos iliberales


El nuevo Gobierno de Eslovaquia acordó bloquear un paquete de 40,3 millones de euros destinado a la ayuda militar a Ucrania. La noticia, difundida por los medios de comunicación de Bratislava, pasó casi inadvertida en los países de la Unión Europea. Obviamente, las informaciones de esta índole no son del agrado de los eurócratas.

¿Poner en duda la unidad y la cohesión de los 27 frente al conflicto ruso-ucranio? ¡De ninguna manera! Sí, es cierto; la Unión cuenta con algunos – pocos – miembros díscolos.  Se trata, ante todo, de países pertenecientes al Grupo de Visegrado: Polonia, Hungría, Eslovaquia… Durante años, el estamento político bruselense lanzó sus truenos contra los gobernantes polacos y húngaros, poco propensos a plegarse a la disciplina comunitaria. Los ataques al Poder Judicial y la discriminación de género le valieron al Gobierno de Varsovia multas de un millón de euros diarios. La cantidad se descontaba de… los fondos asignados a Polonia por el ejecutivo comunitario.

La última consulta popular, celebrada el pasado mes de septiembre, parecía poner fin a la pesadilla polaca, Con la victoria de Donald Tusk, antiguo presidente del Consejo Europeo, partidario ce la despolitización de la vida pública y adalid del liberalismo económico, Polonia vuelve al redil de la cacareada democracia comunitaria. Hungría, sin embargo…

Viktor Orban, el jurista que dirige los destinos del pueblo magyar, parece más obstinado que sus correligionarios de Varsovia. Partidario de eliminar la llamada educación de género del currículo de la enseñanza, enemigo a ultranza de la inmigración no europea y, por supuesto, no cristiana, el primer ministro húngaro peca también, y ante todo, por su buena relación con Vladimir Putin y la firma de millonarios contratos para la compra de gas natural firmados con el Kremlin. ¿Reprimendas? ¿Sanciones? La oveja negra de Budapest suele hacer caso omiso de las amonestaciones de Bruselas.

Si me quieren echar, señores, háganlo. Yo no me marcho, advierte el primer ministro húngaro. Conviene señalar que las asiduas críticas contra Budapest disminuyeron tras la aplastante victoria de la no menos populista italiana Giorgia Meloni. Claro que para criticar a los políticos transalpinos, Bruselas prefiere emplear… guantes de seda. 

La aparente derrota electoral de los conservadores polacos coincidió en tiempo y espacio con el regreso a la palestra pública de otro controvertido personaje: Robert Fico, primer ministro de Eslovaquia, líder del partido socialdemócrata de su país, agrupación adscrita al Grupo de Socialistas y Demócratas del Parlamento Europeo.

Los medios de comunicación occidentales se precipitaron en tildar a Fico de prorruso y seudosocialdemócrata a raíz de sus estrafalarios mensajes dirigidos a sus conciudadanos durante la campaña electoral: La guerra siempre viene de Occidente; la paz, de Oriente. Ni una sola bala saldría de este país rumbo a Ucrania; la ayuda será únicamente humanitaria y civil. Nuestros asuntos internos serán prioritarios. La paz (en Ucrania) es la única solución. Me niego a que me critiquen sólo por hablar de la paz.

La reacción de los europarlamentarios socialistas fue instantánea. ¿Debemos aislar a Eslovaquia? ¿Sancionar a Fico?

Huelga decir que la formación del nuevo Gobierno de Bratislava deparó más sorpresas. Sus miembros se pronunciaron a favor de bloquear el potencial ingreso de Kiev en la OTAN y de revisar los acuerdos de seguridad con Washington, que permiten a la fuerza aérea estadounidense utilizar las bases de la aviación militar eslovaca de Malacky-Kuchyna y Sliac durante un período de diez años. El acuerdo ha sido mal formulado, afirma el recién nombrado ministro de Defensa, Robert Kalinak, quien se apresuró a transmitir sus dudas al embajador de los Estados Unidos en Bratislava, exigiendo la revisión del tratado.

Pero la nota la dio el vicepresidente del Parlamento de Eslovaquia, Lubos Blaha, quien descolgó de la pared de su despacho la foto oficial de la Presidenta Zuzana Caputova, sustituyéndolo ñor un retrato de Ernesto Che Guevara. Y para que no haya lugar a dudas, Blaha retiró también el estandarte de la UE, colocando en su lugar la bandera eslovaca. Un gesto éste que fue debidamente publicitado por los medios audiovisuales moscovitas.

En resumidas cuentas: Eslovaquia acaba de ingresar en la lista de las ovejas negras de la UE, de las democracias… ¡iliberales!

¿Y Meloni? ¿Qué hacer con Georgia Meloni? De momento, sus planteamientos sobre la lucha contra la inmigración ilegal parecen haber hecho mella en algunos países escandinavos. ¿Iliberales?

Cabe suponer que la palabra se pondrá de moda próximamente.