lunes, 17 de febrero de 2025

Serbia: ¿nuevo escenario de una revolución de colores?

 

Otro fin de semana de protestas populares en Belgrado. Nada inusual para los habitantes de la capital serbia. Teníamos manifestaciones estudiantiles siete meses al año, pero que jamás se materializaron en revoluciones de colores, como en Ucrania, Georgia o las antiguas repúblicas soviéticas del Cáucaso, comenta un viejo politólogo que echa de menos la Yugoslavia del mariscal Tito.

Curiosamente, tras la desaparición del Tito llegaron los bombardeos de la OTAN, el desmembramiento del país, la creación del protectorado atlantista de Kosovo, el fervor europeísta. Sin embargo, la prensa occidental se limita a vaticinar que el país balcánico acabará siendo en escenario de una nueva revolución de colores.

El Presidente Alexandar Vučiċ, líder del ala europeísta del Partido Progresista Serbio, aguantó estoicamente las numerosas críticas y sugerencias provenientes de la capital comunitaria: Belgrado se muestra demasiado compaciente con Rusia, no aplica las sanciones decretadas por Occidente contra el régimen de Vladímir Putin, su acercamiento a Pekín resulta a la vez preocupante y peligroso… Para los eurócratas, esta actitud frívola podría entorpecer las negociaciones de adhesión de Serbia a la Unión Europea. Ante la avalancha de críticas de Bruselas, Vučiċ optó por responder con un lacónico nos queda la opción de los BRICS, de esta agrupación de países liderada por Rusia y China, que pretende ser una versión más liberal de las estructuras creadas por Washington después de la Segunda Guerra Mundial: Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Organización Mundial del Comercio, etc.

Los BRICS no son, como afirman algunos políticos occidentales, un vivero de rojos. Entre los cuarenta candidatos a la adhesión figuran Estados como Turquía – miembro fundador de la OTAN – Arabia Saudita, país que difícilmente podríamos tachar de progresista, Indonesia y un largo etcétera. Pero, ¿Serbia en los BRICS?  Inconcebible; todos los Estados europeos deben adherirse a la OTAN y la UE. Es una norma.

Vučiċ contraataca: en los últimos 10 años, la CIA gastó alrededor de 3.000 millones de dólares para destruir Serbia. (No, no fue la USAID, fue la CIA). Sabemos quién lo hace y cómo lo hace. Es el trabajo sucio de una red de agentes occidentales. Lo toleraremos hasta cierto punto, después de lo cual nos comportaremos de conformidad con las normas que el Estado debe respetar.

Para los politólogos occidentales, hay que distinguir entre las injerencias externas malas: la de China, del mundo ruso o de Elon Musk y las buenas: el Atlantic Council, la OTAN, la Unión Europea o el entramado de Georges Soros.

Para los gobernantes de Belgrado, la actual oleada de protestas populares poco tiene que ver con la disidencia política interna. Se trata, más bien, de una campaña diseña para fracturar el país y obligar a la clase política a tomar la senda del atlantismo globalista.  

Malos augurios para las democracias del Viejo Continente


miércoles, 5 de febrero de 2025

Gaza – sueños y pesadillas

 

Welcome to the USAF military base – Gaza. El letrero resultaba algo desconcertante. ¿Fuerza aérea estadounidense en Gaza? Imposible… El despertador puso las cosas en su sitio. Fue un sueño, una pesadilla. ¿Una pesadilla? Pero si todos los noticiarios abren con la misma noticia: Donald Trump quiere adueñarse de la Franja de Gaza, expulsando a sus pobladores. El proyecto del actual inquilino de la Casa Blanca es meramente pacifico. Los gazatíes – alrededor de 1.800.000 almas – serán sustituidos por un gigantesco plan inmobiliario: La Riviera de Oriente Medio. Una mega urbanización de lujo, que compita con la Costa Azul gala o la codiciada Florida. Una iniciativa muy acorde con los antecedentes de promotor inmobiliario de Trump.

Sim embargo, los politólogos y los analistas conocedores de la zona tildan de aberrante, descabellado, utópico, cuando no ilegal el plan del presidente estadunidense. De materializarse, la iniciativa supondría: la evacuación permanente, NO temporal, de la población de la Franja; una amenaza para el proyecto nuclear iraní y la desactivación de los esfuerzos diplomáticos encaminados a la normalización de las relaciones entre Tel Aviv y Riad. Las exigencias de la monarquía wahabita de contar con la solución de dos Estados – Israel y Palestina – resultarían, pues, inútiles. El Estado Judío contaría con un nuevo vecino en la orilla del Mediterráneo: Estados Unidos.

Trato de hacer memoria. Gaza ha sido siempre un quebradero de cabeza para el establishment israelí. En el otoño de 1967, al visitar el territorio recién conquistado por el ejército hebreo, el entonces primer ministro israelí, David Ben Gurion, advirtió a los militares que la acompañaban: Hay que salir de Gaza; es una bomba de relojería. No se refería el veterano político a la hipotética o aún inexistente amenaza terrorista, sino al problema que suponía la demografía de la Franja, las condiciones de vida infrahumanas de los habitantes, los antecedentes de violencia política o religiosa que socavaron los cimientos de Egipto, antigua potencia administradora de Gaza.    

Ben Gurion se sentía hasta cierto punto culpable por los resultados de su política. En 1948, cuando el Gobierno hebreo procedió a la expulsión de la población palestina de la franja costera, el propio Ben Gurion dejó una gran bolsa demográfica en Gaza y Cisjordania. Con el paso del tiempo, el mecanismo de la bomba de relojería se activó.

La retirada, en 2005, del ejército israelí estacionado en la Franja, facilitó el golpe de Estado que desembocó en la llegada al poder del movimiento islamista HAMAS, acérrimo rival de Al Fatah, la corriente mayoritaria de la OLP.

La iniciativa de Donald Trump, que hace caso omiso de las alianzas y los antagonismos de la zona, podría llevar a una reconfiguración del mapa geopolítico de la región, que tendría inesperados efectos a escala mundial. El proyecto de Gaza – Riviera de Oriente Medio podría frenar el expansionismo de Ankara, limitando la influencia del presidente Erdogan en el mundo árabe-musulmán.

Cabe suponer que también afectaría al protagonismo de Qatar, discreto aliado de Irán y banquero de Hamas así como de otros movimientos rebeldes en la zona.

¿Solución? No hay solución, pero sí una constatación: la intervención militar de Israel en Gaza se saldó con un inconfesable fracaso.


domingo, 19 de enero de 2025

El alto el fuego Israel – Gaza: ¿un rayo de luz?

 

La liberación de tres jóvenes rehenes de Hamas, capturadas hace 471 días por el movimiento radical islámico, se convirtió en un festival de hipócritas soflamas de respetables diplomáticos y politólogos, que trataron de convencer a la audiencia de las cadenas de televisión occidentales que el acuerdo de alto el fuego provisional entre Israel y Hamas pudo haberse logrado merced a la presión internacional. Nada menos cierto, en realidad, puesto que las manifestaciones de apoyo a uno y otro bando realizadas en Occidente en los últimos 15 meses resultaron ser a la vez parciales y contraproducentes. Los partidarios de una Palestina “del río hasta el mar” se enfrentaron con los simpatizantes del “Gran Israel”, defensores del expansionismo del Estado Judío. Malos augurios, ambos, para el diálogo y la convivencia de ideas, ideologías y religiones.

Sería interesante analizar detenidamente el argumentario de ambos bandos, sin caer en la trampa de la excesiva simplificación. La problemática de Oriente Medio es sumamente compleja; los slogans no permiten identificar las “zonas grises” del pensamiento crítico. El grave error que cometen los políticos, muchos políticos, consiste en defender esquemas haciendo caso omiso de las ventajas y los inconvenientes de sus fórmulas.    

Al anunciar el acuerdo sobre el alto de fuego entre Israel y Gaza, los dos Presidentes de los Estados Unidos – el saliente – Joe Biden y el futuro – Donald Trump – no dudaron en atribuirse la paternidad del éxito. Para Biden, se trata del culmen de su mandato. Para Trump, de un primer éxito político logrado en compañía, eso sí, de su archirrival demócrata.

Biden acompañó su mensaje de despedida con una advertencia: Cuidado, queridos compatriotas; qué vienen los oligarcas. Alusión transparente a los multimillonarios que se arrimaron al bando de Trump: Elon Musk, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg.  Trump, por su parte, se limitó en reconocer que el alto el fuego se negoció con el equipo de Biden.

Curiosamente, uno de los primeros altos cargos que se apartó de la postura del presidente saliente fue su Secretario de Estado, Antony Blinken, quien manifestó que HAMAS no puede ser derrotado mediante una solución militar, ya que el movimiento palestino ha reclutado durante de invasión israelí casi tantos nuevos combatientes como los que perdió en los últimos meses.   

Al escribir estas líneas, nos llega la noticia de que la primera fase del acuerdo de alto el fuego se ha materializado. La tres primera rehenes secuestradas por Hamas llegaron a Israel sanas y salvas. Los presos palestinos fueron liberados. Se contempla la retirada parcial de las unidades israelíes del enclave. Las tropas se reubicarán en áreas situadas a unos 700 metros de la frontera con Gaza.

La segunda fase del acuerdo, prevista para dentro de seis semanas, prevé la liberación de los prisioneros israelíes restantes, así como de un número mayor de reclusos palestinos. Una vez completado este intercambio, Israel debería proceder a la retirada total de sus fuerzas de Gaza.

La tercera etapa del acuerdo consistirá en la entrega de los cuerpos de los rehenes fallecidos en el cautiverio y de la elaboración de un plan para la reconstrucción de Gaza, que se llevará a cabo bajo supervisión internacional. Los negociadores del acuerdo – Egipto, Qatar y Estados Unidos – confiesan que no se ha podido elaborar un borrador de dicho plan. Para muchos, queda descartada la opción de una Administración provisional multinacional. Otros descartan la posibilidad de recurrir a las estructuras de la Autoridad Nacional Palestina, desprestigiada en la Franja. Algunos politólogos estadounidenses, desconocedores de la realidad de Oriente Medio, piensan haber encontrado una solución milagrosa: ¡Hamas! El afán de Netanyahu de acabar con la hidra palestina quedaría, pues, relegado a un segundo, véase tercer plano.

Los partidos ultraconservadores abandonaron en Gobierno de Netanyahu, argumentado que el acuerdo de alto el fuego sería perjudicial para la seguridad de Israel.  Sus temores están compartidos por muchos ciudadanos de edad avanzada, que desconfían de las promesas del actual Gobierno.

Me alegro de que estas jóvenes hayan vuelto a casa. Pero me preocupa el porvenir de mí país. Creo que vamos de mal en peor, confesaba anoche un viejo telaviviense.  ¿De mal en peor?