martes, 21 de mayo de 2024

¿Es la voluntad de Alá?

 

El presidente de Irán, víctima de un atentado. Los medios de comunicación anglosajones vehicularon esta primera versión del accidente aéreo que causó la muerte de Ebrahim Raisi, el número dos del sofisticado sistema de gobierno de la teocrática República Islámica de Irán.

¿Qué ocultaba esta precipitada versión periodística? ¿Un atentado? ¿Un heroico acto de resistencia de la oposición iraní? ¿La larga mano del Mossad israelí? ¿Una acción encubierta de la omnipresente CIA? ¿Un ajuste de cuentas proveniente de la plana mayor del clero que dirige, con mano de hierro, los destinos del país persa? ¿Una simple elucubración de un redactor de mesa que pretendía revalorizar una escueta noticia de agencia?

Con el paso de las horas, la palabra atentado se convirtió en accidente, que a su vez fue sustituido por aterrizaje forzoso. Decididamente, nadie sabía qué había sucedido con el helicóptero militar que transportaba al presidente Raisi y al ministro de asuntos exteriores iraní, Hossein Amir-Abdollahian, un camaleónico halcón que ansiaba mejorar su imagen frente al Gran Satán yanqui. Huelga decir que lo consiguió durante las negociaciones sobre el conflicto de Gaza y la liberación de rehenes, adaptando su fluctuante discurso… según las circunstancias. Una flexibilidad ésta que recusaron los emisarios israelíes. Con razón: Abdollahian estuvo en contacto permanente con los lideres de Hamas antes y después del ataque del 7 de octubre, en el que la mano de Irán estuvo claramente involucrada. 

Detalle interesante: el accidente aéreo se produjo a 50 kilómetros de la base aérea de Tabriz, destino final de los tres helicópteros iraníes que volvían de la frontera con Azerbaiyán. Las otras aeronaves, que trasportaban el sequito de Raisi, aterrizaron sin novedad en Tabriz. Curiosamente, las condiciones meteorológicas – idénticas – no parecen ser la causa del accidente.

¿La voluntad de Alá? Lo cierto es que el líder supremo del país, el ayatolá Alí Jamenei, había pedido a los iraníes que recen por Raisi. Si el pueblo mantiene la calma, el país seguirá trabajando con normalidad", dijo Jamenei, al reclamar tranquilidad. Sin embargo, los habitantes de la capital notaron un considerable aumento de la presencia militar en las calles de Teherán.

¿Quién era, en realidad, Ebrahim Raisi? Un destacado político iraní, según el telegrama de pésame enviado por Vladímir Putin. Para la oposición iraní se trataba del Carnicero de Teherán, merecido apodo por el sinfín de juicios políticos y religiosos celebrados durante su paso por la Fiscalía de la capital persa.  El presidente de Irán era considerado como un clérigo de línea dura con posturas políticas ultraconservadoras. Nombrado fiscal general en 2014, sorprendió al postularse a la presidencia del país por primera vez en 2017, cuando salió segundo. En 2019, el ayatolá Jamenei lo designó jefe del sistema judicial.

En junio de 2021, tras el asesinato del general Qasem Soleimani, jefe de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), fue elegido presidente de la república, es decir, la segunda autoridad del país tras el líder supremo. Si bien el presidente de Irán mantiene un alto perfil público, su poder está limitado por la Constitución, que subordina el poder Ejecutivo al líder supremo: el ayatolá Jamenei.

Bajo la presidencia de Raisi, Irán ha llevado a cabo una política pragmática destinada a estrechar los lazos con los países asiáticos. Para el nuevo presidente, Occidente ya no importaba.

 

El principal objetivo de Ebrahim Raisi era aumentar los contactos con Rusia negociar acuerdos con China. Su estrategia asiática dio sus frutos: en 2023, Pekín facilitó la reconciliación entre la República Islámica y Arabia Saudita. 


Raisi confiaba en la capacidad de Irán de crear nuevas industrias autóctonas; a los drones y los temibles misiles balísticos se sumaron complejos sistemas aeroespaciales. Irán exportó a Rusia sus drones Shahed 136, que se han convertido en un elemento clave de su poderío militar en la región.

 

La desaparición de Ebrahim Raisi, principal candidato a la sucesión del líder supremo, reaviva la pugna entre los miembros del ala más conservador de la jerarquía religiosa. Esas luchas intestinas podrían desembocar en un caos desestabilizador. 


De momento, el presidente interino, Mohammad Mokhber, se encarga de organizar la consulta electoral que debe celebrarse en un plazo de 50 días. Mokhber administró durante años las finanzas del líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, convirtiéndose en el principal asesor económico de la cúpula dirigente - Jamenei y Raisi - encargado de mantener a flote la economía iraní sorteando las sanciones impuestas por Occidente. 


No está nada claro si – pese a su relación privilegiada con Alí Jamenei - Mokhbar llegue a ocupar el cargo de Raisi. De hecho, en 2010, la Unión Europea lo sancionó por su supuesta participación en actividades nucleares o desarrollo de misiles balísticos, aunque dos años más tarde lo eliminó de la lista negra.


¿Su porvenir? Cúmplase la voluntad de Alá.

domingo, 5 de mayo de 2024

Biden – Netanyahu: del apoyo incondicional al cálculo electoral

 

Muchos fueron los errores de cálculo cometidos por el octogenario inquilino de la Casa Blanca en política internacional o geopolítica planetaria. Empezando con la caótica retirada de tropas estadounidenses de Afganistán, coincidiendo con el inicio de su mandato, en enfrentamiento con el presidente Erdogan, que impuso en veto de Ankara al ingreso en la OTAN de Suecia y Finlandia, cuyo “rescate” le costó al Tesoro norteamericano la friolera de 13.500 millones de dólares, el espectacular abandono de Arabia Saudita, que sucumbió a los cantos de sirena de Pekín, sumándose  sorpresivamente al bloque de los BRICS, liderado por Rusia y China, potenciales enemigas de Washington, los roces con algunos países comunitarios, que contemplan la creación de un sistema de defensa europeo, el espaldarazo “incondicional” a las autoridades de Tel Aviv ante la incursión en la Franja de Gaza.

Se trata, qué duda cabe, de desatinos que la diplomacia estadounidense tendrá que corregir, cueste lo que cueste, para preservar el papel hegemónico de los Estados Unidos en el mundo. Lo contrario supondría una claudicación, el reconocimiento implícito del estrepitoso fracaso de la tan cacareada Pax Americana.

Durante décadas, Norteamérica nos había acostumbrado a aceptar la dicotomía democracia – soborno; todo se compra, todo se vende. Los países y sus gobernantes tienen un precio. Lo que había funcionado en algunos países suramericanos, en el “patio trasero” del Imperio, tiene que amoldarse al resto del mundo. Sin embargo…

En el caso del actual conflicto de Oriente Medio, la mal llamada guerra de Gaza, los cálculos del presidente Biden no se ajustaron a la realidad. Lo que podía haber sido una operación de castigo relámpago, dirigida contra los batallones de Hamas, se tornó en una intervención militar prolongada del Ejército judío, en un combate contra un enemigo invisible, que empleaba las viejas, aunque no obsoletas, tácticas del Vietcong. Y todo esto, coincidiendo ¡ay! con una fecha clave para el inquilino de la Casa Blanca: la celebración de las elecciones presidenciales.

Joe Biden, el aliado incondicional de Netanyahu en la lucha contra el terrorismo palestino, necesita cuidar a sus electores, a sumar votos. Pero las movilizaciones pro palestinas en los campus universitarios norteamericanos, generadas por el rechazo a los métodos empleados por las tropas israelíes en la Franja de Gaza, requieren respuestas transparentes por parte de la Administración. Pese a las recientes desavenencias con el archiconservador Netanyahu, poco propenso a aceptar las sugerencias del octogenario presidente, Biden mantiene su inquebrantable apoyo a Israel.

Eso le va a costar muchos votos, estiman los políticos demócratas, señalando que su principal contrincante, Donald Trump, adopta una postura muy prudente frente al cisma social provocado por la rebelión de los jóvenes.

Pero Biden no rectifica. Reconoce la existencia del malestar en los campus, pero no considera necesario pronunciarse al respecto. Su fiel escudero, Antony Blinken, responsable de la política exterior de Washington, cosecha un sinfín de fracasos durante sus giras por Oriente Medio. Hace unas semanas, al comprobar el aparente rechazo de Hamas a la última propuesta de tregua de Tel Aviv y Washington, Blinken contactó con el primer ministro de Qatar, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, instándole que expulse a la plana mayor de Hamas refugiada en el emirato si el movimiento sigue negándose a aceptar las condiciones de la tregua, presentada en las conversaciones de El Cairo. Extraña manera de solucionar una crisis internacional. Lejos quedan los tiempos en los que un huraño doctor Kissinger conseguía el acercamiento entre Washington y Pekín durante… un partido de ping-pong.

Al desacierto de Antony Blinken se suma también la última amenaza de Netanyahu, quien advirtió a la plana mayor de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) que las presiones ejercidas por el gobierno de Ramallah para que la Corte Penal Internacional (CIP) emita órdenes de detención contra políticos hebreos podrían desembocar en una ofensiva de Tel Aviv que conduciría al colapso de la Autoridad Palestina. Huelga decir que en la solicitud cursada por la ANP figuran el propio Netanyahu, su ministro de defensa, Yoav Gallant y el jefe del Estado Mayor del Ejército, el teniente general Herzi Halevi. 

Por ahora, tanto Washington como Londres aseguran que no acatarán una hipotética orden de arresto del CIP contra los dignatarios hebreos, que gozarán de una inmunidad diplomática especial en sus desplazamientos en el extranjero.

De momento, la Corte Penal Internacional se limitó a emitir una segunda orden internacional de detención contra… Vladímir Putin. Ya lo decía el padrecito de todas las Rusias, José Stalin: Hay guerras justas y guerras que no lo son…