sábado, 13 de diciembre de 2025

"Nuestros bastardos"

 

Las cámaras de la CNN se dedican a hacer un discreto barrido del Despacho Oval de la Casa Blanca. Detectan – en un rincón – a los protagonistas de la noticia del día: el presidente Trump y el líder islamista moderado sirio Abdulkadir al-Golani, más conocido últimamente como Ahmed Sharaa, exjefe del Estado Islámico en el norte del país, región controlada por el ejército estadounidense, que alberga importantes yacimientos de petróleo.

Estás muy elegante, afirma el Coloso (apodo de Trump empleado ad nauseam por los periódicos de Europa oriental). Me encanta tu traje: ¿procede de Saville Row? pregunta, al retirar discretamente un par de pelos de la chaqueta de su huésped.

No, está confeccionado en mi país. Tenemos muy buenos sastres en Damasco, responde el dictador (ay, perdón: el nuevo presidente interino del Estado Sirio).  

Por cierto; tendríamos que hablar de… Las cámaras de televisión se alejan.

Nadie se preguntó qué hacía el exjefe del Estado Islámico en la Casa Blanca. Hace unos meses, cuando el presidente Bashar el Assad tuvo que abandonar Siria, el nombre de Abdulkadir al-Golani figuraba aun en la lista negra del FBI y de un sinfín de servicios de inteligencia occidentales. Cuando el nuevo hombre fuerte de Damasco anunció que tenía intención de visitar las capitales occidentales, los gobernantes se encontraron con el dilema: ¿vamos a recibir a un terrorista fichado por nuestros servicios? La respuesta fue . El primer país que levantó la veda fue Francia. Por afinidades históricas o por la tibieza de Emmanuel Macron. Los demás europeos – tanto comunitarios como no comunitarios – siguieron. La seguridad del Viejo Continente es importante, pero cuando se trata de suministros de petróleo…

Pero, ¿qué llevó a este cambio de imagen? ¿Cómo se convierte un líder islamista sanguinario en un político moderado? Curiosamente, la respuesta procede de un diplomático estadounidense, Robert Ford, antiguo representante de Washington en Siria, quien admite haber ayudado al cambio de imagen del jefe del Estado Islámico. Ford, confiesa haber participado - junto al servicio secreto británico MI6 - en un proyecto para sacar al líder del Estado Islámico en Siria del mundo del terrorismo y llevarlo a la política.  Según Ford, en 2023, una ONG británica (excelente tapadera para el MI6,  lo invitó a colaborar en esta reconversión. Acabó reuniéndose personalmente con Golani, quien reconoció que las tácticas brutales empleadas por el Estado Islámico en Irak no sirven cuando se trata de gobernar a cuatro millones de personas. Sin embargo, el islamista jamás se disculpó por los atentados cometidos por su organización en Irak o en Siria.

Las declaraciones de Ford revelan lo que muchos analistas sospechaban: Occidente ya no elimina a los extremistas, los recicla cuando conviene a sus intereses geopolíticos. En sus palabras, ayudamos a llevarlos del mundo del terrorismo al de la política.  Lo que recuerda, extrañamente, la lógica del excpcionalismo estadounidense de los años 60 al tratar de definir las relaciones con los dictadores latinoamericanos. Sí, serán unos bastardos, pero son nuestros bastardos.

Hace unas semanas, cuando la aviación israelí bombardeó varios lugares estratégicos de Damasco, Trump lanzó una advertencia directa a Tel Aviv contra la desestabilización de Siria y su nuevo liderazgo.

Es muy importante que Israel mantenga un diálogo fuerte y verdadero con Siria, y que no ocurra nada que interfiera en la evolución de Siria hacia un Estado próspero, escribió Trump, quien impulsa un pacto de seguridad entre Israel y Siria desde que la coalición islamista de Al Sharaa derrocó, hace un año, al presidente Bashar al-Assad.

A buen entendedor…


lunes, 1 de diciembre de 2025

El Mar Negro: ¿lago sin ley?

 

¿Cómo fue atacada la flota fantasma rusa y por qué el incidente de los petroleros rusos del Mar Negro es una grave advertencia para la OTAN?

Desde el inicio de la guerra en Ucrania, el Mar Negro se ha convertido en algo más que un tramo de agua, en un tablero de ajedrez plagado de minas, donde las reglas de la navegación internacional obedecen en gran parte, a la necesidad de Rusia de financiar su intervención militar y también la incapacidad de la comunidad internacional para detener este flujo de divisas.

Las explosiones que sacudieron dos petroleros de la llamada flota fantasma de Moscú el pasado fin de semana frente a la costa de Turquía y la entrada al estrecho del Bósforo, no son un simple incidente naval. Son síntoma de un diagnóstico mucho más grave: el riesgo inminente de que la guerra económica y convencional se fusione en un desastre ecológico y/o de seguridad en la frontera de la OTAN.

Lo que ocurrió con los barcos Kairos y Virat, ambos impactados por explosiones sospechosas, muestra la extrema vulnerabilidad de las rutas de exportación rusas.

Aunque las autoridades turcas hablan diplomáticamente de una ingerencia extranjera — eufemismo empleado para las minas marinas o los ataques con drones —, la realidad es que estos barcos navegaban en una zona gris, tanto legal como operativa.

El hecho de que ambos petroleros estuvieran vacíos en el momento del impacto es cuestión de suerte. Si los tanques hubieran estado cargados con crudo procedente de los Urales, que transportan frecuentemente a la India o China, la noticia habría girado en torno a una gran catástrofe medioambiental en las inmediaciones de la metrópoli de Estambul.

Conviene recordar que estos barcos no son meras víctimas colaterales, sino herramientas clave del Kremlin para eludir las sanciones económicas impuestas por Occidente. Kairos y Virat, sancionados por Estados Unidos, Inglaterra y la Unión Europea, forman parte de esa flota de navíos obsoletos, con seguros dudosos y propietarios ocultos tras empresas pantalla de Shanghái o de algunos paraísos fiscales.

Operan bajo banderas de conveniencia, cambiando su identidad desde Panamá hasta Gabón o las Islas Comoras, con una facilidad que desafía cualquier regulación marítima seria. Su objetivo único es mantener abierto el grifo de las divisas que alimentan a Moscú, sin tener en cuenta los posibles riesgos que corren sus respectivas tripulaciones.

El incidente de la pasada semana plantea un importante dilema para Turquía e, implícitamente, para la los demás miembros de la OTAN. El Bósforo es una arteria vital para la navegación internacional; la creciente inseguridad marítima ejerce, pues, presión sobre Ankara.

El ministro turco de Transportes admitió la posibilidad de neutralizar las minas, pero descartó la opción de combatir los ataques de drones. Esta ambigüedad no resuelve el problema subyacente: el Mar Negro es una zona de guerra activa, y los barcos que alimentan el esfuerzo bélico ruso son objetivos legítimos o, al menos, víctimas predestinadas del caos reinante.

El incidente ha puesto de manifiesto las limitaciones jurídicas de las sanciones occidentales. En efecto, aunque el petrolero Virat, inactivo durante meses a raíz de las sanciones occidentales, regresó a aguas internacionales tratando de reintegrarse en el circuito de contrabando de petróleo.

Los Estados Unidos reclaman hace ya algún tiempo la elaboración de una estrategia global atlantista para el Mar Negro. Una misión imposible, teniendo en cuenta las diferencias de pareceres y opciones estratégicas de los países ribereños.  Rumania – miembro de la OTAN que tiene fronteras tanto con Rusia como con Ucrania – no acaba de definir una política de defensa frente a los agredidos y los agresores.

Bulgaria, también miembro de la Alianza, está dividida entre los compromisos militares y el deseo de mantenerse neutral frente al aliado eslavo – Rusia – con quien comparte los criterios del paneslavismo.

Georgia – eterno candidato al ingreso en la OTAN y victima de recientes agresiones de Moscú – comparte los desfiles de marines USA en su capital con una política de apaciguamiento frente al Kremlin.

Por ende, Turquía y Rusia, las dos expotencias imperiales, no dudan en conservar su aureola de antiguos dueños y señores del viejo Mar. Lejos quedan los tiempos del Tratado de Montreux, cuando los entonces dueños del Viejo Continente prestaban muy poca atención a la conflictividad en el Mar Negro.

sábado, 11 de octubre de 2025

Expertos inexpertos y consultores todoterreno

 

El problema de este país es que hay muchos pueblos ocupando un territorio pequeño. Tenemos a los israelitas y los israelíes, los judíos y los hebreos… Por cierto ¿hay alguna diferencia entre ellos?

Trato de contestar con calma y aparente serenidad.

Y del otro lado tenemos a los cristianos musulmanes… ¿Verdad?

¡Tierra, trágame! Llevo años aquí, en Tierra Santa, lidiando con la argumentación de los dos bandos – árabes y judíos – y descubro – muy a mi pesar – que el consultor de Bruselas, que acaba de aterrizar en el aeropuerto de Tel Aviv, me revela la existencia de etnias y pueblos desconocidos, preguntándome, eso sí, si hay alguna diferencia entre ellos. Pero prefiero callarme. Callarme y reflexionar sobre la peculiaridad de los expertos comunitarios enviados para misiones relámpago a Tierra Santa para fomentar el diálogo entre las dos comunidades:  palestinos e israelíes. Y también me pregunto: ¿Será este el motivo – uno de los motivos – de la no inclusión de la UE de las negociaciones de paz israelí-palestinas?

Donald Trump integró en su equipo negociador a su yerno, Jared Kushner, judío ortodoxo que, al redactar en borrador de los Acuerdos Abraham, hizo caso omiso de los palestinos; del pueblo palestino. Aparentemente, no había encontrado ¡en las librerías norteamericanas! información suficiente sobre ese pueblo. Lo acompaña Tony Blair, exprimer ministro británico, condenado por ¡crímenes de guerra! en Malasia en 2011. Blair, primer político occidental que avaló las alegaciones de George Bush Jr. sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Iraq, aspira al cargo de virrey de Gaza o, en otras palabras, de presidente de la Junta de Paz propuesta por Washington, merced a su amistad que le une a la familia del actual inquilino de la Casa Blanca y, por supuesto, a su correligionario, el británico Keir Starmer.

Curiosamente, los palestinos no lo quieren. El fantasma de Blair les recuerda la época colonial, los años del mandato británico sobre Palestina, cuando la potencia administradora se dedicaba a fomentar los roces entre árabes y judíos. Recordaban los supervivientes de aquellos tiempos:  El conflicto intercomunitario empezó con los ingleses, en la década de los 30. La Administración colonial suministraba fusiles a un bando y bidones de gasolina al otro. Que se maten entre ellos, susurraban los oficiales de Su Graciosa Majestad. Y que no interfieran con la política de la Administración colonial…

Pero esos molestos detalles no figuran en la mayoría de los libros de Historia editados en Occidente, que se limitan a describir una colonización amable y… civilizadora. Pero no; el conflicto no empezó en 1948. Y para los árabes, los palestinos, sir Anthony Blair es el exponente de aquél poco agradable periodo histórico.

Mientras la mayoría de los rotativos europeos llevan estos días en las portadas rimbombantes titulares – Paz en Gaza, Victoria de Donald Trump, Una ventana de Paz – la evaluación de sus colegas orientales es mucho más moderada. La Paz ¿a qué precio?, ¿Cumplirá Israel sus promesas? ¿Volverán todos los rehenes? ¿Y los excarcelados? ¿Qué garantías de paz ofrece Israel? ¿Y los palestinos? ¿Desaparecerá Hamas?

En realidad, se trata de preguntas sin contestar. Por ahora, ningún político se ha atrevido a ofrecer respuestas claras. De momento, se nos incita a cantar loas al Presidente de los Estados Unidos, que se ha quedado ¡ay! sin su ansiado Premio Nobel de la Paz.

Nadie se atreve a comentar la estructura de la segunda fase del acuerdo, que contempla la reconstrucción de Gaza, su sistema de Gobierno, las depuraciones en el seno del movimiento integrista Hamas previstas o exigidas por Israel y las potencias occidentales.

Sin olvidar otro detalle importante: durante los últimos meses, Turquía y Qatar se han convertido en potencias regionales aliadas de Estados Unidos. El mapa geoestratégico del nuevo Oriente Medio está cambiando. Será más completo y complejo. Aviso a los analistas todoterreno cuyo reloj histórico sigue parado en una fecha fatídica: 1948. Y a los expertos bruselenses. 

jueves, 24 de julio de 2025

Una empresa mixta muy rentable

 

La apresurada adhesión de Ucrania a la UE costará 2,5 billones de euros y conllevará pérdidas irreparables para los presupuestos de los países comunitarios, advirtió el primer ministro húngaro, Viktor Orban.

Al mismo tiempo, el mandatario húngaro advierte que, según los las estimaciones más conservadoras, los costes de la reconstrucción de Ucrania ascenderían a 500.000 millones de euros. Además, mantener el funcionamiento del Estado ucraniano ya cuesta a los comunitarios alrededor de 100.000 millones de euros anuales, según Orban,

En resumen, la admisión precipitada de Kiev complicaría la situación en la UE, que ya ha perdido la legendaria calidad de vida de Occidente y ya no es la de hace 20 años, cuando Hungría se incorporó a la asociación, opinó el primer ministro magyar. Un NO rotundo a la adhesión de Kiev, apoyada por otros gobiernos del Grupo de Vishegrado. Aunque el malestar no queda circunscrito a los díscolos de Europa oriental, cuyo estado de animo refleja la desilusión de países que se libraron del férreo yugo de los ukases soviéticos para ser catapultados en un sistema de economía de mercado, que obedece (¡ay, sí!) a… otras reglas.

Mas el NIET de los miembros del Grupo no se limita a la cuestión ucrania; un proyecto de construcción de un oleoducto que una la extravagante Hungría con la hereje Serbia provoca los quebraderos de cabeza de los funcionarios bruselenses y los estrategas de la OTAN. El oleoducto, con una capacidad anual de 4-5 millones de toneladas, que podría satisfacer las necesidades de crudo de Budapest y de Belgrado, se inaugurará en 2028. En 2022, las autoridades dos países acordaron construir un oleoducto para suministrar a Serbia crudo ruso de los Urales, proveniente del oleoducto soviético Druzhba. 

Aunque la Unión Europea ha intentado desde 2022 reducir su dependencia de Hungría de los suministros energéticos rusos desde la invasión de Ucrania, Hungría - país sin salida al mar - sigue obteniendo de Rusia alrededor del 80% de su gas y la mayor parte de su crudo. 

Los lazos entre Serbia y Hungría se han estrechado en los últimos años y sus líderes, el primer ministro húngaro Viktor Orban y el presidente serbio Aleksandar Vucic, mantienen estrechas relaciones con Moscú. 

El ramal sur del oleoducto Druzhba, (Amistad) pasa por Ucrania hasta Hungría, Eslovaquia y la República Checa, y ha sido durante años la principal fuente de abastecimiento de las refinerías de los tres países, aunque está previsto que los checos dejen de abastecerse a través de esa ruta en los próximos meses, al tratar de poner fin a su dependencia del crudo ruso. 

La petrolera húngara MOL, que tiene refinerías en Hungría y Eslovaquia, presentó el miércoles un estudio de viabilidad del oleoducto, que fue aprobado por ambos países. 

Actualmente, todas las necesidades de importación de gas natural de Hungría podían satisfacerse a través de Serbia. Y con esta nueva inversión, todas las necesidades de importación de crudo de Serbia podrán satisfacerse a través de Hungría, declaró el ministro de asunto exteriores de Budapest. quien añadió: esto crea una posición estratégica que proporcionará una seguridad significativa para ambos Estados.

El proyecto del oleoducto incluye el aumento de la capacidad de flujo de petróleo entre la frontera ucraniana y su refinería del Danubio y la construcción de un tramo de 190 km desde la refinería hasta la frontera serbia. 

El coste del aumento de la capacidad y de la construcción del nuevo oleoducto hasta la frontera con Serbia ascenderá a unos 350,33 millones de dólares.

Serbia, país no miembro de la UE que también depende de los suministros de crudo ruso, ha tratado de poner fin a la propiedad de la compañía petrolera ruso serbia NIS desde el pasado mes de enero, cuando Washington impuso sanciones al sector petrolero ruso.

 

 


domingo, 13 de julio de 2025

Del bantustán Gaza a la Riviera Trump

 

Alea iacta est. Sí, la suerte está echada. Los dos hombres fuertes del planeta, Donald Trump y Benjamín Netanyahu, decidieron que la suerte de Gaza o, mejor dicho, de los pobladores de la Franja, pasa por la emigración supuestamente voluntaria de parte de sus habitantes y la reclusión, no menos voluntaria del resto de los gazatíes – alrededor de 1,3 ó 1,6 millones de personas - en la ciudad humanitaria de Rafah, situada en la frontera con Egipto. Un territorio muy exiguo, plagado de las ruinas de los bombardeos israelíes. La ciudad humanitaria es una quimera, al igual que los planes de emigración voluntaria de más de medio millón de gazatíes. Pero los planes de limpieza étnica ideados por los mesiánicos cerebros de los estadistas del (mal) llamado mundo libre podrían materializarse en un futuro no muy lejano…

Hace un cuarto de siglo, los diplomáticos extranjeros destinados a Tel Aviv y algunos periodistas occidentales solían visitar la Franja de Gaza empujados por la curiosidad o las indicaciones/recomendaciones de algunos de sus jefes occidentales. Se trataba, en la mayoría de los casos de averiguar in situ detalles sobre las condiciones de vida de los gazatíes, una población formada, en su gran mayoría, por refugiados palestinos procedentes de localidades ocupadas en los años 40 por las fuerzas armadas del recién creado Estado de Israel.

¿Las primeras impresiones? ¿Qué decir de las condiciones de vida de familias de 10 ó 12 personas, acinadas en precarias viviendas de dos habitaciones?  Sí, es verdad; tienen suerte. La mitad de los hijos trabajan”, afirmaban los trabajadores humanitarios de Gaza. ¿Dormir siete personas en una habitación? Sí, es verdad; pero se turnan. Nadie puede permitirse alquilar viviendas más espaciosas.  Los refugiados nos invitan a comer. O a compartir una taza de té. No se avergüenzan de su condición. Sí se avergonzaron los administradores hebreos del territorio, cuando un periodista canadiense publicó un libro titulado Bantustán Gaza.

Bantustán, sí. Recordando los extensos territorios con población de color tutelados por el régimen racista de Sudáfrica. Los bantustanes. Pero Israel no es un país racista, respondieron los gobernantes de Tel Aviv…

Y así pasaron más de cuatro décadas. El bantustán Gaza se convirtió en un problema insoluble para los estrategas hebreos. ¿Qué hacer al final de la actual ofensiva del Ejército israelí? La eliminación total de Hamas es una mera utopía. La limpieza étnica, una herejía. La convivencia entre hebreos y gazatíes, una ficción. Pero queda el ukase de Donald Trump: Hay que vaciarme todo esto. La Riviera Trump será el paraíso de los ricos.  

Mensaje recibido en Tel Aviv, donde se trabaja incesantemente en la materialización del deseo del amigo americano.

¿Expulsar gazatíes? ¿Recluir a la población en una mal llamada zona humanitaria? ¿Financiar el reasentamiento de centenares de miles de personas? ¡Puros disparates! Pero si Washington lo quiere…

En las últimas semanas, la prensa anglosajona se hizo eco de la existencia de un plan destinado a satisfacer las exigencias de Donald Trump y… exonerar (ayunque sólo parcialmente) de culpa a Benjamín Netanyahu. Una gran consultora norteamericana - Boston Consulting Group – trabaja dese hace meses en un proyecto destinado facilitar la tarea de los políticos israelíes.  

Un primer indicio: las actividades de la Agencia de las Naciones Unidas para Refugiados Palestinos (UNWRA), vetada por Israel debido a sus supuestos vínculos con Hamas, fueron retomadas por la Fundación Humanitaria de Gaza, patrocinada por Israel y Estados Unidos. Su actuación resultó ser torpe y deficiente a la hora de distribuir la ayuda humanitaria bloqueada por Tel Aviv durante varias semanas.

Al tener que hacer frente a la distribución de alimentos, la Boston Consulting se vio obligada contratar la empresa de seguridad Safe Reach Solutions (SRS), cuyos paramilitares se vieron involucrados – según informes elaborados por centros de investigación israelíes – en los primeros ataques contra la población palestina. Aparentemente, los chicos de SRS tienen – al igual que sus colegas hebreos - el gatillo fácil…

El equipo de Boston Consulting elaboró un borrador de Plan Financiero para la reconstrucción de Gaza, que incluye estimaciones de costos para reubicar a cientos de miles de palestinos de la Franja así como el impacto económico de tal desplazamiento masivo. Según las hipótesis de trabajo, más de 500.000 gazatíes abandonarían el enclave con cheques de reubicación por valor de 9.000 dólares por persona, es decir, un coste total de alrededor de 5.000 millones de dólares. Pero los altos cargos de la consultora estiman que fueron engañados sobre el alcance del trabajo por los directivos del proyecto.

En principio, los combatientes y líderes de Hamás que deseen salir de Gaza podrían hacerlo junto con sus familiares; Turquía y Qatar los aceptarían con los brazos abiertos.  

Los demás pobladores de la Franja permanecerán en Rafah, recluidos en la “ciudad humanitaria”, un gigantesco gueto estrictamente vigilado. Tendrá, eso sí, acceso a las zonas industriales:  fabricación de coches eléctricos, empresas tecnológicas, laboratorios, ubicados en las inmediaciones de urbanizaciones de lujo destinadas a multimillonarios extranjeros.

Sabido es que Israel – al igual que la Casa Blanca – prefieren recurrir a… mano de obra barata.

El presidente Trump se encargaría, por su parte, de animar a Egipto, Jordania, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí a participar en la creación de un gobierno provisional.

Se estima que el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmúd Abbas, que no tardó en reclamar la soberanía de Gaza para la Autoridad Nacional, debería nombrar a una persona de confianza para formar un gobierno provisional ¡sin la participación de Hamás! hasta que los palestinos puedan celebrar elecciones libres.

¿Elecciones libres? Pero sí; Donald Trump tendrá su Riviera mediterránea.


miércoles, 11 de junio de 2025

Gaza: después de Hamas. ¿qué?

  

A comienzos de abril, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, afirmó rotundamente: Gaza es un campo de exterminio.

 El vicepresidente de los Estados Unidos, James David Vance, no comparte este punto de vista.  No creo que Israel esté intentando matar deliberadamente a todos los palestinos (de Gaza). Por consiguiente, no considero que lo que está sucediendo allí sea un genocidio, afirmó el número dos de la Administración norteamericana.

Gaza: hay opiniones para todos los gustos; apreciaciones muy dispares…

Recuerdo que, en los años 80, durante las primeras semanas de la intifada, solía reunirme en Jerusalén con un pequeño grupo de analistas árabes y hebreos, tratando de contestar a la única pregunta ¿Cuántos muertos hubo ayer? ¿75? ¿90? ¿52? Cuando la cifra de víctimas no superaba el umbral de los 33 ó 35, alguien dejaba caer la frase: No, no ha sido un mal día.

Un mal día… Desde el 7 de octubre de 2023, me toca practicar este lúgubre ritual solo, en mi torre de marfil madrileña. ¿Solo? ¡No! Las lejanas voces de mis interlocutores de antaño me acompañan. Y los malos días siguen sucediéndose.

Curiosamente, nadie se pregunta hoy en día: Después de Hamas, ¿qué? ¿Cuál será el provenir de Gaza al término de las hostilidades? Sí, es cierto: los gobernantes de Tel Aviv contemplan una limpieza étnica total: la expulsión de los dos millones de pobladores de la Franja a un país árabe. Pero ningún Gobierno hermano está dispuesto a acogerlos con los brazos abiertos, alegando dificultades económicas, complicaciones políticas o trabas administrativas. Para Egipto, los gazatíes son enemigos de toda la vida; para los jordanos, un exceso de población extranjera difícilmente asimilable. Los países del Golfo Pérsico prefieren limitar su solidaridad con el pueblo palestino a los cheques que envían periódicamente a las organizaciones humanitarias.

Donald Trump tiene un proyecto: convertir Gaza en un lujoso resort turístico mediterráneo, capaz de competir con la Costa Azul francesa o la Riviera italiana. Pero si Gaza se queda sin población. No pasa nada, afirma el multimillonario americano, podemos importar mano de obra barata de Asia. Una opción ésta que no acaba de convencer al aliado israelí.

Tel Aviv tiene, a su vez, un proyecto que podría complacer a Trump.  Se trata de una propuesta para crear en la Franja una nueva entidad tras el derrocamiento de Hamás. El plan, titulado pomposamente Programa de Seguridad y Recuperación de Gaza, cómo debería ser el día después, fue elaborado en diciembre de 2023 por un grupo de 35.000 reservistas de las fuerzas de seguridad israelíes y de los miembros del grupo de expertos del Jerusalem Center for Security and Foreign Affairs. 

El informe implica la reconstrucción económica, la construcción de infraestructuras, así como la necesidad de preparar un cronograma detallado para el control de la Franja tras la caída o el desmantelamiento de la organización islámica.

Ese plan de control de Gaza descarta la soberanía palestina, o mejor dicho, de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), o la presencia del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (UNWRA) como fuente de ayuda humanitaria.

El documento, cuya autenticidad fue confirmada por un alto funcionario del Gobierno. no indica si Israel tiene la intención de anexionarse la Franja, aunque se afirma claramente que las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) quieren tener un mayor protagonismo en la gestión de los asuntos de Gaza. Detalle interesante: el borrador no alude, en ningún momento, a las exigencias palestinas o a los documentos firmados por las dos partes – Israel y Palestina – desde la entrada en vigor de los acuerdos de Oslo.

Tras la caída de Hamas, el ejército israelí trataría de apoderarse temporalmente de la totalidad de la Franja, teniendo libertad de movimiento sobre el terreno y obteniendo el control total de la frontera de 12 kilómetros entre Gaza y Egipto, incluido el cruce fronterizo de Rafah.

Las FDI ya han creado una zona tampón a lo largo de algunas partes de la línea fronteriza. Desde principios de abril, los israelíes controlan aproximadamente la mitad de la Franja. Para ampliar la zona tampón, las FDI demolieron sistemáticamente toda la infraestructura, haciendo que parte del territorio fuera inhabitable.

Durante la segunda fase de la ocupación, el gobierno de Tel Aviv establecería cinco consejos administrativos autónomos, denominados: Gaza Norte, Ciudad de Gaza, Franja de Gaza Central, Khan Yunis y Rafah. Los consejos tendrían la tarea de gestionar la vida civil en la Franja, después de cumplir con ciertos requisitos previos: no estar relacionados con facciones terroristas, reconocer el estado de Israel y participar en un plan de reeducación también llamado proceso de desnazificación.

Israel establecerá una Dirección Administrativa Internacional (IMD, por sus siglas en inglés) para la ayuda, la reconstrucción y la supervisión de los consejos administrativos. No se contempla para nada incluir a la Unión Europea en los nuevos órganos de gobierno, pero sí a los Estados Unidos, algunos países occidentales como Alemania, Francia, Reino Unido e Italia, así como a Estados suníes pragmáticos como Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y posiblemente Arabia Saudita, como parte de una maniobra destinada a normalizar las relaciones entre Riad y Tel Aviv.

Israel debería favorecer, asimismo, el despliegue de un cuerpo parecido a la Fuerza Multinacional y Observadores en el Sinaí, instrumento de mantenimiento de la paz creado en 1982 con el apoyo de Estados Unidos.

Durante la tercera y última fase, los palestinos podrán autodeterminarse.

El plan propuesto no pone ningún obstáculo real a la capacidad de los palestinos para lograr la autodeterminación una vez que reconozcan a Israel como el Estado judío y abandonen las actividades terroristas imputables a Hamas.

¿Los palestinos? Digamos que brillan por la ausencia, al igual que en los Acuerdos Abraham, negociados durante el anterior mandato de Donald Trump.  ¿Qué opinan los palestinos?


viernes, 23 de mayo de 2025

Erdogan se va, pero...

 

El sultán Erdogan escogió el mejor momento para comentar sus planes de futuro: lo hizo a la vuelta de su visita oficial a Hungría, aprovechando la calma que reinaba en el avión presidencial. Los periodistas que le acompañaban necesitaban una “primicia”. Y la tuvieron. Erdogan les habló de sus proyectos: la mediación entre Rusia y Ucrania, la permanencia en la OTAN, el espectacular incremento de la producción de la industria armamentística, la tortuosa relación con la Unión Europea, las perspectivas de integración en BRICS, la operación sonrisa hacia los Estados de Asia, la expansión del otomanismo en el mundo árabe islámico.

¿Proyectos para Turquía, para la política de nuestro país, Mannei Sultan? La respuesta del Mannei Sultan – monarca honrado – sorprendió a la comitiva de plumíferos presidenciales. No tengo intención alguna de volver a postularme a la presidencia, contestó Erdogan. Lo que el país necesita ahora es una nueva Constitución. La constitución actual fue redactada durante un golpe de Estado, en la vieja Turquía, que aún conserva la mentalidad golpista. Hace falta tener una Constitución redactada por la sociedad civil, no por golpistas, dijo en presidente. Añadió que su partido – el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) - empezó a redactar un proyecto de Carta Magna e instó a la oposición a sumarse a este proyecto. ¿Elecciones anticipadas?, preguntaron los periodistas. No hacen ninguna falta; hace dos años, el país eligió a sus representantes en el Parlamento para un mandato de cinco años, recordó Erdogan.

Recep Tayyip Erdoğan es el presidente de Turquía desde el 28 de agosto de 2014. Anteriormente, fue primer ministro de 2003 a 2014 y alcalde de Estambul de 1994 a 1998. Quien gobierna Estambul, gobierna Turquía, solía decir en aquella época. Su última reelección tuvo lugar el 28 de mayo de 2023, cuando derrotó, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, al líder de la oposición, Kemal Kılıçdaroğlu, obteniendo el 52,18% de los votos.

Según la Constitución actual, este es su último mandato, que finaliza en 2028. Sin embargo, ya en marzo de 2024, Erdoğan dijo que no tenía intención de volver a presentarse.

Sin embargo, en enero de este año, un portavoz de su partido (AKP) mencionó que una posible candidatura para un cuarto mandato estaba en la agenda, sugiriendo la posibilidad de una enmienda constitucional o la convocatoria de elecciones anticipadas para permitirlo.

Subsiste el interrogante: ¿y si la nueva Constitución contempla la posibilidad de otorgarle un nuevo mandato? En este caso, Erdogan se va, pero…