Aquel día, el mundo
civilizado dio un gran suspiro de alivio; la República de Montenegro, pequeño
Estado balcánico que cuenta con alrededor de 621.000 habitantes, fue invitada a
solicitar formalmente su ingreso en la Alianza Atlántica. Montenegro,
territorio perteneciente hasta 2006 a la antigua República Federal de
Yugoslavia, podría convertirse, pues, en un plazo de seis a ocho meses, en el
29º miembro del Tratado del Atlántico Norte,
siguiendo el ejemplo de sus vecinos, Albania y Croacia, que engrosaron
las filas de la OTAN en 2009. Conviene recordar que las Fuerzas Armadas montenegrinas
cuentan con 2.094 hombres, dos fragatas y… cuatro aviones.
Alea
jacta est. En plena
crisis entre Moscú y Ankara, la Alianza apuesta por la expansión de su flanco
oriental. Montenegro es un primer paso; siguen las consultas con otros
candidatos – Bosnia y Macedonia – exrepúblicas de la diezmada Yugoslavia, federación
de Estados atomizada durante la última década del siglo pasado por la
intervención militar de la Alianza.
Curiosamente, la
decisión de la OTAN coincide con el incremento de la tensión internacional
generado por los sangrientos atentados de París, las críticas del actual
inquilino de la Casa Blanca por los ataques aéreos rusos contra las posiciones
del Estado Islámico en Siria, las sanciones impuestas por el Kremlin a Turquía,
acusada de colaborar con los traficantes de petróleo del EI. En efecto, los
políticos moscovitas acusan a los familiares del presidente Erdogan y/o al establishment del país otomano de
facilitar el tránsito del oro negro saqueado por los yihadistas a
través de Turquía. Su destino final: ¿….Israel? Unas alegaciones éstas que no
acaban de gustar en Washington. Con razón: para Barack Obama, Premio Nobel de
la Paz y… comandante en jefe de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, la
presencia rusa en el teatro de operaciones sirio constituye un estorbo. Pero de
ahí a reforzar la presencia militar de la OTAN en el Este europeo…
Esa
gente sería capaz de integrar el Polo Norte en la OTAN con tal de cercar a
Rusia, señala el almirante Vladimir Komoyedov, presidente
del comité de defensa del Parlamento ruso. Sin embargo, el Secretario de Estado
John Kerry se apresura en rechazar las alegaciones del militar ruso, haciendo
hincapié en el hecho de que la integración de Montenegro poco o nada tiene que
ver con la política de Moscú o de cualquier
otra potencia. Lo cierto es que tras el fracaso de las sanciones económicas
decretadas por los EE.UU. y la UE contra Rusia después de la ocupación de
Crimea o del conflicto de baja intensidad de Ucrania, la Administración Obama
se siente obligada a mostrar el palo y retirar, al menos, provisionalmente, la
zanahoria. El Kremlin le paga con la misma moneda, anunciando en
establecimiento de nuevas bases militares fuera del territorio de la Federación
Rusa. Pero, ¿estamos presenciando el final del anómalo romance entre el oso ruso y el águila norteamericano? El porvenir nos lo dirá.
Mientras algunos politólogos
insisten en la resurrección de la Guerra Fría, los elementos más conservadores aprovechan
la confusión creada por las sucesivas crisis para reclamar la aplicación de medidas
más severas contra la política de Vladimir Putin.
En un artículo publicado
recientemente en la revista Foreign
Affairs, el senador republicano Tom Cotton insta a la Administración
estadounidense a fortalecer la presencia de la OTAN en la totalidad del territorio
controlado por la Alianza y, particularmente, en los países del Este europeo
vecinos de la antigua URSS. Cotton sugiere el envío de una brigada de fuerzas
especiales a Estonia, de una división de tanques a Polonia y de un escuadrón de
aviones de combate F 22 a Rumanía. Todo ello, naturalmente, para incrementar la capacidad de combate de
la Alianza.
Obviamente, para la
clase política norteamericana, Rusia ha dejado de ser un aliado estratégico. Las reiteradas violaciones del espíritu y la
letra del Acta Fundacional de Relaciones
Mutuas, Cooperación y Seguridad entre la OTAN y la Federación Rusa, denunciadas
por el Kremlin, no hacen más que evidenciar la creciente tensión en las
relaciones entre Washington y Moscú. Pero de ahí a especular con la inminencia
de un conflicto armado entre las potencias nucleares hay un abismo. El
comandante en jefe Obama tiene que ocuparse en… otras guerras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario