El presidente de Irán, víctima de un
atentado. Los medios de
comunicación anglosajones vehicularon esta primera versión del accidente aéreo
que causó la muerte de Ebrahim Raisi, el número dos del sofisticado sistema de
gobierno de la teocrática República Islámica de Irán.
¿Qué ocultaba esta precipitada versión
periodística? ¿Un atentado? ¿Un heroico acto de resistencia de la oposición
iraní? ¿La larga mano del Mossad israelí? ¿Una acción encubierta de la
omnipresente CIA? ¿Un ajuste de cuentas proveniente de la plana mayor del
clero que dirige, con mano de hierro, los destinos del país persa? ¿Una simple
elucubración de un redactor de mesa que pretendía revalorizar una escueta
noticia de agencia?
Con el paso de las horas, la palabra atentado se convirtió en accidente, que a su vez fue sustituido por aterrizaje forzoso. Decididamente, nadie sabía qué había sucedido con el helicóptero militar que transportaba al presidente Raisi y al ministro de asuntos exteriores iraní, Hossein Amir-Abdollahian, un camaleónico halcón que ansiaba mejorar su imagen frente al Gran Satán yanqui. Huelga decir que lo consiguió durante las negociaciones sobre el conflicto de Gaza y la liberación de rehenes, adaptando su fluctuante discurso… según las circunstancias. Una flexibilidad ésta que recusaron los emisarios israelíes. Con razón: Abdollahian estuvo en contacto permanente con los lideres de Hamas antes y después del ataque del 7 de octubre, en el que la mano de Irán estuvo claramente involucrada.
Detalle interesante: el accidente aéreo se
produjo a 50 kilómetros de la base aérea de Tabriz, destino final de los tres
helicópteros iraníes que volvían de la frontera con Azerbaiyán. Las otras aeronaves,
que trasportaban el sequito de Raisi, aterrizaron sin novedad en Tabriz. Curiosamente,
las condiciones meteorológicas – idénticas – no parecen ser la causa del
accidente.
¿La voluntad de Alá? Lo cierto es que el líder supremo del país, el ayatolá
Alí Jamenei, había pedido a los iraníes que recen por Raisi. Si el pueblo
mantiene la calma, el país seguirá trabajando con normalidad", dijo Jamenei,
al reclamar tranquilidad. Sin embargo, los habitantes de la capital notaron un
considerable aumento de la presencia militar en las calles de Teherán.
¿Quién era, en realidad, Ebrahim Raisi? Un
destacado político iraní, según el telegrama de pésame enviado por Vladímir
Putin. Para la oposición iraní se trataba del Carnicero de Teherán, merecido
apodo por el sinfín de juicios políticos y religiosos celebrados durante su
paso por la Fiscalía de la capital persa. El presidente de Irán era considerado como un
clérigo de línea dura con posturas políticas ultraconservadoras. Nombrado
fiscal general en 2014, sorprendió al postularse a la presidencia del país por
primera vez en 2017, cuando salió segundo. En 2019, el ayatolá Jamenei lo designó
jefe del sistema judicial.
En junio de 2021, tras el asesinato del
general Qasem Soleimani, jefe de la
Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), fue elegido presidente de la república, es
decir, la segunda autoridad del país tras el líder supremo. Si bien el
presidente de Irán mantiene un alto perfil público, su poder está limitado por
la Constitución, que subordina el poder Ejecutivo al líder supremo: el ayatolá
Jamenei.
Bajo la presidencia de Raisi, Irán ha llevado a cabo una política pragmática destinada a estrechar los lazos con los países asiáticos. Para el nuevo presidente, Occidente ya no importaba.
El principal objetivo de Ebrahim Raisi era aumentar los contactos con Rusia negociar acuerdos con China. Su estrategia asiática dio sus frutos: en 2023, Pekín facilitó la reconciliación entre la República Islámica y Arabia Saudita.
Raisi confiaba en la capacidad de Irán de crear nuevas industrias autóctonas; a los drones y los temibles misiles balísticos se sumaron complejos sistemas aeroespaciales. Irán exportó a Rusia sus drones Shahed 136, que se han convertido en un elemento clave de su poderío militar en la región.
La desaparición de Ebrahim Raisi, principal candidato a la sucesión del líder supremo, reaviva la pugna entre los miembros del ala más conservador de la jerarquía religiosa. Esas luchas intestinas podrían desembocar en un caos desestabilizador.
De momento, el presidente interino, Mohammad Mokhber, se encarga de organizar la consulta electoral que debe celebrarse en un plazo de 50 días. Mokhber administró durante años las finanzas del líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, convirtiéndose en el principal asesor económico de la cúpula dirigente - Jamenei y Raisi - encargado de mantener a flote la economía iraní sorteando las sanciones impuestas por Occidente.
No está nada claro si – pese a su relación
privilegiada con Alí Jamenei - Mokhbar llegue a ocupar el cargo de Raisi. De
hecho, en 2010, la Unión Europea lo sancionó por su supuesta participación en actividades
nucleares o desarrollo de misiles balísticos, aunque dos años más tarde lo
eliminó de la lista negra.
¿Su porvenir? Cúmplase la voluntad de Alá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario