miércoles, 5 de febrero de 2025

Gaza – sueños y pesadillas

 

Welcome to the USAF military base – Gaza. El letrero resultaba algo desconcertante. ¿Fuerza aérea estadounidense en Gaza? Imposible… El despertador puso las cosas en su sitio. Fue un sueño, una pesadilla. ¿Una pesadilla? Pero si todos los noticiarios abren con la misma noticia: Donald Trump quiere adueñarse de la Franja de Gaza, expulsando a sus pobladores. El proyecto del actual inquilino de la Casa Blanca es meramente pacifico. Los gazatíes – alrededor de 1.800.000 almas – serán sustituidos por un gigantesco plan inmobiliario: La Riviera de Oriente Medio. Una mega urbanización de lujo, que compita con la Costa Azul gala o la codiciada Florida. Una iniciativa muy acorde con los antecedentes de promotor inmobiliario de Trump.

Sim embargo, los politólogos y los analistas conocedores de la zona tildan de aberrante, descabellado, utópico, cuando no ilegal el plan del presidente estadunidense. De materializarse, la iniciativa supondría: la evacuación permanente, NO temporal, de la población de la Franja; una amenaza para el proyecto nuclear iraní y la desactivación de los esfuerzos diplomáticos encaminados a la normalización de las relaciones entre Tel Aviv y Riad. Las exigencias de la monarquía wahabita de contar con la solución de dos Estados – Israel y Palestina – resultarían, pues, inútiles. El Estado Judío contaría con un nuevo vecino en la orilla del Mediterráneo: Estados Unidos.

Trato de hacer memoria. Gaza ha sido siempre un quebradero de cabeza para el establishment israelí. En el otoño de 1967, al visitar el territorio recién conquistado por el ejército hebreo, el entonces primer ministro israelí, David Ben Gurion, advirtió a los militares que la acompañaban: Hay que salir de Gaza; es una bomba de relojería. No se refería el veterano político a la hipotética o aún inexistente amenaza terrorista, sino al problema que suponía la demografía de la Franja, las condiciones de vida infrahumanas de los habitantes, los antecedentes de violencia política o religiosa que socavaron los cimientos de Egipto, antigua potencia administradora de Gaza.    

Ben Gurion se sentía hasta cierto punto culpable por los resultados de su política. En 1948, cuando el Gobierno hebreo procedió a la expulsión de la población palestina de la franja costera, el propio Ben Gurion dejó una gran bolsa demográfica en Gaza y Cisjordania. Con el paso del tiempo, el mecanismo de la bomba de relojería se activó.

La retirada, en 2005, del ejército israelí estacionado en la Franja, facilitó el golpe de Estado que desembocó en la llegada al poder del movimiento islamista HAMAS, acérrimo rival de Al Fatah, la corriente mayoritaria de la OLP.

La iniciativa de Donald Trump, que hace caso omiso de las alianzas y los antagonismos de la zona, podría llevar a una reconfiguración del mapa geopolítico de la región, que tendría inesperados efectos a escala mundial. El proyecto de Gaza – Riviera de Oriente Medio podría frenar el expansionismo de Ankara, limitando la influencia del presidente Erdogan en el mundo árabe-musulmán.

Cabe suponer que también afectaría al protagonismo de Qatar, discreto aliado de Irán y banquero de Hamas así como de otros movimientos rebeldes en la zona.

¿Solución? No hay solución, pero sí una constatación: la intervención militar de Israel en Gaza se saldó con un inconfesable fracaso.