Uno de los primeros
gestos (simbólicos) de la recién autoproclamada República Popular de Donetsk
fue la elaboración de una lista de personas non gratas a las que se les prohíbe
la entrada en el territorio controlado por las milicias prorrusas. Encabezan la
sui generis lista negra el presidente
de los Estados Unidos, Barack Obama, la canciller alemana, Angela Merkel, y la
responsable de la diplomacia de la UE, la británica Catherine Ashton.
Por si fuera poco, el
copresidente de la República de Donetsk, Denís Pushilin, firmó un documento en
el que acusa al actual inquilino de la Casa Blanca de connivencia con las
autoridades de Kiev en la aprobación del decreto que autoriza la operación
“antiterrorista” en las provincias orientales.
La noticia pasó casi
inadvertida. A nadie le interesan las listas
negras confeccionadas por milicias rebeldes. Las únicas que importan, al
parecer, son las elaboradas por los grandes, por Washington o por Bruselas. A
nadie se le ocurre pensar que las listas
negras son, en definitiva, una aberración ideológica.
Más impacto tuvieron,
al parecer, las declaraciones formuladas el mismo día por el representante permanente
de la Federación Rusa ante la OTAN, Alexánder Grushko, quien advirtió a los
miembros de la Alianza que el incremento del contingente militar occidental en
los países de Europa del Este obligaría a Moscú a tomar las medidas pertinentes
para su defensa. Estima el representante ruso que las anunciadas acciones de la
OTAN – envío de tropas y material estratégico a Polonia, Rumanía y los países
bálticos – sólo contribuyen para aumentar la tensión en el Viejo
Continente. Rusia acusa a la Alianza de
aprovechar la crisis de Ucrania para incrementar los presupuestos militares de
los Estados miembros so pretexto de la aparición/fabricación de nuevos
enemigos.
Por si fuera poco, los
estrategas moscovitas recuerdan que la OTAN se había comprometido a no
desplegar armamento atómico o fuerzas adicionales en el territorio de los
nuevos miembros, es decir, los antiguos integrantes del Pacto de Varsovia.
Dicho compromiso parece haberse convertido en agua de borrajas tras la decisión
de la Alianza de enviar brigadas estadounidenses en la región fronteriza con
Rusia.
La llamada defensa colectiva de Europa Oriental (léase,
incremento del potencial bélico en el Este europeo) figura en el orden del día
de la próxima reunión de los ministros de Defensa de la OTAN, que se celebrará
en Bruselas a comienzos de junio. Para Moscú se trata de una auténtica
declaración de guerra. Ni más, ni menos…
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